Preguntas sin respuestas

Hace va casi medio siglo, uno de los temas más controvertidos en la ciencia y en el puro entretenimiento fue el de las relaciones con el más allá. Es verdad que el hombre, desde antiguo, siempre tuvo tal preocupación, pero sólo entonces, el cine, espejo de costumbres, dio testimonio de tal fenómeno, apresurándose a incorporarlo a su temática, a lo largo de historias en las que las relaciones con otros mundos y con nuestro mundo interior se ofrecían a través de lo maravilloso o lo fantástico, pasadas, según el talento del realizador, por el tamiz del humor o el melodrama.Hoy que el ir y venir de ideas, creencias, temas y prácticas más o menos ocultas trae hasta. nosotros un nuevo interés por nuestro propio yo, todos reconocemos la eterna afición del hombre a evadirse de una vida que apenas le satisface, que, por lo general, calla ante las eternas preguntas planteadas desde su nacimiento y que arrastra hasta su muerte sin clara respuesta.

Parapsicología, brujería, zen, esconden bajo un aspecto frívolo que les confieren sus santones inevitables un interés de siempre por lo que no llegamos a entender, por lo que no está a nuestro alcance y sólo se nos muestra con recelo y misterio envuelto en el atrayente colorido de lo exótico. Esta vez, sin embargo, no se trata del más allá, sino de nuestro propio interior, de nuestra capacidad de llegar a ser felices en una lociedad donde todo se halla ideado, programado, dielerido por y para nosotros, donde el hombre alcanza la libertad particular de no participar en ese caldo -ajeno y hedonista a la vez, donde flota su vida.

Así, la protagonista de esta historia, miembro de una burguesía dorada, alienada, sin problemas apenas, a causa de un acontecimiento extraordinario, vine a entrar en contacto, sin apenas proponérselo, sin buscar en un principlo ningauna clase de respuesta, con su propio yo. con su propio vacío interior, que intentará llenar al final de alguna manera, asistiendo a una serie de experiencias más o menos esotéricas. El filme desde entonces se convierte en una especie de documental, a través del cual se nos muestran desordenadamente tales prácticas. La historia se vuelve confusa, pierde aliento y cansa. Sin progresión dramática, salvo en la evolución que la mujer experimenta, exteriormente sobre todo, pues de lo que en su interior sucede, nada se nos explica, el filme discurre a lo largo de imágenes más o menos afortunadas, subrayadas en gran parte por una serie de músicas que, a veces, suenan bien, y otras caen en los tópicos orientales.

Seguramente este mundo de gurús existe, con sus discípulos, sus prácticas y sus teorías, no es preciso sino asomarse a los periódicos, donde se anuncian tan profusamente, mas el que aquí se nos ofrece parece poco claro, poco ameno o científico. Una leve anécdota policiaca sirve para dar principio y fin a esta historia en la que sobresale Fernando Rey en su primer personaje principal a nivel internacional, después de su gran éxito en Tristana.