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Reportaje:Música ligera

Las advertencias de la industria norteamericana del disco

En Estados Unidos hay un organismo llamado Recording Industry Assembly of America, cuyo perenne estado de investigación, cuya actitud atenta de estudios sociales, cuya preocupación constante por defender el mundo del disco, no ha sido suficientemente constatada por el gran ni por el pequeño público. En las reuniones de sus directivos, expertos de la comunicación,se cuecen muchas de las grandes campañas mundiales de la moda musical. Ellos dictan, casi absolutamente, estas corrientes, y si no prefabrican el, gusto del público sí orientan en la forma de ofrecer a este público la producción grabada. Repetimos que es una tarea nunca bastante apreciada y hay que admirar profundamente la forma que tienen de llevarla a cabo, bajo la dirección de Stanley Gortikov.La última llamada de atención que la, RIAA acaba de hacer a las grandes compañías, norteamericanas del disco es de una extrema gravedad, que les lleva a usar en su comunicado la palabra suicidio. La documentada teoría de la RIAA es que la industria discográfica estadounidense está a punto de suicidarse por ignorar al público que no esté comprendido entre los trece y diecinueve años, los famosos teens. Calculan que un 75 por 100, y aún creciente, de las grandes campañas promocionales, Proyectos de producción, etc., van destinados a los menores de veinte años, que, a su vez, cuando pasan de esta edad comienzan a sentir que esta industria no vuelve a ocuparse de ellos.

Resulta, evidente que la gran explosión del microsurco que en los años 50 inundó el mundo, fue rápidamente orientada hacia el. público que era más fácil de captar, el de menor juicio crítico, el más fácilmente impresionable. También es cierto que el disco supo ofrecer, a través del rock and roll, la más viva imagen de una generación que cambiaba, que suprimía más prejuicios que ninguna otra anterior y que reclamaba un poder que antes le había sido negado. Vaya lo uno por lo otro. Ésta capacidad y adecuación del disco a las nuevas generaciones puso en manos de sus directivos una poderosísima fuerza económica, que les llevó, siendo la más joven de. las industrias del entretenimiento, a superar a las otras (cine, radio y televisión) en los principios de los setenta.

Pero ahora, esta furia, esta fuerza incontrolada en su totalidad, se vuelve Contra sus perros guardianes y les advierte del peligro de creerse todopoderosos. El disco es un medio; por sí sólo no puede cambiar un estamento social, tiene que esperar que una generación se defina para, ateniéndose lo más fielmente a sus necesidades, cumplir con su misión de servicio. Esto hizo con Presley, y con Beatles, Hendrix o Dylan. Hay que esperar a que el genio sea escogido por la gran masa de jóvenes, pero no se puede implantar el carisma por la decisión de un departamento de promoción, por muy poderoso que éste sea. Los años setenta aún no han mostrado a su genio y la industria discográfica tiene demasiada prisa, quiere hacerlo de Queen o de Bruce Springteen. Está especie de conciencia de la industria que es la RIAA se ha dado cuenta rápida mente y aconseja prudencia a todos sus miembros. Pero su consejo no es únicamente delimitativo, si no que les ofrece caminos. Aconseja preocuparse de otros públicos, volver a capturar el interés de los que ya pasaron la locura del micro surco, seleccionar y apoyar a artistas cuyas dotes y estilos no tengan, qué ser necesariamente admirados por los teens. En una palabra, pide a las grandes compañías que. se quiten, las orejeras y amplíen su campo de visión, que una vez más los árboles les están impidiendo ver el bosque.

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