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Reportaje:

Del nacimiento del "rock" a los difíciles años setenta

El nacimiento del rock aúna curiosamente la mezcla de dos formas de entender y hacer la música, tan diferenciadas una de otra como pueden estar las dos razas más espectacularmente diversas del mundo: la blanca y la negra. No vamos a entrar ahora en consideraciones sociológicas y emparentamientos musicales que sirvieran para construir toda una prehistoria del rock. Lo que sí está claro es que, a pesar de que la música negra había ya ampliado poderosamente su área geográfica de conocimiento y difusión, en ningún sitio, a no ser cerca de su propio lugar de nacimiento, en América se entiende, se había entrecruzado con unos estilos diversos a los que nacían de sus características raciales, a no ser renunciando claramente a las formas más auténticas por la descarada comercialidad. Y no es éste el caso del rock. En la frontera del Deep South con el histórico Far West, las formas musicales de los blancos se fueron fundiendo con las de los negros. Y si el área citada está en constante evolución con el paso del tiempo, porque al principio Texas era far west por una parte y south por otra, es en el estado de Tennessee donde podemos centrar claramente el lugar de la amalgama. Y de entre los centros rurales de grandes canteras creativas, como el famoso Macon County, hay que señalar dos ciudades, donde se aglutinaron las industrias relacionadas con la música en torno a estos innovadores, y a su vez, los innovadores se dirigían en el futuro hacia ambos centros: Nashville y Menphis.

Del «country», a la «city»

La mitad de los años 50 marca un cambio de protagonismo geográfico. Las grandes compañías discográficas tienen sus oficinas en Nueva York City, y hacia allí comienzan a encaminarse nuevos valores. Nace el rock urbano, mucho más sofisticado, que va a dar paso a sólidas figuras que sabrán adaptarse perfectamente al paso del tiempo y que hacen un rock aprendido en fórmulas muy claras y sencillas. Ellos moverán el rock hacia el pop, quitando nasalidad a los Everly Brolhersy limpiando la imagen negra de los rockers para luego, en los años 60, gracias a estos dos magistrales toques de batuta, puedan surgir los Beatles, respetando y rompiendo a la par la tradición.En Nueva York se cultivan los jóvenes prodigios, como Nel Sedaka, Phil, Spector, Dion, Carole King, etc., marcados todos por una estupenda mezcla de inspiración y profesionalidad pero faltos en todo caso de la garra y potencia del grupo de primeros creadores que asentábamos en Tennessee.

Lo «refinadamente» europeo y lo «típicamente» americano

Entre Liverpool y San Francisco se disputan la capitalidad de la música de los sesenta. Aunque el caso de Liverpool sea más que nada simbólico, puesto que Londres supo rápidamente imponer su im presionante condición de capital, para acoger en su sueño a aquellos endiablados chicos de provincia que se llamaban Beatles y Rolling; Tremoloes y Searches; Dave Clark Five y Moody Blues. Contra la invasión Beatles los americanos sólo pudieron reaccionar planteando una nueva música, y la nueva América que querían volver a descubrir en California. Allí terminó el pop con los Beach Boys y allí nació toda una nueva forma de concebir la relación entre los jóvenes y la música. Mientras Byrds enunciaban una manera de ver el foIk y el rock, Grateful Dead y Jefferson Airplane se enfrentaban con unos textos comprometidos y unas formas más progresistas.

Los difíciles 70

Los titubeos de la música en los setenta y la continuada experimentación a la búsqueda de nuevos fenómenos podemos decir que han vuelto el protagonismo a Nueva York. Y no sólo en el sentido industrial, sino en el creativo, con esa especie de nostalgia de otros, viejos, tiempos que parece surgir cada día con más potencia en las obras de Bruce Springteen, Patti Smith, etc... En los difíciles 70 la capitalidad neoyorkina es un presagio de un nuevo, y brusco giro en la música de los jóvenes.

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