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Juanito, el «Cossío» parlante de la andanada

Allá por la andanada del 8 se sienta un personaje taurino, una institución de carne y hueso dentro del mundillo de los aficionados, un entendido en toros. En otros tiempos fue albañil. Luce un moreno gitano, no puede presumir de pelo, presenta un físico rechoncho, tiene una potente voz y desafina cuando canta. Su necesidad vital en una plaza: relatar, anticipar, comentar y desmenuzar la corrida.Sale el primero de la tarde. «Nombre, Pajarito, número, 29; pelo negro, y 555 kilos. ¡Ya serán algunos menos!» Tras los primeros lances, comenta: «¡Si será burro, que da coces!». Inmediatamente, censura al diestro de Camas. «No, señor Camino, usted no tiene por qué brindar al presidente. Eso lo debe hacer Sebastián Cortés, que va a ser quien mate el toro.» Comienzan los pases de muleta. «¡No metas el pico, que se te ve la trampa por televisión! » Y como el matador no acierta con el bicho, le dice a su compañero de fila: «Lo que estará diciendo ahora Baltasar Ibán; mira que no cortarle una oreja... ia ese bombón!». Como en el segundo de la tarde Paco Camino cortó las dos orejas, el comentario fue de distinto signo. «¡Ya está contento Baltasar!». En el tercero, Teruel no gustó mucho a aquel sector del público. «Desde que llaman Angelillo el Sigiloso, cuando se enfrenta al toro, da la impresión de que lo va a cazar y no a matar. ¡Qué teatro le echa!» Y como el madrileño cortara una oreja, comenzaron las discusiones y los juicios de valor. Unos defendían a Camino; otros, a Teruel. Al final, el diestro de Camas se llevaría -a nivel dialéctico- el gato al agua: «Camino deja esencia; Teruel, colonia». Y apareció Tesugo por la puerta del toril. Y comenzó la bronca. Hasta ese momento todo habían sido aplausos y algún que otro silencio por parte de la andanada. Ahora empezarían las palmas de tango. Se pidió «¡seriedad! », pero ante el abucheo de los tendidos, el coro «ochotarra» reaccionó con nuevas protestas. «¿Quién tiene la culpa? », preguntó a voz en grito un aficionado con cara risueña. «¡El Viti!», respondió, entre carcajadas, un numeroso grupo de personas. Se increpaba a la presidencia por la presencia del toro. Al poco, se comenzó a, entonar el tema favorito del lugar a Susanita tiene un ratón, un ratón chiquitín...». Juanito dejó de cantar enseguida; se dio cuenta de que desafinaba. Para el quinto de la toarde, todo fueron piropos. «¡Vaya bombón que tienes delante, Teruel!.» El diestro cortó las dos orejas. Y eso no gustó tanto. Claro que, en opinión de este aficionado, como la «¡gente se ha calentado, hoy se dan orejas como churros!» .

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Por primera vez se abrió la puerta grande

Cuando Sebastián Cortés entró a matar por segunda vez al último de la tarde, Juanito se enfadó con el público. En los tendidos próximos al diestro se había comenzado a batir palmas de desaprobación. Este aficionado, ante el poderío del bicho en la suerte suprema, no pudo menos que decir en voz baja: «No toquéis palmas, que son palmas de sangre». Por fortuna, tres minutos después, Paco Camino y Angel Teruel, como ocurriera el pasado año, daban la vuelta al ruedo a hombros de la afición para después salir como triunfadores por la puerta grande. Juanito, el «Cossío» parlante, lo había adelantado. «No solo abandonáis la plaza antes de que finalice la corrida, lo que significa infringir el artículo 60 del Reglamento, sino que os perdéis lo mejor».

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