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La patata, factor clave en el índice del coste de vida

En el mes de marzo se ha registrado un incremento espectacular en el índice del coste de vida: 2,27Matemáticamente la cadena de repercusiones ha sido, más o menos la siguiente: el componente alimenticio del índice del coste de vida (que representa aproximadamente la mitad del mismo) ha registrado un incremento del 3,23% en el mes de marzo. La patata representa el 4,38% del componente alimenticio y ha registrado una subida del 40 por ciento. Haciendo las oportunas operaciones, resulta que más de la mitad de la subida del índice alimenticio fue resultado de los nuevos precios de las patatas.

Si en el índice general del coste de la vida no se hubiese contabilizado la variación de la patata, su aumento en marzo hubiera sido de 1,42% en vez de 2,27%. Es decir, que los nuevos precios de la patata son responsables en casi si un 40% del alza del mes de marzo.

El caso es que la subida del precio de la patata ha sido un fenómeno general en Europa. El Financial Times hace poco daba la noticia de que la cosecha escocesa de patatas, que era un 10 % inferior en cantidad a la del año pasado, ha valido, sin embargo, un 175% más. Otras noticias del Reino Unido estimaban que Inglaterra sólo dispone de un stock de patatas de 50.000 toneladas que son muy pocas patatas Los ingleses están tan irritados que cuando la CEE ha decidido imponer un gravamen de importación a las patatas tempranas en la última semana de abril, han calificado la decisión de locura y de un insulto a las amas de casa británicas.

Han circulado rumores en nuestro país de que el ministerio de Comercio había prohibido la importación de patatas. Los rumores no muy fundados, ya que la patata es una mercancía de libre importación y las licencias que se han presentado -parece ser que han sido exclusivamente dos han sido autorizadas. El problema es quizá otro. Si el año pasado nos quedamos sin azúcar y hubo que importarla a a nos precios formidables, aunque luego se subvencionó el consumo, en esta ocasión no ha habido ni siquiera la posibilidad de comprar patatas caras en el extranjero -hubo intentos con Polonia- porque no hay patatas. Claro que esto no exime la pregunta de que un país que dedica, casi un 25% de su población a la agricultura no sea capaz de orientar sus precios de modo que los agricultores obtengan unas retribuciones rentables y los consumidores no se encuentren de la noche a la mañana con que la patata se ha convertido en un artículo de lujo.

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