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Discusiones estériles en la Conferencia del Mar

La Conferencia del Mar, en su segunda fase que actualmente se celebra en la sede de las Naciones Unidas, corre el peligro de convertirse en un foro donde concurran opiniones y tendencias personalistas que de continuar pueden hacer estéril la simple permanencia de la conferencia como tal.El secretario de Estado norteamericano, Henry Kissinger, al incorporarse a las sesiones que trabajosamente buscan una solución de principio de cara a un acuerdo final, se ha encontrado con un escenario de discusiones y argumentos con los que Estados Unidos no están dispuesto a transigir sobre la merma de posibilidades de las compañías norteamericanas para explotar las riquezas de los fondos marinos, ni aceptar condiciones no económicas en las 200 millas zonales. En pocas palabras, el secretario de Estado ha venido a decir que no aceptarán conclusiones que perjudiquen los intereses de su país. públicos o privados.

Henry Kissinger habló en términos enérgicos ante la delegación americana. «No permitiremos que nos empujen más allá de ciertos límites.» Posteriormente la declaración fue suavizada en la nota para publicación.

El enfrentamiento de tesis en el seno de la Conferencia tiene dos protagonistas válidos: potencias industriales y países en vías de desarrollo. Los primeros. que tienen o tendrán en breve una tecnología apropiada para la obtención masiva de las riquezas vivas y para la recogida de los minerales actualmente existentes en los fondos marinos, aspiran a que en la Conferencia se legalicen sus posturas y actividades para ser ellas las que se repartan los beneficios como mejor las convenga.

Por su parte, los países en desarrollo buscan el utilizar la técnica desarrollada en una empresa de minería oceánica internacional cuyo propósito únicos cría el enriquecimiento de los países pobres y el empobrecimiento a los ricos.

También los países costeros se encuentran en franca oposición con los países sin costas. Los primeros quieren una zona económica exclusiva de por lo menos 200 millas, en la que su soberanía apenas se diferencie de la del mar territorial que accederían a limitar a doce millas, o sea que además de derechos de pesca y a la explotación de los recursos económicos y minerales puedan regular la Investigación científica y la contaminación, lo que afectaría al libre paso de las naves de otras banderas.

La exclusividad de la zona económica está dispuesta ya que las potencias pesqueras exigen una distribución equitativa de los excelentes, pues gran parte de los países pesqueros tienen una capacidad limitada en cuanto a captura pesquera.

Los países sin costa, la otra parte en litigio, reclaman una serie de derechos de acceso y de participación en las zonas económicas de los costeros tanto en los recursos vivos como minerales. De no ser complacidas en este sentido han afirmado que boicotearán la Conferencia ya que cuentan con el tercio de votos necesarios para bloquear la necesaria aprobación.

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