Robinson y compañía
Ha llegado el verano. Se nota no sólo en los pocos filmes nuevos que llegan cada semana hasta nosotros, sino en el mismo, público que aún llena las salas de espectáculos. Puede que sea el habitual pero se le nota otro tono de modales y maneras. Rie, comenta en voz alta, como en el sofá de casa ante la tele, sigue la acción, la anticipa en ocasiones, se emociona de veras en los lances de los protagonistas y hasta aplaude como los niños cuando esa acción se desarrolla conforme a sus deseos o previsiones. Es un público, en suma, que tampoco falta a lo largo de la temporada, pero al que estos meses festivales se diría que contagian con su carácter de vacaciones prolongadas, su afan por no pensar, por no preocuparse, que los médicos aconsejan para reponer la salud y los políticos para marcar un compás de espera antes de entrar en el otoño caliente, cada año. Este público sabe más o menos lo que va a ver y los exhibidores, más o menos también, lo que el espectador en estos meses desea. De ahí la larga serie de reposiciones que jalonan los cines de estreno hasta septiembre, a las que vienen a añadirse filmes sin demasiadas pretensiones cuya razón es el puro entretener, matar unas horas en colaboración con el clima artificial que se anuncia a la entrada, junto con el título de la película y con idéntico lujo de caracteres.A este género pertenece Mi hombre es un salvaje comedia rousoniana de un millonario en el retiro de su isla solitaria, bastante bien interpretado por Yves Montand del que ya nos temíamos Io peor, después de sus últimas apariciones entre nosotros. Sus peripecias junto a una hermosa compatriota refugiada a su sombra, a través de una larga serie de avatares, llenan el filme realizado, como ya se dijo, sin grandes pretensiones pero con cierto humor y medios suficientes, incIuidos escenarios más o menos exóticos. De igual modo que hoy se ruedan historias policiacas a la americana, ésta es una comedia de humor al estilo de las que Hollywood realizaba hace algunos años. Sus intérpretes cumplen, así como fotografía y dirección que a pesar de algún que otro bache inevitable sabe dar a la historia un ritmo adecuado, sobre todo en las secuencias iniciales. En este tipo de filmes para espectadores americanos, -los protagonistas suelen ser americanos también, por aquello del taquillaje. Aquí, tratándose de un película francesa, por los mismos motivos, se habla de Francia, se añoran sus perfume, y sus vinos y al final, como es lógico, se acaba por volver a ella. Los dos protagonistas abandonan su isla y toman a sus famosos caldos y sus perfumes no menos conocidos No se nos dice si al final se casan pero bien pudiera ser. Nosotros desde el inicio de un verano más largo y tedioso, así se lo deseamos.
Mi hombre es un salvaje
Argumento y guión J-P. Rappenau, Elizabeth Rapeneau yJean- Loup Dabdie.Dirección, Jean Paul Rappeneau. Fotografia, Pierre Lhomme. Música, Michael Legrand Intérpretes, Yves Montand, Caterine Deneuve, Luigi Vanuchi, Tony Roberts DanaWynter. Humor. Francia. 1975. Local de estreno, Cine Coliseum
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