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Los itaIianos acudirán a Ias urnas el 20 de junio

Los días 20 y 21 de junio próximo 41 millones de italianos serán llamados a las urnas, según decidió ayer el Consejo de Ministros dimisionario, que permanece en funciones para asuntos rutinarios. Esos mismos días habrá elecciones municipales en 174 ayuntamientos, entre ellos los de Roma, Génova y Bari, y Sicilia elegirá su Asamblea regional. Aplazado para 1978 queda el referéndum sobre el aborto, que posiblemente nunca llegue a celebrarse.

Se puede decir, que desde las consultas que el mismo Primero de Mayo mantuvo el presidente de la República, Giovanni Leone, con los líderes de todos los partidos políticos, se puso en marcha en el país una gran maquinaria electoral que vendrá a costar unos seis mil millones de pesetas.El tema central a discutir, y que ya desde enero viene denominándose como «el caso italiano», será la credibilidad del Partido Comunista. Así lo dio a entender ayer el secretario democristiano Benigno Zaccagnini en Salerno: «Si estuviera seguro de que el Partido Comunista, una vez conseguido el poder por el voto, pudiera volver atrás frente a elecciones que le derrotaran, no pondría problemas de principio. Pero estoy seguro de que ese sería un camino sin retorno».

El Primero de Mayo pasó sin grandes violencias. Sólo en Roma, un grupo de jóvenes de extrema izquierda intentó enfrentarse a la policía que protegía la embajada Española ante la Santa Sede.

La clase obrera se mueve por carriles más pacíficos y de diálogo. Ayer se firmó el tercer gran contrato nacional. Un millón doscientos mil obreros metalúrgicos cobrarán dos mil pesetas más al mes y los sindicatos serán informados de los programas de inversión de las empresas.

El Partido Comunista considera estos hechos como una victoria, en el editorial de ayer de L'Unita, en el que se señalaban, además las «verdaderas intenciones» de los comunistas.

«La aportación comunista a la solución de la crisis no debe ser estimada con abstractos procesos sobre inexistentes «incógnitas», si no en base a cuanto los comunistas han hecho y en cuanto los comunistas proponen. Que se discuta de esto», decía el editorial.

En esta disputa, el interlocutor y acusado principal será la Democracia Cristiana, el partido que ha representado hasta ahora una tradición católico-popular y que por primera vez en treinta años («algunos buenos y otros malos, pero siempre en libertad », según su último slogan electoral) ve amenazado su poder político.

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