La Democracia Cristiana se ha asfixiado en las urnas
El alma popular de la Democracia Cristiana ha vivido hasta ahora en una urna de cristal, digamos, para ser más exactos, que en las urnas, electorales. Nada se ha hecho en Italia en estos últimos treinta años que no fuera patrocinado, respaldado o enmascarado por el partido que tiene por emblema el escudo de los cruzados.Esto ha permitido que en más de un cuarto de siglo Italia haya disfrutado uno de, los regímenes más estables del mundo. Las crisis de gobierno han sido numerosas, la formación de los gabinetes ministeriales ha costado, semanas y semanas de laboriosísimas y complejas negociaciones entre todos los partidos. Pero a la postre, el hombre de recambio era siempre el mismo, y naturalmente del partido democristiano. En treinta años de régimen, los hombres de la situación se pueden contar con los dedos de la mano. Se llaman Aldo Moro, Mariano Rumor, Giulio Andreotti "y Emilio. Colombo. No hay democracia en el mundo - en la que un sólo partido haya disfrutado del poder ininterrumpidamente, y por tanto tiempo.
Naturalmente, un disfrute del poder tan, prolongado ha producido secuelas graves: el clientelismo, la corrupción, el. nepotismo o los casos de malversación que durante esta campana electoral han, denunciado públicamente, reiterativamente, los demás partidos italianos. Sin embargo, yo creo que lo peor de todo para la democraciacristiana ha sido su relajamiento, la destrucción de sus células regenerativas. En definitiva, encerrar su alma popular en las urnas electorales.
Distinta voluntad política
Este viaje a Umbria, la tierra de San Francisco de Asís, ha sido una buena demostración de cuanto digo. Por el camino, la estampa de la Italia tradicional, pueblos, con iglesias de alto campanario y edificios medievales que dan la sensación de que nada ha cambiado. Ya al llegar a Perugia, una asamblea abierta convocada por los comunistas, justo a las puertas de la catedral, que se desarrollaba en orden, en un élima de diálogo y con la presencia de una de las figuras más a la izquierda del PCI, Pietro Ingrao, miembro de la directiva del partido.
No era propiamente un mitin, puesto que no había, largos discursos. Era una asamblea, Cada cual pr eguntaba lo que quería y los componentes de la mesa daban respuestas a esas preguntas espontáneas. «No queremos la desaparición del partido democristiano, lo, que pedimos es que la DC depure sus filas de elementos indeseables. La pequeña y media empresa no tienen nada que temer de nosotros, queremos protegerlas para garantizar el pleno empleo Propugnamos que las grandes empresas, sobre todo las estatales, colaboren en el desarrollo de las regiones. La transición al socialismo es posible en la libertad y en la democracia; para ello no hay que desmontar nada, basta con usar con distinta voluntad política las instituciones ya existentes. El compromiso histórico no ha comenzado en el último minuto, no es una táctica electoral. Comenzó con Togliatti, hace veinticinco años,, más aún con Mitonío Granisci en las cárceles fascistas, y es toda: una estrategia, una nueva visión de la lucha política. Una batalla corrupta y fraccionada, pasto, de la improductiVidad- y de la debilidad, no interesa a, Europa, seria un factor de desequilibrio un foco infeccioso. Eso es lo que realmente preocupa , a los gobiernos, europeos y no que los comunistaspuedan acceder al poder. No somos socialdemócratas, el eurocomunismo no es la socialdemocracia. La socialdemocracia es un experimento bastante viejo, y eso no bastaría a justificar la curiosidad y el interés que existen en el mundo por nuestra vía al socialismo.»
El alma asfixiada
El debate, en el que no faltaron preguntas comprometidas e incluso provocativas, se prolongó por dos horas. Y fue seguido con evidente interés por un heterogéneo público: estudiantes negros de la Universidad para extranjeros de Perugia, turistas despistados que venían a contemplar las maravillas góticas de la catedral o del palacio de los Priores y que asistían estupefactos a un espectáculo presidido por una grandísima bandera roja, con una escueta inscripción:
«Para cambiar, vota PCI-».
Umbria, y más concretamente Perugia, según me contó un viejo militante democristiano con el que tuve ocasión de conversar, después, es un bastión perdido para el partido del escudo cruzado. Una zona muy católica, de fe provinciana y enraizada, pero en donde se vota comunista. En las últimas elecciones, el 47 por 100 de los votos fue para el PCI. Es también una zona donde el compromiso histórico es ya una realidad. La primera reacción en bloque de un grupo católico contra la intervención política de Pablo VI vino precisamente de Perugia.
Perugia, con una población de 140.000 habitantes, cuenta sólo con 7.000 inscritos en el Partido Comunista. Después de la Emilia (49 por 100 de los votos) el la segunda roca fuerte del PCI. La cuna del catolicismo evangélico se ha torsin perder su-fe. El alma popular de la Democracia Cristiana se ha asfixiado en las urnas electorales.
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