Francia rechaza la "política nuclear" de Kissinger con Pakistán
Francia respondió categóricamente, «no», a Kissinger, a propósito de las intenciones, de este último, de prohibir la venta, a Pakistán, de una fábrica nuclear. El secretario de Estado americano abandonó, ayer, Deauville, en donde descansó tres días, camino de Holanda, para entrevistarse con su colega de La Haya, Van der Stoel. Antes de coger el avión declaró: «Encontraremos una solución a partir de la base de una discusión tripartita», recordando, al mismo tiempo, que «la no proliferación nuclear interesa a toda la humanidad».Pocos después, el primer ministro francés, Chirac, respondió públicamente al Metternich americano: «Es una cuestión de soberanía». Para Chirac, líder de los gaullistas (su «idea de Francia» se basa en la independencia nacional), se trata de un asunto entre Pakistán y Francia. «Y de ninguna manera -subrayó-, corresponde a un país tercero, mezclarse en lo que afecta a dos países soberanos».
Interrogado, Chirac, sobre las razones profundas de la «ingerencia» americana, convino en que han influido los tres motivos ya resaltados por la opinión los últimos días: comerciales, hegemónicos y, sobre todo, de política interior, es decir, electorales. Recuérdese que los dos candidatos a la Casa Blanca defienden la no proliferación de armas nucleares.
El indicio de ambigüedad de la actitud d.e las autoridades de Lahore (capital de Pakistán) pudiese obedecer a su condición «de inferioridad», ya que los Estados Unidos le amenazaron con retirarle la ayuda económica, ya establecida, para los tres años próximos. Pero nada deja entender que esta «ingerencia» americana llegue hasta las últimas consecuencias. Los contactos diplomáticos, que rechaza Francia y admite Pakistán, se supone alargarán el tiempo hasta las elecciones americanas, el otoño inmediato. La moraleja, a la vista de este incidente, por parte de los observadores, deja claro que, a pesar de la mala prensa del átomo, entre las poblaciones de todos los países, la proliferación nuclear es un hecho, determinado por los intereses políticos y militares.
En definitiva, no se excluye, dado el tono de Chirac, que las relaciones francoamericanas se resientan.
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