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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Humor de la escuela de Madrid

Mercedes Ballesteros ha venido distinguiéndose en sus libros por la calidad de un humor aplicado a la vida y costumbres de los españoles como materia prima. Sobre los españoles ciudadanos y en la mayoría de los casos, como por antonomasia, de los madrileños, porque si buena parte de los sesgos literarios son circunstanciales, cuando no autobiográficos en una u otra medida, el del humor se fija tenazmente en la circunstancia del humorista, y por eso deriva con tanta frecuencia al periodismo y a la crónica.En este aspecto, y como en otros de sus libros, Mercedes Ballesteros trata de la gente, que ella llama (y lleva su elección al título del volumen) el personal, tomando la expresión popular, nada imprecisa por otra parte. Podemos pensar que el libro de Ortega El hombre y la gente no perdería nada con titularse El hombre y el personal, sino alguna belleza externa. De la gente, de su circunstancia y de sus vicisitudes comunes, trata la autora en artículos, escenas, bocetos de humor y, para subrayar la estacionalidad de las costumbres del personal que bulle, vive y se agita en nuestro torno, el libro admite escenas de invierno, de primavera, de verano y de otoño, trazadas desde el centro de la personalidad de la escritora de humor, culta, sensible, definida por un tiempo, ceñida por unas costumbres; matizada por los prismas del ama de casa cuyas circunstancias familiares son embajadoras, descubridoras de costumbres. Los'escritos de humor retratan mucho a sus autores.

El personal,

de Mercedes Ballesteros. Barcelona. Ediciones Destino. 1976.233 páginas.

El Madrid romántico

Y su porción, tan vital, de costumbrismo añade a ese retrato el de la época, con sus tics visibles, del mismo modo que la lectura de las Escenas matritenses, de Mesonero Romanos, nos llevan al conocimiento de la vida, del Madrid romántico. El escritor costumbrista de antaño traía en su copo de red, tan minucioso y realista, tan rico en los procesos descriptivos, más testimonio analítico, conforme, pero tampoco es de desdeñar el que el humorista de nuestro tiempo trae en suspensión, dentro del talante descriptivo sin copado, ceñido, resultado del proceso electivo de rasgos significantes que se usa modernamente.En uno y otro sentido, El personal traza, como en el título de la novela de Boll, unos retratos de grupo social, con señora en el centro, que es la autora, escritora de fino humor, que podríamos llamar, como en la pintura, propio de la escuela de Madrid, entre costumbrista y zumbón, suavemente escéptico de la nostalgia y del futuro, estoico ante el panorama presente, que se acepta porque «es lo que hay, sin que lo alumbre eIfulgor de ninguna perdida Arcadia ni del paraíso futuro. Entre el cúmulo de gentes, escenas y situaciones de El personal, todo un cuadro de humor que no pisa jamás los predios resbaladizos, ácidos, de la respública nos convoca a adentramos en él por la lectura, como viejos amigos burgueses.

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