La homosexualidad como tema teatral
Nueve homosexuales se reúnen en el piso neoyorquino en que vive uno de ellos, para celebrar su cumpleaños. ¿Eso es todo? Si por fortuna. Si, porque eso es más que suficiente par un serio análisis del comportamiento de los nueve amigos. Estoy queriendo decir que no es ésta una comedia sobre el tema de la homosexualidad, al menos a primera vista, ya que est cuestión ni se aborda ni se estudia directamente. Es más bien, una comedia con homosexuales. Se trata de un truco y me apresuro a decir que de un truco lícito. El esquema dramático ser igualmente válido para cualquier otro grupo de gentes más o menos marginada lesbianas, drogadictos prostitutas, fugitivos...- a quienes un autor reúne para cumplir el tradicional destino de los espacios escénicos revelar comportamientos Pero ese mecanismo es utilizado con extraordinaria honestidad y resulta ser muy útil. Pues, ¿qué? ¿Se puede dar por muerto en el teatro, así como así, al naturalismo?
Los chicos de la banda, de Mart Crowley, en adaptación de Artimey Azpilicueta
Director: Jaime Azpilicueta. Decorador: Emilio Burgos. Intérpretes principales: Manuel Galiana, Ramón Corroto y José Luis Pellicena:Teatro Marguina.
Mayor libertad
Mart Crowley, simplemente, como sus antecesores más directos -los dramaturgos de lós años cincuenta- ha utilizado mayor libertad en la selección de su tema, pero se ha apoyado en la metafísica tradicional e todos los naturalistas que en el mundo han sido: el hombre vive y actúa realmente así y el autor piensa y cree que no es, en absoluto, responsable dé su destino (o sea: nada puede ayudar al ser humano, aplastado por fuerzas que no controla, habitante de un indiferente planetilla, arrastrado en el magma de un universo, más indiferente todavía).Bien. Al revisitarlos chicos de la banda, entre unos espectadores tranquilos y desapasionados, he comprobado que el éxito, merecidísimo, de la obra no se debe a ninguna invención técnica especial sino, precisamente, a la sinceridad de su contenido documental que se eleva, inmediatamente, a contenido dramático-, a una suave intuición de los valores humanos de los personajes, a la total carencia de sentimentalismo y a la limpia escritura del texto. Y por si acaso empieza a sucederme lo contrario, en estas revistas, anotaré, con satisfacción y aplauso plenos, que los nueve actores del reparto continúan trabajando con el entusiasmo, fervor y entrega de los primeros días. Las cosas están donde deber, estar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.