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Por primera vez se abrió la puerta grande

Posiblemente ayer vimos la corrida cumbre de la feria. El público salió de la plaza satisfechísimo y hubo momentos en el festejo que se desarrollaron en medio de una auténtica apoteosis. Caminó y Teruel tuvieron una tarde triunfal. Cortaron entre los dos seis orejas, que no es ninguna, tontería. Suman tantas como se han otorgado en los diez festejos anteriores. El delirio se produjo en los toro, ssegundo y quinto, y el entusiasmo, el ambiente de fiesta mayor, incluso el triunfalismo desatado, se mantuvieron durante todo el festejo.No hubo más que una sombra, el nubarrón que siempre se forma, en la andanada 8 cuando falta el toro o parte del toro. A mucha gente se le llevaban los demonios al oír las manifestaciones detonantes de la contestación, y la increpaba, pero los tonos de protesta seguían y seguían, no sé si en un intento de colocar las cosas en su sitio, en la medida justa, o como un toque, bien que sonoro, a los registros de afición que pudieran quedar en la plaza. Porque, la sombra de la andanada del 8, si no gustó o si parecía inoportuna, tuvo razón de ser. El cuarto de la tarde no era toro, le faltaban fuerza, trapío y pitones. El quintó llegó al último tercio con dos picotazos porque no resistía las varas. El segundo -y varios más- era excesivamente cornicorto para pasarlo sin una protesta.

Ayer se celebró la undécima corrida de feria con toros de Baltasar Ibán para Paco Camino, Angel Teruel y Sebastián Cortés, que confirmó la alternativa

Camino. Gran faena a su primero. Estocada en la que pierde la muleta (dos orejas). En el cuarto, muy fácil y justo de fuerzas, consiguió pases estimables Pnchazo y estocada corta tendida sin cruzar (oreja con protestas). Teruel. Faena aseada al segundo, premiosa y sin ligar. Pinchazo y estocada (orea). En el quinto, de extraordinaria embestida, construye un muleteo importante, aunque algunos pases resulten defectuosos. Pinchazo muy bajo en la suerte de recibir y estocada tendida y desprendida, perdiendo la muleta (dos orejas). Cortés. Le correspondió el lote más serio. Torero en el que abrió plaza, con muletazos suaves y magníficos de pecho. Dos pinchazos perdiendo la muleta, estocada corta delantera y descabello (palmas). No pudo con el genio del sexto, el más toro de la corrida, aunque estuvo valiente. Dos pinchazos, otro hondo (aviso), un pinchazo más media, y rueda de peones (ovación). Los toros. Discretos de presentación, excesivamente cornicortos, blandos y mansos con el caballo, para los de a pie resultaron extraordinarios. Destacaron por su nobleza el segundo y sobre todo el quinto. El sexto derribó dos veces y fue el único que tuvo genio. Otros factores. Hubo lleno. Presidió el señor Mantecón, excesivamente condescendiente. Dadivoso en la concesión de trofeos, atendió puntualmente las peticiones de cambio de tercio que te hicieron los matadores. Para estos resultados, el presidente sobra. Camino y Teruel salieron a hombros por la puerta grande.

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Pero, al fin, el vendaval del entusiasmo echó fuera el nubarrón y el sol del triunfo pudo lucir con todo su brillo en una tarde que será inolvidable para cuantos la vivieron. Valía todo y por valer se dieron como buenos las seis toros de don Baltasar, los cuales, aunque en verdad resultaron mansos, para la muleta embistieron de maravilla. Difícil, va a ser que salga una corrida tan insistentemente noble, tan repetidamente pastueña.

Camino y Teruel la entendieron y la aprovecharon a placer. De todo cuanto hicieron, que fue mucho y de calidad, yo me quedaría con la cadencia que Camino supo imprimir a sus derechazos y naturales en el segundo de la tarde. Se emborrachó de toreo y emborrachó al gentío, que se le entregó sin reservas. El secreto fue que supo ligar, sin esfuerzo, sólo al Conjuro, del temple y del mando, Este fue el revés de Teruel, que ligaba poco, quizá más pendiente de la postura que del toreo, aunque su faena al quinto resultó extraordinaria de construcción, perfecta en cuanto a conjunto, no tanto pase a pase, alguno de los cuales no le salía limpió por no atemperar el movimiento del engaño con el ritmo de la embestida.

Ayer se vio torear en todos, los toros, incluso por parte de Sebastián Cortés, que le hizo al de la confirmación de alternativa una faena ajustada, en la que intercaló pases de pecho impecables, los mejores que se instrumentaron a lo largo del festejó. Pero sobre todas las cosas, ahí está para el recuerdo el dibujo de unos derechazos de Paco Camino y sobre todo tres ayudados por bajo a dos manos, esencia pura de la tauromaquia de siempre, y que arrebata, hoy como antes, o quizá más, por que se hace muy cara de ver.

Añadiré, fuera ya del arrollador ambiente triunfal, que si días atrás hemos hecho notar que varios toreros utilizaban sin demasiado fundamento el recurso del pico, ayer lo hicieron también en ocasiones Camino y Teruel, lo cual no se justificaba en absoluto. Siento de verdad que sea así. Como siento que el toro más cornalón y el más hecho y más vivo de la corrida le fuera a corresponder a Cortés, que era precisamente el espada de menos cartel. Se repiten demasiado estas . casualidades. El sexto fue el único que derribó, lo hizo dos veces, embistió con genio, y cuando ya llevaba encima, cuatro pinchazos, estaba más entero que sus cinco hermanos de raza al salir del toril. Cortés, que le planteó la faena en las cercanías de toriles, no pudo con él, aunque aguantó la acometida violenta y cuando el toro se le quedaba porfió con valentía. Su actuación tuvo mérito, y la gente lo agradeció, despidiéndole con una ovación. Pero los triunfadores, ya queda dicho, fueron otros, se los llevaron en hombros por la puerta grande; era la primera vez, después de once corridas, que se abría aquel portón para rubricar una tarde de apoteosis.

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