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La Democracia Cristiana rechaza la identificación con los neofascistas

Moro se ha enfadado y, con una fuera inusitada en él, ha replicado a quienes deforman la imagen de su partido (Democracia Cristiana) identificándolo con el Movimiento Social Italiano- Derecha Nacional, (MSI-DN). «La Democracia, Cristiana es un partido no menos antifascista que el Partido Socialista», ha polemizado con el líder socialista Giacomo Mancini. «Lo que quiere es ver votos desviados por el miedo o por el error», responde Moro a quienes acusan a la Democracia Cristiana de buscar votos que no están de acuerdo con sus ideas, ni con sus programas.En Palermo y en Siracusa Moro ha reiterado: «El conflicto que hay que decidir con las reglas de la libertad no está entre una izquierda comunista y una derecha democristiana: está entre dos fuerzas populares que tienen intuiciones diversas sobre muchas cosas y, en especial, sobre la concepción de la libertad en la sociedad y en el Estado.»

La realidad es que para después de las elecciones del 20 de junio la Democracia Cristiana está pensando en replantear de nuevo relaciones «preferenciales» con el Partido Socialista de De Martino.

El problema de la derecha sigue, de todos modos, abierto y esto explica la rabia de Moro en su discurso de Palermo. «La constituyente de derechas tiene que ponerse como alternativa al Movimiento Social-Derecha Nacional», declara en una entrevista a Corriere della Sera el almirante Gino Birindelli. La peripecia política de Birindelli es paradigmática en este sentido. Se trata de un toscano de 65 años, que ha sido comandante en jefe de las fuerzas navales de la OTAN en el Mediterráneo y que ha sido presidente del MSI-DN hasta que el 25 de junio de 1974 rompió violentamente con el partido pasando a ser independiente de derechas. Precisamente porque busca un espacio de político para esa «derecha constituyente», Birindelli se había negado a presentarse con los socialdemocráticos y con los liberales.

Birindelli piensa hoy que «el núcleo fascista del MSI-DN no puede continuar diluyéndose en una derecha que no es fascista, tiene que llegar a ser un partido por cuenta propia». El almirante ha gastado sus energías en intentar que el MSI-DN entrase en un camino de legitimidad constitucional, que abandonara su vieja «alma» fascista relacionada con la república de Saló. Para ello había propuesto que Giorgio Almirante se retirara, que nombrara un secretario que no superara los 40 años para el que el fascismo fuera un capítulo más de la historia del país, y que se condenara la violencia en una declaración formal de afascismo.

Ahora bien, Almirante no se marchó y se marchó Birindelli, porque en Italia es difícil que un político abandone su puesto.

Rumor no dimitirá

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Por su parte, el Partido Comunista ha pedido que Rumor se marche. Rumor no quiere abandonar su cargo de ministro de Exteriores, porque se declara inocente en el escándalo de la Lockheed. También Moro ha confirmado su estima y confianza a quien, según la acusación del «libro-clave» de los negocios sucios de la empresa aeronáutica americana, correspondería el nombre de «Antílope Clober».La campaña electoral, tras la tragedia de Génova, se desarrolla por cauces normales de dialéctica política, atenta sobre todo a las reacciones del extranjero. La burguesía de grandes propietarios, empresarios y dirigentes representa sólo el 2,6 por 100 de la población de Italia y la suma de los salarios y las ganancias capitalistas no llegan al 50 por 100 de la renta nacional. En estos términos, toca a la clase media, a los empleados artesanos, agricultores y comerciantes decidir sobre el futuro de Italia.

La otra Italia, una Italia de cine, millones y medio de emigrantes no vendrá a votar. Aunque Alemania Occidental dé gratis el viaje en su territorio a los italianos, se calcula que vendrán sólo unos 300.000.

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