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Los sanfermines, una feria importante

En la reunión previa del jurado de la Feria del Toro, de Pamplona, se planteó cuáles serían los criterios de selección para dilucidar la mejor corrida y la res más brava. Hubo unanimidad en acordar que los premios podrían declararse desiertos, pues se trataba de destacar no el mejor toro y la mejor corrida, ya que había la posibilidad de que estos fueran los mejores entre una suma de mediocridades, sino el toro verdaderamente bravo y la corrida verdaderamente bien presentada, pujante y con casta.

Luego, la realidad superó todas las previsiones: el jurado tuvo sobre el tapete varias corridas premiables en conjunto, varios toros bravos donde elegir. Pocas veces un jurado, en estos últimos años, se habrá encontrado con tantos y tan buenos materiales.Y este ha sido el signo de los sanfermines, una feria de auténtica categoría para el aficionado. Si salvamos la corrida de Arranz-Ramón Sánchez, todas las demás han sido buenas de presentación, como en el caso de los pablorromeros y los torrestrella, y extraordinarias en las restantes. La de Osborne-Domecq, magnífica de trapío, poseyó calidad, aunque adoleció de blandura; la de Guardiola, que ha copado los premios, espectacular de presencia y brava; la de Benítez Cubero, encastada, con gran trapío y defensas pavorosas; la de Martínez Elizondo, mansa, pero una verdadera corrida de toros; los Tulios, serios y hondos, con casta y algún ejemplar bravo que optó a premio.

Una feria así, ejemplar, reconcilia a los aficionados con la fiesta y a su vez hace afición. El público, a pesar de que en la primera parte del serial tuvo motivos más que suficientes para desentenderse de lo que sucedía en el ruedo, dado que en los tendidos hubo pasión política y tensiones, vibró con los incidentes de la lidia, tan llenos de emoción; pudo disfrutar del espectáculo en toda su dimensión.

Como es lógico, una feria así planteada ha tenido que ser especialmente dura para los toreros, y en efecto, otra de las consecuencias que de ella se han podido obtener es que casi todos a lo que más han podido llegar, ha sido a mantener el cartel que tenían. Este es el caso de Alcalde, Márquez y Palomo; mientras que el resto incluimos a Angel Teruel y Niño de la Capea, han perdido cotización artística.

Sólo dos espadas han salido revalorizados de la feria: Santiago Martín «El Viti» y José Mari Manzanares. El Viti ha cuajado en el ruedo de Pamplona, una de las mejores faenas de su vida. Aquel final del muleteo en el que ligaba series de un natural con uno de pecho, con tanta precisión y armonía que casi parecían un solo pase, sometido el toro a su mando, fue además de un conjunto de alta calidad artística, una lección de técnica torera que todos los matadores, en sus distintas categorías, deberían aceptar como paradigma de lo que es parar, templar y mandar, y de lo que es la ligazón de las suertes. Manzanares, por su parte, le hizo, a un Benítez Cubero de gran presencia, una faena de muleta que fue verdadera exquisitez, pura filigrana, y su lección, la del temple y el buen gusto, mucho más caros hoy cuando tanto abundan, incluso entre las figuras, los toreros de maneras toscas y de adocenada, a veces también violenta, interpretación de las suertes.

Otro signo de los sanfermines fue la politización del espectáculo. Tardes y tardes se vio desnaturalizado por la actitud de amplios sectores del público, que irrumpían en gritos y cánticos en petición de amnistía y libertad. La cuestión estuvo en si una plaza de toros es lugar apropiado para este tipo de manifestaciones. No es fácil la respuesta. Efectivamente, quien va a los toros tiene derecho a disfrutar del espectáculo, sin interrupciones marginales, pero hay un fondo de insatisfacción que lógicamente puede aflorar en cualquier tipo de concentración humana.

Cuando la feria ya estaba casi vencida, en la corrida del domingo último, la aparición en el tendido de una bandera separatista tuvo una reacción de las propias peñas. El grito de «¡San Fermín!» volvió a poner ambiente de fiesta en la plaza. Y en cuanto a política, no hubo más.

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