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Entrevista:

"Me interesan los fenómenos que son, de algún modo, "mensajes para nadie"

Entrevista con Juan Navarro Baldeweg, artista y arquitecto

Con la entrevista a Juan Navarro Baldeweg, se inicia una serie de conversaciones cuya finalidad es la clarificación. Desde un comienzo, ésta se expresaría en la selección de los entrevistados. Si bien limitándonos a artistas que trabajan en Madrid, hemos espigado aquellas prácticas que, dentro del campo del arte español actual, representan tal vez no sólo lo más vivo, sino también aspectos diversos. Más que profundizar en la obra de un artista en particular se trataría de suscitar, a partir de su trabajo, cuestiones precisas. A la hora de clarificar el panorama del arte, creemos que es básico formar un registro de cuestiones puntuales. No se espere, sin embargo, ese simulacro de claridad, habitual en entrevistas en las que la transparencia de la información no es síntoma sino de lo vacío de su generalidad. Una cierta densidad, la ausencia de preámbulos y su carácter de fragmento pueden también, todo lo paradójico que parezca, ser esclarecedores.

Juan Navarro Baldeweg, artista, arquitecto, profesor en la actualidad en la Escuela de Arquitectura de Madrid, fue invitado por el profesor G. Kepes para formar parte de la comunidad de investigadores y artistas del Center for Advanced Visual Studies, en Cambridge, Massachussets. Después de algunos años en Estados Unidos, recientes exposiciones en Barcelona y Madrid con el título genérico de La habitación vacante.

Es curioso que siempre que nos referimos a sus cosas, nunca hablamos de obras, sino de piezas.

Frente al carácter intransitivo que tiene la obra, la pieza destaca el conjunto, la familia a la que pertenece: las piezas de un rompecabezas, de un motor.

«Me interesa este anclaje de la obra en continuidades circundantes. Uno de los atractivos de la obra de Gaudí radica en su capacidad de instalarse en el entorno inmediato, haciendo sentir, ya en el nivel formal, la variedad de energías (luz, gravedad y la misma energía humana empleada en el tratamiento de los materiales) que en ella intervienen, e igualmente sus leyes naturales. Hay action architecture en Gaudí. Es como el velero que para moverse aprovecha el viento (energía inmediata), el cual forma. parte del conjunto natural en el cual el velero está instalado. Es decir, no hay necesidad de recurrir a nada exterior. En cambio, otra arquitectura se serviría, abundando en el símil, de la gasolina, energía encapsulada, pero ajena a la continuidad natural de la embarcación.»

Arte postconceptual

Es interesante. El rechazo de la «gasolina» de que habla es semejante a la resistencia de un cierto teatro a la intromisión del autor por la vía del texto. Es decir, se tiende, a eliminar un tipo de inspiración abstracta que, a distancia, manipula y controla la expresión; en el caso de la gasolina, una energía abstracta, foránea que da razón del funcionamiento. Claro, en el teatro es una crítica de la noción misma de representación lo que está en juego. En usted, de un lado sería, si no me equivoco, la investigación de un comportamiento técnico más sutil, más evolucionado. Pero a la vez en este interés por las energías contiguas se adivina una desconfianza ante la distancia misma, en una palabra, que no se fía de las mediaciones. Esto enlaza con la crítica de la idea de representación. Y es aquí donde habría que situar fórmulas en usted frecuentes corno «el camino más corto», «expresión directa» «intraductibilidad de la información».

«Frente al arte conceptual para el cual la obra tiene y hablo un poco en general- una descripción lingüística correlativa, me interesa una postura como la del último Mel Bochner, enclavada en una fase que llamaríamos postconceptual: la obra tiende a la interacción directa, a una comunicación no verbal. La experiencia visual es presentada como una clase de conocimiento irreductible. Bochner diría: resistencia a la domesticación. En un universo dominado por las metáforas, es decir, por las traducciones informacionales. (esto ha sido expresado por Kosuth en «Tres y una silla»), me interesa en cierto sentido lo contrario: bloquear el puente entre universos simbólicos diferentes. »

El «tema» de sus intervenciones son ciertos procesos naturales: luz, gravedad, vibraciones, equilibrios, sombras y huellas... Lo inédito, sin embargo, es el tipo de presentación. Aparecen desprendidos de los sistemas (científicos, técnicos, religiosos, de uso) en los cuales suelen estar incorporados. De acuerdo con esta presentación, digamos «exenta», estos procesos se revelan como algo que nadie usa, que está allí olvidado, pero a la vez en cierto modo disponible, «vacante». ¿En qué línea se halla su dedicación a estos procesos?

«Me interesa el hecho de que estos fenómenos son de algún modo mensajes para nadie. En todo ámbito y en todo momento se están registrando mensajes para nadie. En relación con esto, hoy reaparecen algunas cuestiones que se iniciaron con el Action Painting y que siempre me fascinaron. Se eluden las mediaciones y aparecen en primer plano la mano y el cuerpo, los medios, el rito de pintar, el gesto y sus alcances. Es así que todo aquello que hasta hace muy poco se desatendía con descuido e incluso violencia, comienza a ser objeto de un delicadísimo «dar y tomar». Digo delicado porque para mí hay una cierta dulzura, por ejemplo, en el hecho de considerar que si la pintura el un líquido, debe ofrecerse por esto en vasijas o en su apariencia líquida. Goteados en Pollock o velos en Louis. Hay un sentido de respeto a la naturaleza de las cosas y de los que las usan, que tiene, yo diría, un contenido ecológico de gran alcance. Frente a ello -y sólo bajo esta óptica, naturalmente-, el pop, el arte conceptual, narrativo... resultan, me parece, altamente intencionados y manipulativos. Por otra parte, tampoco habría que ser puristas, ya que por exclusión u omisión se cometen otros tipos de violencia y se crean otras servidumbres.

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