_
_
_
_

Nacionalizadas las industrias de construcción naval y aeronáutica

Juan Cruz

La ley de nacionalización de las industrias de construcción naval y aeronáutica ha sido aprobada por el Parlamento británico. La proposición, presentada por el Gobierno, ganó por tres votos de diferencia.

Para obtener esta victoria, los laboristas, que tienen una exigua mayoría, tuvieron que acudir en masa a los Comunes. Incluso tres diputados gravemente enfermos fueron llevados a la Cámara. Uno de ellos, que venía de Escocia, acudió en silla de ruedas. Comentando el hecho, Harold Wilson, ex primer ministro, dijo que no hacía falta nada ya para llevar a los parlamentarios a votar provistos de bombonas de oxígeno, para que no murieran en el intento.Esta situación extrema se ha producido por la negativa de la oposición a seguir acuerdos tradicionales sobre pares. Según tales acuerdos, cuando un diputado del partido que está en el poder se halla enfermo o tiene que ausentarse, otro de la oposición tampoco vota.

Fue precisamente la ley de Nacionalización, que ahora se ha aprobado, la que indujo a la líder conservadora Margaret Thatcher a dar por terminados tales entendimientos de la oposición con el Gobierno.

En principio, la ley de Nacionalización de las industrias de construcción naval y aeronáutica se detuvo en el Parlamento cuando un diputado conservador descubrió irregularidades técnicas cuya consideración hubiera acabado con la legislación, tal como se proponía.

Usando métodos que la oposición consideró poco caballerosos, el Gobierno se las arregló para pasar por encima de esas cuestiones técnicas y consiguió que la ley se siguiera debatiendo en los términos primitivos.

Al aprobarla el Parlamento, el Gobierno ha logrado uno de los principales objetivos que se había propuesto para este año. La ley de Nacionalización de las industrias citadas tiende, según la Administración, a preservar los empleos en las industrias ahora regidas por consorcios familiares, muy, poco dedicados a promocionar Y diversificar sus empresas.

Por principio, los conservadores eran contrarios a la ley. El descubrimiento de las dificultades técnicas que podían haber detenido indefinidamente esta legislación laborista y otras tácticas dilatorias les dieron la esperanza de que sería imposible. La aprobación parlamentaria, al menos en ésta y en la próxima sesión legislativa. Esta termina muy pronto y en la próxima, el Gobierno se tiene que enfrentara los debates sobre la devolución de poderes parlamentarios para Escocia y Gales.

Sin embargo, el Gobierno acudió al sistema de la guillotina, en virtud del cual limitó el tiempo de debate de esta y de cuatro restantes leyes que quería pasar este año. Gracias a ello, la nacionalización de las industrias de los astilleros y de la construcción aeronáutica es ya un hecho, aunque la Cámara de los Lores tiene todavía que dar su aprobación, que se supone será de trámite.

El sistema de la guillotina también enfureció a los conservadores y contribuyó a que Margaret Thatcher mantuviera en vigor su decisión sobrepares. Como consecuencia, la Cámara de los Comunes parecía en la madrugada del viernes una enfermería a la que sólo le faltaban las bombonas de oxígeno, como dijo Harold Wilson.

Para prevenir situaciones como ésta, -que suponen un desprestigio para el Parlamento y un riesgo para la salud de sus miembros-, un comité de diputados estudia la introducción de normas que restauren y fijen el sistema de pares, que hasta ahora había sido simplemente un acuerdo entre caballeros.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_