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Reportaje:Guerrillas en Filipinas

El problema de los musulmanes

El problema de los musulmanes del sur de Filipinas es anterior a la llegada de los españoles. Los malayos de Mindanao y Joló, de religión islámica, atacaban y pirateaban contra los malayos del norte, de Luzón y Visayas, que profesaban religiones mal conocidas. Al llegar los españoles y ocupar estas últimas islas se encontraron como en casa, dando guerra sin cuartel a la morisma. Todavía en la actualidad se llama moros a los musulmanes del sur.Las crónicas de la época española, que duró trescientos treinta y tres años, nos hablan constantemente de triunfales expediciones militares contra los moros. Pese a las victorias conseguidas, no sirvieron para nada, pues las islas australes del archipiélago filipino continúan siendo tan fieles a Mahoma como en el siglo XVI.

Como en otras legislaturas el problema musulmán es el más agudo con que se enfrenta el régimen del presidente Marcos. Un problema interno que modula la política exterior filipina.

La conferencia del ASEAN -abierta el 24 de junio en Manila-, el trágico fallecimiento del presidente de Sabah, Mahomed Fuad, a principios del mismo mes, la inestabilidad de los regímenes de Bangkok y Kuala Lumpur, hacen chirriar nuevamente la delicada y sangrienta situación de las guerrillas musulmanas.

Marcos trata de dar una sólida imagen del régimen

Actualmente, el presidente Marcos, cara a la reunión del Fondo Monetario Internacional en Manila el próximo octubre, no escatima energías para dar una sólida imagen del régimen: rápidas negociaciones con China, con la Unión Soviética y los Estados Unidos. Al ajetreo diplomático suma la demagogia populista en el interior, aunque los resultados no sean satisfactorios por completo. Por ejemplo, la subida del salario mínimo a 10 pesos (entre las 90 y 100 pesetas diarias) no ha provocado el regocijo deseado. Respecto al asunto moro se ha cursado una invitación gubernamental al secretario general de la Conferencia Islámica, que se reunió en Estambul para que visite las islas en conflicto. Pero es difícil que el Gobierno filipino se recupere del fracaso sufrido el año pasado en la Conferencia Islámica de Yeddah ante el triunfo del MNLF (Frente Moro de Liberación Nacional). Las negociaciones y promesas fraternales del Gobierno filipino no llegaron a cuajar, como tampoco tuvo consecuencias positivas la visita que la primera dama, rodeada de aparato propagandístico, realizó a la ciudad islámica de Davao.

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El presidente Marcos y sus ministros ven con inquietud esta cuestión en perpetuo desarreglo, que pone en grave peligro los planes de desarrollo turístico de las provincias del sur, así como la garantía de los pesqueros japoneses. Una sensacionalista cadena de atentados, secuestros y salvajadas por los dos bandos en lucha ha deteriorado la tranquilizadora imagen de Filipinas que se quiere ofrecer oficialmente al exterior.

Ayuda económica libia a la guerrilla musulmana

Desde la anterior conferencia del ASEAN (Asociación de Naciones del Sudeste Asiático), reunida en Bali el pasado mes de febrero, la actividad guerrillera islámica se ha reducido notablemente, debido al compromiso de los países que la integran (Indonesia, Federación- Malaya, Tahilandia y Singapur, además de Filipinas) de impedir el tráfico de armas inglesas con que se abastecían los rebeldes sureños, merced a la entusiasta ayuda económica que les proporcionaba Libia. Miembros del Gobierno filipino han señalado también la participación de Gran Bretaña en esta contienda. El abastecimiento militar, muy reducido, se calcula, según fuentes gubernamentales, que no pasarán de mil los guerrilleros militantes del MNLF, en la actualidad. Las mismas fuentes admiten que cuentan con una amplia base de partidarios y no solamente entre la población musulmana. Esta asciende a unos cinco millones y medio de habitantes, contra dos millones de cristianos. Desde la época norteamericana se intentó solucionar el insoluble problema con la colonización de cristianos, despojando a los musulmanes de sus tierras, lo que administrativamente resultaba fácil por carecer éstos de títulos de propiedad: no hacía falta más que redactarlos y darlos a los nuevos dueños usurpadores. Muchos de estos-colonos, traidos por el propio Gobierno, se han pasado a las guerrillas o les ayudan.

Una firme voluntad de independencia

No se trata solamente de un fanatismo religioso, aumentado por las atrocidades del cotidiano guerrear hasta conseguir una intransigencia irreductible. Hay una firme y consciente voluntad de independencia más que de autonomía, cualquiera de las dos tajantemente negadas por el Gobierno del presidente Marcos. Los argumentos de las discusiones son los habituales. Por parte del Gobierno, que no se puede atentar contra la unidad nacional; por parte de los rebeldesque no se sienten filipinos, que su religión les impide cumplir con las leyes dictadas por Manila (como ejemplo más claro está el divorcio, permitido por el Corán y no reconocido en Filipinas) y quieren formar el Bangsa Moro State, que comprenderla las islas de M indanao, Sulu, Tawi-Tawi, Basilan y Palawan. Los líderes del MNLF, cuyo máximo dirigente parece ser Nur Misuari, cuentan -sin que nada lo confirme- con el apoyo de los países hermanos en religión. Solamente Libia ha contribuido materialmente al movimiento guerrillero además de su gran aliado hasta hace unos meses: Sabah, pieza fundamental en el tráfico de armas, punto clave de cuyo futuro puede depender este conflicto secular.

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