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Carlos Alcaraz
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Alcaraz se sobrepone a un accidentado despegue en Asia

El número uno sufre una torcedura al inicio del duelo contra Báez, pero se repone y resuelve con oficio el estreno en Tokio: 6-4 y 6-2. Se encontrará el sábado con Bergs

Alejandro Ciriza

No es, desde luego, el inicio previsto ni deseado. Al revés: sumamente accidentado. A los 20 minutos, el público de Tokio se lleva las manos a la cabeza y se disparan las alarmas cuando a Carlos Alcaraz, cohete y prodigio de la elasticidad él, se le queda enganchado el pie izquierdo en el desplazamiento y acto seguido se tumba sobre el suelo de la pista entre indisimulables gestos de dolor. Pinta feo el retorcijón, sutil pero aparatoso, puñetero, y así lo corrobora la reacción inmediata del murciano, al que le cuesta incorporarse por sí solo y quien desprende la sensación lógica del susto mientras es atendido en la silla. Hasta ahí, sudores fríos en Japón. Después, el vendaje ayuda y todo queda en eso: un susto. Al final, 6-4 y 6-2 ante Sebastián Báez, en 1h 32m.

“No puedo, no puedo…”, transmite el número uno justo después de que en el ir y venir del peloteo, nada fuera de lo común, el pie izquierdo le haya hecho un extraño. Han transcurrido solo 20 minutos de partido y el marcador refleja un 2-2, cuando de repente, en una maniobra aparentemente liviana, se engancha ligeramente la suela de la zapatilla, él cae tras dar tres pasitos con la otra puntera y va expandiéndose un silencio helador en el paraje que hoy descubría. La primera vez en Tokio, punto de partida de esta gira asiática. Alcaraz se duele, no logra levantarse. Se tumba y una voz joven le pregunta desde la grada, tras 20 interminables segundos: “Are you ok?”. ¿Estás bien?

No lo parece. La escena y la expresión inicial del tenista invitan a pensar en un mal mayor. Sin embargo, esas articulaciones son de chicle. Se estira más y más Alcaraz siempre, rozando todos los límites prohibidos, aunque en esta ocasión el daño nace de lo fortuito y, afortunadamente, no parece revestir finalmente gravedad. Saldrá del apuro el murciano. Y no solo saldrá, sino que lo hará otra vez con nota. El fisio interviene y después de tratarle, de la incertidumbre generalizada y de la congoja monumental, le aplica un vendaje compresor que protege y estabiliza la pisada, así que otra vez vuelta a andar. Pasos precavidos, máxima cautela. Pero intenciones firmes. Break.

Al fin y al cabo, se trata esencialmente de eso: de competir contra el menudo Báez, el 41º del mundo, y a la vez hacerlo contra su propia cabeza, que entre raquetazo y raquetazo, entre movimiento y movimiento, le tenderá unas cuantas trampas mentales. “Tenía miedo”, amitirá luego. Precaución y adelante. También, un segundo contratiempo, pero éste mucho menor. La lluvia empieza a asomar y el pulso se detiene durante casi media hora, enfriándose la articulación y despergdigando más dudas. “Yo lo noto, en algunas situaciones no, pero en otras me duele”, se dirige a su fisio, Juanjo Moreno, teñido como él de platino para cumplir con lo prometido tras el éxito reciente de Nueva York.

Naturalidad

La vuelta a la pista, sin embargo, tan solo sirve para confirmar un día más el gigantesco trecho que existe entre él, mano a mano con Jannik Sinner, y el resto de los jugadores del circuito. Hoy por hoy, la impresión es que, salvo despiste propio o infortunio físico, ambos podrían ganar a la pata coja, si no con los ojos vendados. “Carlos me recuerda a Ronaldinho”, se pronunciaba Andy Murray desde el feliz retiro, todavía con mono pero a la vez litigando con las secuelas insalvables de un deporte que hace trizas los cuerpos. Y no le falta razón al escocés. El brasileño podía resolver con una elástica, la espaldinha o una puntera, y Alcaraz también parece poseer un repertorio inagotable.

De modo que, más allá del dolor y los pensamientos que se entrecruzan, si tiene que abreviar con una dejada liftada la tira con la misma naturalidad, o si debe evitar conflictos que puedan comprometerle se aplica y lo cierra rápido, sin líos, a las bravas. Abre el segundo parcial con otra rotura, por si al argentino se le ha pasado por la cabeza la idea de revolverse, y posteriormente no deja que crezca Báez, un tenista interesante e inteligente, pero sin opción alguna en el episodio. Lo remata Alcaraz con oficio y unas estadísticas muy similares, pensando ya en tumbarse en la camilla y en ponerse en manos expertas para seguir rodando. El tenis y los sustos: cualquier día puede llegar a ser maldito.

“Ha sido mala suerte. Iba corriendo hacia adelante, así que eso me ha salvado y ha evitado que fuera algo más importante. Al principio no me sentía bien, pero al rato sí. Lo primeros cinco minutos me he asustado, no voy a mentir, pero al final podía andar y eso me ha tranquilizado. Ahora, en frío, me siento igual que antes, y esa esa una buena señal”, señala el protagonista, citado en la siguiente escala con el belga Zizou Bergs, de 26 años y 45º de la ATP; superior al chileno Alejandro Tabilo (1-6, 7-6(2) y 7-6(4). El encuentro entre ambos será el sábado, con día y medio de por medio para apurar con el tratamiento, reposar y tratar de restablecer el tobillo. Así que resopla con alivio Alcaraz.

SINNER: “MERECE EL NÚMERO UNO”

A. C.

Jannik Sinner también reemprendió la marcha, en su caso en Pekín, y lo hizo con una victoria solvente (doble 6-2, en 1h 21m) frente al veterano Marin Cilic. Cabe recordar que el italiano, de 24 años, fue finalista del torneo hace un año, cuando claudicó frente a Alcaraz.

Después de haber perdido el trono en Nueva York, en favor del español, el de San Cándido admitió la superioridad de su rival en términos generales. “Nos hemos repartido los Grand Slams, pero nuestras temporadas han sido muy diferentes”, introdujo.

“Lo que he logrado ha sido excepcional, pero lo que ha conseguido Carlos también lo es. Él se merece estar donde está. Ha jugado más torneos y a un nivel altísimo. Estoy muy contento con lo que he hecho, el ranking viene y va”, amplió.

A su victoria se sumó la del malagueño Alejandro Davidovich ante Ugo Carabelli (6-1 y 6-3) y las de la gallega Jessica Bouzas (6-4 y 6-0 a Jaqueline Cristian) y la cántabra Cristina Bucsa (6-2 y 6-4 a Donna Vekic) entre las féminas.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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