"Tenemos que contribuir a la democratización y al desarrollo económico de España"
Jordi Pujol es un hombre relevante de la vida catalana y uno de los políticos catalanes más conocidos en España. Informaciones muy fundadas le señalan como figura clave en el diálogo en ciernes entre Cataluña y el poder central. Pujol expone sus criterios sobre la actualidad política en una entrevista mantenida con
Jordi Pujol nació hace cuarenta y seis años. Estudió Medicina, carrera que jamás ha ejercido. Por el camino de la reflexión intelectual -lo cual no es excesivamente frecuente- se convirtió en un catalanista activo.Intentó -estamos en los años cincuenta- ser consecuente con sus ideas en el seno de organizaciones católicas. Allí empezó una difícil tarea, que era cultural, lingüística, religiosa y, desde luego, política.
En mayo de 1960 el general Franco visita Barcelona. Antes ha habido algunas medidas destinadas a calmar unos ánimos muy excitados. La más importante ha sido la destitución de Luis de Galinsoga como director de La Vanguardia y anticatalán notorio. Pero, obviamente, con ello no basta. Aparecen unas banderas catalanas en lo alto del templo de la Sagrada Familia.
Poco después, en un concierto en el Palau de la Musica Catalana -que en aquellos años llevaba el reprimido nombre de Palacio de la Música-, se incluye en el programa el Cant de la Senyera, loa a la bandera catalana que había sido suprimido en 1939. En el último momento se anula su interpretación. Altas personalidades del Estado están presentes. Hay incidentes y detenciones. Se sigue un hilo y se llega a Jordi Pujol. Se le acusa de haber redactado y hecho imprimir una octavilla en la que se da una determinada imagen del jefe del Estado.
Un consejo de guerra condena a Pujol a siete años de cárcel. Cumple dos años y siete meses de pena, más ocho meses de destierro. Paralelamente -y en gran parte desde la propia cárcel- contribuye decisivamente a fundar Banca Catalana, cuya vicepresidencia ejecutiva ha abandonado en 1976 para dedicarse a hacer política, desde su cargo de secretario general de Convergencia Democrática de Catalunya. Fue la culminación de lo que había anunciado, en una conferencia memorable, en enero de 1975: pasar del fer pais (hacer país), al fer politica (hacer política).
Cataluña, en la negociación
El primer tema de la conversación se centra en la relación entre la oposición española y la catalana, particularmente en la perspectiva del próximo encuentro -el día 24- entre Coordinación Democrática (CD) y el Consell de Forces Politiques de Catalunya (CFPC), así como ante las próximas negociaciones con el Gobierno, en las que Pujol jugará fuerte.-Cataluña necesita presentarse a las negociaciones con el Gobierno y con la oposición con una actitud unitaria, tanto en lo que respecta a su reivindicación nacional como en lo referente a las libertades democráticas. En el primer punto es evidente que los únicos que reivindicamos nuestros propios derechos nacionales somos los catalanes, mientras que en el tema de las libertades puede haber coincidencias con la oposición española. En Cataluña está muy extendida la idea de no dejarse absorber por Coordinación Democrática. Hay una oposición a toda posible incorporación -tanto franca como disimulada- del CFPC a Coordinación Democrática (CD), si bien admitimos que exista una colaboración.
-¿Qué problema será de más difícil solución: el de las libertades democráticas o el de las autonomías que se buscan dentro del Estado español?
-Estoy convencido que el problema que será más difícil de solucionar de una manera positiva será el de la cuestión nacional. No será, desde luego, el de las libertades democráticas ni el de la legalización de los comunistas o el de la libertad sindical. Es por ello por lo que los catalanes -y también los vascos y los gallegos- hemos de estar alerta en cualquier negociación- en la que participemos, en el sentido de no permitir el que seamos pagados con buenas palabras, tales como podrían ser: «Más adelante hablaremos de vuestros problemas». Hemos de tener muy presente que la tentación de dejarnos en la cuneta será grande. Pero los políticos españoles han de comprender que si después de 37 años de persecución, nuestras aspiraciones continúan existiendo, con la fuerza que diariamente puede comprobarse, ello significa que se trata de algo básico y fundamental. De algo que toda España debe desear solucionar de forma urgente.
Necesidad popular
-Se dice en ocasiones que la afirmación catalana está basada en un presunto egoísmo. ¿Cuál es su opinión al respecto?-Por un lado, nosotros necesitamos el Estatuto de 1932 y la democracia, para poder atender mejor a unas necesidades que nuestro pueblo tiene, muchas de las cuales no son lingüísticas ni culturales, en el sentido nacional de la palabra, sino que son de infraestructura social. Esta necesidad la compaginamos con el deseo de colaborar en la solución de problemas fundamentales que tiene planteados España, como son el desequilibrio regional y el subdesarrollo de determinadas áreas. Ahora aportamos al resto de España más de lo que recibimos y sabemos perfectamente que en una España democrática ello continuará siendo así. Pero quisiéramos que este hecho se diera en un marco que comportara, por un lado, el reconocimiento de nuestra personalidad nacional y de las instituciones que ello implique, y, por otro lado, una situación general española de carácter democrático, la cual permitiese un debate presupuestario, una ordenación territorial y una planificación económica a nivel de todo el Estado.
-¿Cuál debe ser la aportación catalana a España, en el orden estrictamente político?
-En este terreno, Cataluña ha de intentar contribuir positivamente en dos direcciones. En primer lugar, ha de ser un factor importante de democratización y, a continuación, debe proponerse colaborar al desarrollo económico de toda España.
-¿Considera que el Gobierno es consciente de la importancia de lo que podríamos llamar lema catalán?
De la misma manera que el Gobierno adquirió conciencia de que, para la normalización democrática, era necesaria la amnistía y la legalización de los partidos, llegará a convencerse de la gravedad de los hechos nacionales e intentará darles una respuesta positiva. Estoy seguro de que verá con claridad que no se trata de hechos basados en la actitud de minorías. En este sentido, consideramos -tanto mi partido como yo mismo- que es acertado el planteamiento formulado por el presidente de la Generalidad de Cataluña, señalando la necesidad de una negociación entre el Gobierno y, los órganos políticos catalanes, incluida la propia Generalidad. Si no se ponen las bases de la solución de nuestro problema nacional -la solución total no es posible por ahora-, y ello en la línea del Estatuto de 1932, existe el peligro de que Cataluña se mantenga al margen de todos los hechos que han de llevarnos a un nuevo régimen político en España. Esto último podría tener gravísimas consecuencias, ya que también sería la actitud que adoptarían el País Vasco, el País Valenciano y Galicia.
-¿Cómo ve la participación catalana en unas futuras elecciones generales?
-Por poco que ello sea posible, creo que se ha de ir a las elecciones, en base a dos consideraciones. Primero, por cuanto que factor rupturista de extraordinaria importancia y, en segundo lugar por el hecho de que es urgente definir representatividades; de otra manera el país no puede funcionar: nadie tendría autoridad política ni moral para mandar. Para que nuestra participación en las elecciones sea posible éstas se han de desarrollar con plenitud de libertades democráticas y con garantías. Además, en nuestro caso concreto son precisas unas decisiones específicas referentes al reconocimiento de nuestra personalidad como pueblo. Serían necesarias medidas concretas en el terreno de la lengua y de la enseñanza. Implicarían cambios importantes cara a la credibilidad de las propuestas del Gobierno y, por tanto, determinarían la respuesta de Cataluña.
-Por parte del Gobierno, ha habido ya un cambio de óptica con relación a Cataluña?
-No es seguro que ello se haya producido. Lo que sí se ha dado es un deseo de hacer avanzar el país más de acuerdo con la oposición, y ello en la perspectiva de instaurar un régimen democrático. Esperemos que este cambio positivo se manifieste también respecto a la problemática concreta de Cataluña.
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