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El problema de la inmigración provoca tensiones en Gran Bretaña

Juan Cruz

Las tensiones existentes en Gran Bretaña sobre el tema de la inmigración se reflejaron una vez más en la Cámara de los Comunes, donde los diputados pasaron veinticuatro de las últimas 48 horas discutiendo sin interrupción el asunto. La ley que debatieron fue propuesta por el Gobierno para reforzar y garantizar la igualdad entre las razas.En algunos momentos el debate se convirtió en un alegato racista. Un diputado conservador citó el caso de una mujer de Sierra Leona, que debía ser devuelta a su medio ambiente, porque, según dedujo un periódico londinense de las palabras del diputado, «era una especie de animal salvaje capaz de comerse a los nativos británicos».

El parlamentario ultraderechista, Enoch Powell, pidió durante la última fase del debate que la mayor parte de los inmigrantes fueran repatriados, porque «ya se ha demostrado que en esta sociedad no tienen sitio». Según los datos aportados por otro político que se sienta en el Parlamento desde hace muchos años, los inmigrantes de color sufren más que nadie el desempleo, y esa situación no se resuelve invirtiendo más. La sugerencia de Enoch Powell le valió varios calificativos. Unos lo llamaron «Idi Amin» y otros le dijeron que era el equivalente británico de «Hitler o Stalin». Al final, la propuesta del Gobierno, con alguna concesión a sus opositores, ganó, y la de Powell, perdió. Según el ministro del Interior, la discusión del tema en el Parlamento sirvió para reconocer la gravedad del problema.

El Gobierno espera crear una especie de registro en el que todos los inmigrantes que ya se han establecido en Gran Bretaña declaren el número de parientes que desean reclamar. La Administración quiere reforzar las garantías de los que ya viven aquí y trata de evitar toda discriminación, pero existe una fuerte oposición de la ultraderecha que intenta desesperadamente cerrar el paso a los numerosos africanos y asiáticos que tienen pasaporte británico y que siguen intentando entrar en el Reino Unido.

En este momento, el Parlamento británico se muestra más preocupado por el fenómeno de la inmigración que por las relaciones con la Comunidad Económica Europea. El largo debate que mantuvo a los diputados sin dormir toda una noche impidió que ayer se discutiera en los Comunes el tema de las elecciones al Parlamento Europeo.

Sin duda, la preferencia refleja el estado de las paredes, en donde el año pasado había carteles que recomendaban el voto contrario a la integración en el Mercado Común y ahora hay pintadas de la ultraderecha que reclaman la expulsión de los negros, piden la primacía de los pensionistas sobre los inmigrantes y declaran que «Gran Bretaña es para los británicos».

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