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Reportaje:

Sir Roland Penrose: un crítico inglés a la búsqueda de la pintura española

Juan Cruz

No es la primera vez que Penrose, que es uno de los críticos más importantes de Europa, se ocupa del arte español. Entre sus obras figuran las que ha dedicado a Picasso y a Miró, dos de sus grandes amigos de la temporada surrealista parisiense, que Penrose vivió intensamente.Roland Penrose viaja con frecuencia a España y ha participado en algunos sucesos de carácter artístico que han tenido trascendencia en el mundo de la cultura hispana. En Tenerife formó parte del comité de honor de la primera (y todavía última) Exposición Internacional de Escultura en la Calle. Hace muy poco estuvo en Barcelona, asistiendo a la inauguración del edificio de la Fundación Miró. En su memoria tiene una larga lista de pintores y escultores españoles y habla de ellos con entusiasmo y con conocimiento. Finalmente, para que su libro sobre Tàpies no fuera una recolección de recuerdos de lo que él había visto en el pasado, Roland Penrose se trasladó a Barcelona, una ciudad que ama, para visitar el estudio del pintor, y a Saint Paul, en Francia, para ver la últim.a exposición de su personaje. El resultado ha sido un libro breve pero enjundioso,cuyas pruebas ya están corregidas.

En cierto modo, el libro que Penrose ha escrito sobre Tápies es la última parte de una trilogía, cuyos volúmenes anteriores fueron los que dedicó a Pablo Picasso y Joan Miró.

Sobre las conexiones que Tápies tiene con sus inmediatos antecesores, Penrose dice: «Yo creo que él comparte con los otros dos un pasado similar. Por diferentes razones, la juventud de todos ellos fue dramática. Los tres proceden de Barcelona, aunque Picasso no sea natural, de Cataluña. Pero estuvo allí y aquella ciudad marca mucho. Los tres se muestran severos y rigurosos en la elección de sus colores y de sus temas. Y cada uno de ellos está a la cabeza de su grupo generacional respectivo.»

«La primera exposición de Tápies que yo tuve oportunidad de ver fue la que hizo en París en 1953. Ya entonces pensé que aquél era un extraordinari:o joven pintor. Lo que entonces me interesó y me sigue interesando ahora, es su capacidad poética para tomar los objetos más simples y darles un significado histórico, una dimensión inesperada. Hay mucho que decir de Tápies. He tratado de hablar de él sin explicarlo, porque creo que cuando un crítico explica la pintura la traiciona irremediablemente. No, no quiero decir que esté en contra de la crítica de arte. Pienso que el arte debe ser criticado. Explicarlo es otra cosay eso es lo que hacen algunos críticos.»

Lamentablemente, nos cuenta Roland Penrose, «los ingleses vieron hace unos años una exposición de Tápies que no reflejaba las verdaderas intenciones de este pintor. La exposición se hizo en la Hayward Crallery y ni estuvo bien elegida ni fue colgada adecuadamente. La que acabo de ver en Saint Paul sí cumplía, con todos los requisitos necesarios de una gran exposición, de modo que el público francés pudo admirar la verdadera dimensión de Antoni Tápies, que es para mí uno de los grandes de este siglo».

Picasso, una experiencia extraordinaria

Después de haber acabado su libro sobre Tápies, Roland Penrose trabaja en la preparación de una gran antología surrealista, que podrá verse en la ya citada Hayward Gallery de Londres dentro de dos años. El se ocupa de la parte relativa a la actividad surrealista en París en las décadas de los veinte y de los treinta. Entre los españoles que figurarán en la selección están Picasso y Miró, por supuesto, y el tinerfeño. Oscar Domínguez.En esa época cuya significación estudia ahora, Penrose fue un protagonista destacado del surrealismo europeo. Cuando sólo tenía veintidós años, hace cincuenta, se trasladó a París con este propósito: «Yo quería alejarme de mi familia y empezar a hacer todo lo que pudiera desaprobar mi padre, que era un artista académico.» Penrose se inició en la pintura; conoció a Max Ernst, se hizo amigo de Braque y se quedó fascinado con la vida surrealista. Entonces se dedicó más a vivir que a pintar y terminó considerando que acaso era mejor contar lo que veía que hacer líneas sobre un lienzo.

En ese tiempo conoció a Picasso. La amistad de Penrose con el pintor malagueño fue muy estrecha.

«Para mí -dice el crítico inglés-, Picasso ha sido una de las experiencias más extraordinarias de mi vida. Lo que más me entusiasmaba de él era el poder que tenía para sobrepasar las circunstancia dramáticas por las que pasó. Jamás fue asesinado por ellas, sino que hizo de esas dificultades un punto de partida para ofrecer una creación insuperable. Yo estaba en su casa, con Henry Moore, cuando en 1937 empezó a pintar Guernica, que es una muestra genial de ese poderío del que hablamos. Pablo era tan vasto, tan profundo... Su sensibilidad estaba a flor de piel y reaccionaba con amargura ante una situación mundial que jamás ha dejado de ser desastrosa. Yo creo que él conseguía ahogar la tragedia porque su interés iba más allá de la política y de las matanzas a las que asistimos antes y ahora. A él le entusiasmaba la belleza que quedaba en medio de todo, las mujeres, las flores, el paisaje y la poesía. ¿Las ideas que repetía con más frecuencia? Quizá de lo que habláramos más nosotros dos era del lenguaje del arte. ¿La muerte? Sí, yo creo que él estaba preocupado por la muerte, pero sólo porque la suya propia iba a significar el final de la posibilidad de pintar. Su obsesión por la muerte la ilustraba acaso el hecho de que su espectáculo favorito fue el de la corrida de toros.»

Roland Penrose, que preside en Londres el Instituto de las Artes Contemporáneas, el popular ICA, ha organizado en esta institución muchas exposiciones que han tratado de mostrar al público británico los exponentes principales del arte de vanguardia que se hace en el mundo. En diferentes períodos de la larga historia del ICA, que fue fundado, entre otros, por Herbert Reed y por el propio Penrose, han pasado los tres temas españoles del crítico inglés: Picasso, Miró y Tápies han colgado obras suyas en este reducto de la informalidad que se mantiene cerca de Trafalgar Square.

El ICA y la Fundación Miró

«El ICA ha crecido enormemente. Desde los tiempos en que Picasso vino a visitar el Instituto y firmó en su libro de honor, el Instituto ha dejado de ser una especie de sala de pintura para convertirse en un complejo artístico en el que caben el teatro de vanguardia, el cine underground y, por ejemplo, una exposición de cometas después de una de Man Ray.» Penrose, que acaba de estar en Barcelona viendo el edificio que hizo Josep Lluis Sert para la -Fundación Miró, dice que quizá el ICA y ese nuevo centro artístico barcelonés podrían establecer una -colaboración fructífera para ambos. En cuanto al ICA, Penrose se muestra orgulloso de la independencia que ha preservado a lo largo de los años: «Nosotros somos independientes e internacionales. Nadie nos obliga a nada, aunque el Gobierno nos preste dinero para subsistir.»

El surrealismo no está muerto

De nuevo sobre la exposición surrealista que la Hayward Gallery prepara, le preguntamos a Penrose sobre la vitalidad que puede tener todavía el movimiento al que él perteneció. «El surrealismo -dice- no puede estar muerto, porque pertenece a la tradición de este siglo y porque no nació de la nada ni se fabricó para sí una torre de marfil. Nos formamos a partir de las teorías de Freud y de Jung y estudiamos el materialismo dialéctico. Fue una lástima que todo se quebrara a causa de la guerra. Una vez superada ésta era muy difícil que el grupo se reuniera de nuevo. Pero nuestras ideas siguen viviendo. Nosotros queríamos hacer realidad lo que dijo Lautreamont: "El arte es para todos y no para uno solo", o lo que escribió Rimbaud sobre la necesidad de "cambiar la vida". La nuestra no era una respuesta política, porque la política no resuelve nada. La nuestra era una postura vital. En el aspecto político lo teníamos todo muy bien claro: a un lado estaban los nazis y los fascistas, con los que no queríamos saber nada, yal otro lado estaba la democracia. No había que discuti: la opción era obvia.»-Miró coincidió con usted en París en la época de esplendor surrealista. ¿Cuál cree usted que fue la contribución de este pintor catalán al movimiento surrealista europeo?

-Lo que Miró le ha dado al arte en general es muy singular. El ha trasplantado a su pintura su pasado en los campos catalanes, en Barcelona y sus contactos con los surrealistas. Yo creo que su contribución al surrealismo fue vital. El tenía una virtud que sigue conservando: parece infantil y espontáneo cuando en realidad es profundo y elaborado. En el edificio de la Fundación Miró hay una exposición de los dibujos que precedieron a algunos de los cuadros que pintó a mediados de los años 20, al comienzo de su período surrealista; todo el mundo pensó entonces que aquélla era una obra espontánea, que le salía sin dificultad; pero no era así. En los dibujos de que hablo se puede ver ahora con qué cuidado resolvía sus dibujos, cambiando líneas hasta que llegaba a lo que él debía considerar «la obra perfecta», que a pesar de estar tan reelaborada seguía pareciendo espontánea.

Penrose habla luego de otro superviviente surrealista: André Mason, uno de los grandes amigos de Miró. «Espero que la obra de esta gente, cuya contribución al arte no se ha entendido completamente todavía, sea apreciada por los ingleses con la mejor perspectiva en la exposición que preparamos.»

Si en lugar de organizar esa exposición en una sala tradicional, Penrose decidiera abrir su casa al público inglés, éste hallaría una perspectiva igualmente válida del movimiento surrealista. la cocina de su domicilio de Kensington, en Londres, está cubierta de Picassos, Braques, Mirós, etcétera. Son los cuadros que no han podido caber en las paredes de un salón cubierto por una colección sensacional donde las firmas de los mejores surrealistas aparecen siempre debajo de una dedicatoria a aquel joven británico que se marchó a París para indignar a su padre y que luego se convirtió en uno de los espectadores más activos del surrealismo europeo. Ahora es también un testigo de excepción del arte contemporáneo de España. Roland Penrose, que tiene el título de sir por su contribución al mundo de la cultura británica, ya está tras la pista de otros artistas hispanos que quizá sean objeto de su estudio en cuanto liquide la selección que ahora prepara.

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