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El verano teatral de Hospitalet

Paralelamente a la depresión barcelonesa del llamado «teatro comercial» y a la hermosísima anticipación de lo que es y puede seguir siendo un teatro autogestionado -por quienes lo hacen, claro: véase EL PAIS, del pasado domingo-, ese mundo, mal conformado y casi misterioso, de Hospitalet ha atacado frontalmente sus problemas culturales y lo ha hecho con fe, talento y modestia. La mecánica, si yo he entendido bien, y si es posible una simplificación enunciadora, ha sido la siguiente: el Ayuntamiento de la enorme ciudad, de tan curiosa como delicada problemática, tiene a su frente un alcalde lúcido, trabajador y nada servil ni nada aterrorizado, Vicente Capdevila, quien ha encontrado un hueco entre las pavorosas urgencias de la barriada para impulsar la dinámica vida de un Patronato Municipal de Cultura. El Patronato ha propiciado la existencia de la Escola d'Estudis Artistics. Y aquí empieza la pequeña maravilla: la Escola es un traslado a Hospitalet de las gentes que durante quince anos activaron aquellas espléndida aventura que fue la Escuela Adria Gual. Este traslado, claro está, no es oficial. La Adria Gual murió al ser cruelmente desahuciada. Pero lo que era relativamente fácil hacer con la Adria Gual no es fácil hacerlo con Ricard Salvat. Este gran director, gran testarudo, gran ensayista, y gran profesor ha dado a la nostalgia lo que era de la nostalgia -una exposición recordatoria en el Instituto del Teatro, de Barcelona- y ha reconstruido su fecunda lucha pedagógica en un edificio municipal de la calle de Anselm Clavé, de Hospitalet. La escuela es sencilla, sus medios técnicos son modestos, su instalación es espartana, pero su profesorado -que incluye ahora, junto a las gentes del teatro, a las del cine- es apasionado y competente. La escuela funciona y está a punto de alcanzar la plena integración social con los vecinos de la lógicamente conflictiva barriada. El curso ha sido brillante. Salvat y sus gentes podían haber descansado este verano. Pero no lo han hecho.Él Patronato Municipal de Cultura -y la Escola, claro está- han afrontado tres brillantes empresas: los Festivales Populares de Verano, la I Selmana de Teatre, y la Semana de Homenaje a Luis Berlanga. El homenaje a Berlanga, muy popular, estaba, por supuesto, incluido en los Festivales. Ha resultado entrañable. En el insólito parque de Can Buxeres, al aire libre, Berlanga ha visto desfilar su obra «casi» completa y ha participado día a día, con sencillez, claridad y cachaza, en las largas mesas redondas iinalíticas. Nadie pontificó. Ponentes y participantes se limitaron a dilucidar, desde sus propias limitaciones, los aspectos más concluyentes de la obra berlanguiana. Habrá que referirse, desde ahora, a esta Semana, para una comprensión de la obra del gran real Izador.

En el terreno específicamente teatral los dos acontecimientos de este apasionado verano cultural de Hospitalet han sido la I Setmana de Teatre y los Festivales Populares.

La I Semana de Teatro

I Setmana de Teatre. Resultado de un plan bello y ambicioso propiciado por la Escola. Tres espectáculos diarios y otras tantas mesas de estudio. La intención de los espectáculos se escalonaba desde la búsqueda del contacto popular directo a la experiencia investigadora de nuevos campos dramáticos. Y así fueron los resultados, según me cuentan, ya que, personalmente, no fui testigo de la Semana: Las criadas y Estricta vigilancia, de Genet, en versión catalana, no interesaron en lo más mínimo a los vecinos de Hospitalet. Se trataba, por supuesto, de dos excelentes montajes. Y de dos textos cuya definición inconformista es indiscutible. Pero ni la lírica de Genet ni la poética de los montajes tenían nada que ver con las cu,riosidades, hoy, allí, de una masa , popular. Permanece, en cambio, sin clarificar el hipotético resultado de una confrontación popular de El dragón, de Schwartz, montado con insuficiente capacidad.

En cambio, conectaron mejor con la sensibilidad del público el Woyzeck, de Büchner, montado por las gentes de El buho; Juan de Mairena, un homenaje a Antonio Machado; La pau... (retorna a Atenas), de versión de Rodolfo Sirera de Lapaz, de Aristófanes; Dispara Flanaghan y Ratas y rateros, de Jordi Teixidor; Preguntas y respuestas sobre la vida y muerte de Francisco Layret y Nomec soc poeta. Salvat-Papasseit i la seva época. Estos dos espectáculos representan la vida más lúcida para el tratamiento de un teatro de reflexión y, a la vez, de garra popular.

Teatro documento

María Aurella Capmani y Xavier Romeu definen su Layret como «una reflexión sobre una tragedia política y unas conclusiones naturalmente políticas». Francesc Layret, abogado laboralista catalán, fue asesinado el 30 de noviembre de 1920 por los pistoleros del Sindicato Libre, tan tristemente famoso. Layret centra, en el espectáculo, los intereses de clase que configuran el fresco histórico de la Cataluña del primer tercio de siglo. EL PAIS difundió, hace poco, las normas básicas del teatro-documento. Aquí se cumplen limpiamente. La selección del material ya presupone un punto de vista crítico. La drarnaturgia se aleja del hombre y se acerca a la época.

Salvat, por su parte, firma, como autor y director, el espectáculo sobre Salvat-Papasseit, el poeta y proletario muerto hace ahora algo más de cincuenta años. La dura vida de Salvat-Papaseit -asesinato del padre, hambre, trabajos manuales, tuberculosis- y su rica vida poética -especialmente vinculado a una publicación de curioso título «ibseniano»: Un enemigo del pueblo- permiten a Ricard Salvat, como a su protagonista, una alternancia o coincidencia de ritmos didácticos y dramatizaciones naturalistas, que hacen al espectáculo alcanzar la ambiciosa diana propuesta: ser entendido por todos. (He dicho por todos. Curiosamente, la primera parte del espectáculo, Només soc poeta, engloba una panorámica de la obra de Papasseit y fue estrenada en el Colegio de Arquitectos de Barcelona. La segunda parte, Peró la joia és meva, revisión de la biografía de Salvat-Papasseit, fue presentada ¡nicialmente, a los residentes del Hospital Psiquiátrico de Llobregat.)

Los Festivales Populares

Festivales Populares de Verano. Centro de la actividad cultural de Hospitalet, los festivales han buscado una total impregnación de la población, distribuyéndose por los distritos del Centro, Santa Eulalia, ColIblanc-Torrasa, Bellvitge y Florida, en el parque de Can Buxeres, patio del colegio Bernat Metgé, patio del colegio Joaquín Ruyra, plaza del Avis y patio del colegio Santiago Apóstol. Los espectáculos presentados fueron: Helena a Villa del Baró Zodiaz, espectáculo infantil de la compañía Pepa Palau; Ara va de bo, también para niños, por el grupo Xiula Maula; Lapau... (retorna a Atenas), por el Grup Casal de Mataró; Francesc Layret, por La Roda; El dragón, por el Grup d'Acció Teatral; Plu y fa sol, por los Comediants; el Ballet Contemporani de Barcelona; Esbart dansafre Sant Isidre,- La Murga,- Camelamos naquerar y el estreno de Bodas que fueron famosas del Pindango y la Fandanga, de José María Rodríguez Méndez.

Este resumen no puede cerrarse con la glacialidad de un acta. EL PAIS ha analizado -el pasado domingo- la espléndida experiencia de los actores barceloneses, que han afrontado la programación del Teatro Griego de MontJuich, coherentes con su pensamiento sobre la gestión cultural y laboral del mundo del teatro. Al considerar hoy el esfuerzo de Hospitalet deseamos a sus gentes idéntica ventura para el futuro: la plena simbiosis de la ciudad con su Patronato de Cultura, su Escola D'Estudis Artistics, sus festivales, sus semanas, su teatro, su propia vida.

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