La autoridad gubernativa suspendidó un acto en memoria de Dionisio Ridruejo

La autoridad gubernativa suspendió anoche -media hora después de comenzado- el acto que estaba celebrándose en un hotel de Madrid, en memoria de Dionisio Ridruejo, Iban a intervenir en el mismo Jordi Pujol, Antonio García López, Joaquín de Satrústegui, Felipe González y José María Gil-Robles y Quiñones, bajo el título común de «Cinco programas para el futuro de España, en memoria de Dionisio Ridruejo.»

El acto comenzó normalmente a las ocho y media de la noche, con unas palabras de Rodrigo Uría, que presidía la mesa. A continuación comenzó a hablar Jordi Pujol, quien se refirió, entre otras cosas, a la necesidad de que España opte por una democracia occidental que haga más justa la distribución de la riqueza, la cultura y el poder; que haga posible el reconocimiento de las nacionalidades del Estado español, y que se vincule lo más estrechamente posible a Europa.Le siguió en el uso de la palabra Antonio García López, quien, tras afirmar que el problema actual no consiste sólo salir de la dictadura, se refirió a las características del socialismo que su grupo político propugna, entre las que figuran cuestiones tales como prescindir de la lucha de clases, hacer la revolución nacional que no se hizo en el siglo, XIX, y establecer un pacto social. -«España no puede permitirse este otoño huelgas de 300 ó 400.000 trabajadores», dijo, entre otras cosas-.También afirmó que es necesario el fin del «estado de excepción» que empezó el 18 de julio de 1936, y que el referéndum ha de ser «una gloriosa manifestación de democracia».

En ese momento, el presidente de la mesa se levantó para indicar que, por orden de la autoridad gubernativa, quedaba suspendido el acto. Tras unos segundos de sorpresa parte del público -unas 600 personas- mostró claramente su desagrado por la medida, y surgieron numerosos gritos de libertad. José María Gil-Robles se dirigió al delegado gubernativo para rogarle que recapacitara su decisión; este último afirmó que solamente estaba autorizado un acto necrológico y no político, por lo cual había motivado la suspensión. Nuevas protestas del señor Gil-Robles, en el sentido de que el acto estaba desarrollándose dentro de las limitaciones marcadas en el oficio de autorización, motivaron una nueva consulta del delegado gubemativo, que dio por resultado la suspensión definitiva del acto.

José María Gil-Robles afirmó, ante los periodistas, que aquello era un arbitrariedad, y Felipe González comentó, por su parte, que lo ocurrido era «el ejemplo perfecto de la reforma». A las diez de la noche, las dotaciones de ocho jeeps de la Policía Armada se concentraron en la puerta del hotel, y se advirtió que la sala debía ser desalojada en cinco minutos. Así se hizo, sin más incidentes.

Los oradores y la comisión organizadora han enviado telegramas de protesta al ministro de Gobernación, señor Fraga Iribarne, y al jefe de la Casa del Rey, marqués de Mondéjar.

Destrás de la mesa presidencial, una gran pancarta decía: «España no ha de perder la esperanza de volver, con un esfuerzo de puntuaIidad, al camino de la historia». La frase es de Dionisio Ridruejo.