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Tribuna:DIARIO DE UN SNOB
Tribuna
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Mujeres

Me escribe Milagro Laín Entralgo una de sus cartas tremeridas, terribles, revolucionarias, una de esas cartas que me dan moral subversiva, por lo menos, hasta la próxima legislatura de las Cortes. Hay ahora unos parlamentarios que piden la abolición de las Cortes, por cierto. Serán los mismos que el otro día pedían la abolición del Consejo Nacional. Por fin han decidido abolirse a sí mismos. Lástima que entre ellos no estén doña Mónica Plaza ni doña Carmen Cossío, porque esta crónica va de mujeres.Se ha dicho mucho que detrás de todo gran hombre hay una mujer. Detrás de Pedro Laín está Milagro que es pura trilita epistolar. Detrá de mí, que también soy un gran hombre, hay otra mujer, o sea la misma, Milagro Laín, es decir, sus cartas, que son explosivas como la que les mandan a mis queridos amigos Amorós y Rico, los críticos de teatro, sólo que a favor.

-Duro con ellos, Umbral, que los arrollas- suele decirme Milagro Laín de palabra y por escrito.

Pero no es ella sola. Las mujeres andan muy levantiscas en esta season política. Hasta Miss Las Palmas, recién elegida, ha salido diciendo que ella es socialista de Felipe. Y esto mientras le ponían la bandera nacional sobre el cruzado mágico. Convoca usted un concurso para buscar una señorita con las piernas largas y resulta que se encuentra usted con un rojo.

Podían haber elegido directamente a Felipe González, los del concurso de belleza, ahorrándose el trámite de la señorita. Pero no sólo la oposición echa por delante a sus majorettes ideológicas. También el establishment se ha lanzado al cherchez la femme. Esto debió ser lo que le dijo Chirac a Suárez cuando estuvo allí no se sabe a qué, porque nada más venir nombró a la señorita Carmen Díaz de Rivera y de Icaza algo así como ama de llaves o institutriz en el kindergarten de Castellana, 3.

-Lo peor que nos podría pasar es que nos llegara un Pinochet- ha declarado dicha señorita.

En este país de machos y soberanos a la hora del coñac, a las mujeres y a los poetas líricos suele encomendárseles que digan lo que no estaría bien que dijera el padre de familia. Pinochet, el fantasma de Pinochet, como el fantasma del padre de Hamlet, es el que se le aparece al joven presidente en sus insomnios y paseos por los pasillos del búnker. Pinochet, un inconcreto Pinochet genérico y ahistórico, es el terror del subconsciente nacional (oposición y Gobierno) en estos momentos. La señorita Carmen Díaz de Rivera, como es una mano inocente, ha ido y lo ha soltado.

Además de eso, Carmen Díaz de Rivera es el único funcionario guapo que ha tenido el Régimen desde los tiempos del desaparecido Correa Veglison.

-Se olvida usted de Fontana Codina, que tampoco le faltaba estampa.

Qué va. No hay color. Recuerdo al señor Fontana jugando al tenis en un club extra-intramuros. No quedaba mal. Pero la señoríta Díez de Rivera es fascinante. Algo así como el sex-symbol del Gabinete. Yo le hubiese dado a ella ese trofeo sex-symbol que le han dado el otro día a Junior. Desde los buenos tiempos de Ullastres no teníamos nada tan presentable en el Poder. Anda por ahí un libro de izquierdas, inédito, donde se presenta una buena imagen de Ullastres, mire usted por dónde. Pero los niños de derechas que vivimos el trauma infantil de aquellos inspectores de Abastos con bigote de la Gestapo y gafas negras, miramos a la señorita Díez de Rivera y no acabamos de creérnoslo. Para que digan que el Movimiento no se perfecciona a sí mismo. Ahora comprendo que todo estaba atado y bien atado.

En cambio,don Eugenio Montes ha ido a echar una mirada a Dolores Ibarruri, en Roma, y la ha encontrado vieja. Este don Eugenio cada día es más joven. Le recuerdo todavía del brazo de Adriano del Valle, que es como les conocí yo a los dos. Y aún le recuerdo de antes, cuando hacía greguerías. «Los árboles nos contemplan con las manos en los bolsillos». Bueno, pues está lo mismo. Hecho un chaval. Hecho un flecha. Así que Dolores Ibarruri le parece vieja, claro. Pero Dolores ha quedado, muy bien en Roma. Mejor que Carmen Valero en Mentreal, que al final no tuvo suerte. Y Milagro Laín dispuesta a hacer la revolución por correspondencia. Un abrazo, Milagro.

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