Aumento del paro y de la población inactiva
El Instituto Nacional de Estadística (INE) ha distribuido a fines del mes de julio los resultados de la encuesta de población activa (EPA) correspondientes al segundo trimestre de 1976. La nula publicidad dada por el INE a tales resultados puede estar motivada por la «oficialidad» de las cifras de paro estimado y registrado, tan diferentes a las correspondientes presentadas en la EPA. No deja de sorprender que en España se considere oficial a una estadística (paro estimado por el Ministerio de Trabajo) cuya metodología se desconoce públicamente. Como contraste de lo anterior, desde el inicio de la encuesta de población activa el INE ha informado de forma adecuada sobre la metodología y limitaciones de la misma.Los resultados de la EPA, junto con los indicadores a corto plazo correspondientes a los precios de consumo y al comercio exterior, constituyen en la actualidad una de las informaciones más valiosas para conocer la marcha de la economía española. De entre tales resultados, las cifras más divulgadas son las correspondientes al paro, siendo así que éstas no son ciertamente las magnitudes más importantes de cuantas proporciona información la encuesta.
Estancamiento del mercado de empleo
El avance de la EPA para el segundo trimestre de 1976 (1976.II) confirma con sus resultados la difícil situación económica del país, situación que concuerda con la marcha de otros indicadores, como son los presentados por las encuestas de opiniones empresariales de mayo y junio del Ministerio de Industria. Así, según la EPA, la población activa ha disminuido por tercer trimestre consecutivo, cayendo la tasa de actividad (porcentaje de población activa sobre población total) de la economía española hasta un 37,4 por 100. El descenso de la población activa, que incluye población ocupada, parados, temporeros sin trabajo y activos residentes en el extranjero, no es más que un reflejo del estancamiento de la demanda de fuerza de trabajo.En un artículo publicado en la revista Información Comercial Española, de diciembre de 1974, «El futuro de la población española»,
Págs. 22-23, el economista y demógrafo Joaquín Leguina ponía de manifiesto cómo, al acentuarse la diferencia entre oferta y demanda de mano de obra, tal desfase se salda a través de las tres vías siguientes: emigración, aumento del paro y reducción de forma inducida de la oferta de trabajo. Puesto que la emigración a Europa es casi simbólica en la actualidad, la fuerza de trabajo española debe pasar o bien a engrosar el paro o bien a dejar de buscar empleo, apareciendo entonces como inactiva. El paro resulta, pues, un concepto sumamente limitado, puesto que una parte de la mano de obra que aparece como inactiva, sobre todo población femenina, pasaría a ser activa si la demanda de trabajo lo permitiera. En resumen, los resultados de la EPA para 1976.II indican, en primer lugar, un aumento dle los parados (incluidos temporeros sin trabajo) respecto al trimestre precedente, alcanzando en términos absolutos los 729,7 miles c le personas, lo que supone un 5,5 por 100 de la población activa. En segundo lugar, y esto es más importante, un descenso de la cifra de población ocupada respecto de los trimestres anteriores, con lo que el porcentaje de personas con empleo respecto de la población de catorce y, más años ha disminuido nuevamente (ver cuadro l).
En los últimos meses se han realzado en España varias predicciones acerca del nivel futuro de la cifra de parados. La evolución de esta magnitud dependerá del crecimiento de la oferta de trabajo por un lado, y del aumento de la demanda de mano d e obra por otro. La demanda de empleo está, a su vez, relacionada directamente con el crecimiento del producto industrial bruto e inversamente con el aumento de la productividad por Persona ocupada. Teniendo en cuenta que en 1976 los aumentos de producción van a tener lugar a base de aumentos de productividad, la creación de nuevos puestos de trabajo va a resultar prácticamente nula en este año. Según previsiones de J. Leguina en el citado artículo, la población activa debe crecer en 1976 a un ritmo situado entorno al 1,3 por 100. Esto supone que a finales de año la diferencia entre la oferta de fuerza de trabajo y la demanda de la misma, partiendo de los niveles existentes a fines de 1975, va a situarse alrededor de 900.000 personas. Si en el último trimestre de 1976 no aparece esta cifra como la correspondiente al total de parados, se derivará del hecho de que una parte de dicho total se habrá distribuido entre parados e inactivos (vía paro encubierto). Una vez más las cifras de paro no reflejarán por sí mismas el problema real del mercado de trabajo, aunque es prácticamente seguro que a fines de año la cuantía de los parados que estime la EPA superarán las 729.700 personas a que ascendieron, por término medio, en 1976.II
A niveles regionales, la situación puede hacerse dramática conforme avance el año, sobre todo en los puntos más deprimidos del país. La evolución reciente de la demanda interior y exterior, así como de los niveles de producción y actividad (a pesar de lo que indiquen las nunca más que ahora susceptibles de confusión tasas de crecimiento sobre igual período del año anterior) induce a pensar que sólo a partir de 1977, y en la medida en que se acelere el crecimiento del producto industrial bruto y que éste supere netamente los aumentos de la productividad -persona , podrá empezar a disminuir el elevado exceso de oferta que en la actualidad aparece en el mercado de trabajo español.
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