Las "Historias fantásticas", de Bioy Casares

Una noche, en un hotel de la Argentina, población veraniega de Adrogué, Borges y un amigo llamado Adolfo Bioy Casares se enredaron en una discusión provocada por el espejo que inquietaba el fondo de un pasillo y la frase lapidaria pronunciada por un heresiarca en un extraño y nebuloso país. Con esa escena real comienza uno de los cuentos más célebres de Borges, «Tlon, Uqbarñ Orbis Tertius», y con ella se llega al descubrimiento de un incógnito universo idealista.Como le es grato, Borges ha iniciado la acción que se encaminará a lo fantástico, con un realismo que llega hasta su propia intervención y la de su amigo, no menos provisto de corporeidad. En efecto, Adolfo Bioy Casares existe. El lector español que descubrió a Borges hace pocos años puede ahora hacer el hallazgo de este escritor todavía poco conocido entre nosotros.

La edición española de alguno de sus títulos más importantes (La invención de Morel, Diario de la guerra del cerdo, una antología temática de cuentos, Historias de amor) se refuerza ahora con otra recopilación de narraciones de hermandad de tema y género, titulada Historias fantásticas (1), bien adecuada para entrar en el conocimiento de un escritor cargado de inventiva, muy próximo y muy distante, al mismo tiempo, de las ficciones de su amigo.

Con eso queda dicho que gran parte de la obra de Bioy, en cambio constante, se mueve dentro de lo que llamamos relato fantástico, sin que pueda ser adscrito exactamente a la ciencia-ficción, porque la física suele ser la ciencia a que se refiere esta denominación se sustituye en gran número de casos por la psicología y aún la metafísica.

Bioy goza combinando situaciones que hacen brotar en el lector la extrañeza, el asombro y la curiosidad, como la causan también en alguno de los personajes del propio cuento. Por hablar sólo en uno de ellos «La trama celeste», un aviador regresa a un Buenos Aires que es el mismo y es distinto al que ha dejado al partir, poco antes. El prodigio que vivieron Rip van Winkle o el monje medieval, que pasaron cien años cuando creían haber vivido unos minutos, son antecedentes de esta invención, pero se ha trasladado del tiempo al espacio: el aviador ha ido a caer en otro Buenos Aires de otro planeta paralelo a la Tierra.

Los temas de los demás cuentos del libro son variados y siempre ingeniosos: un hombre reducido de tamaño al modo de las cabezas jíbaras, pero conservando la vida; una mujer que orienta los sueños de otro; juegos con la personalidad, con las relaciones de afinidad o de amor, la curiosa reacción humana ante la llegada de un extraterrestre, la detención de la muerte suspendiendo el tiempo; la proyección de un sentimiento de celos sobre otra persona, un artilugio que perpetúa la vida mental..., todo un mosaico de situaciones que a Bioy le gusta razonar. No olvidemos que al hablar, una vez del género dijo que a lo fantástico se podía llevar por varios caminos, y uno de ellos es el de la sintaxis. Es el que, en gran parte, ha elegido.