“Alcaraz no mide, pero no debe perder su esencia”
Martínez Cascales, el técnico que acompaña al murciano en Sudamérica, analiza desde Río de Janeiro su evolución tras la explosión y las curvas del curso pasado
Antonio Martínez Cascales (Villena, Alicante; 64 años) es el hombre que moldeó el tenis de Juan Carlos Ferrero y el que guio la ascensión del valenciano hacia el número uno. Conoce a la perfección, pues, los vértigos y las dudas que rodean al talento en dirección a la cima y la repercusión de una explosión temprana. Hoy día sigue supervisando el desarrollo de los jóvenes que se forman en la academia que edificó en su pueblo, hace ya casi tres décadas, y a la vez forma parte de la corte que rodea a Carlos Alcaraz. A sus 19 años, el murciano se convirtió en septiembre en el rey más joven de la historia y después experimentó el gigantesco peso de la responsabilidad, el saberse señalado y escrutado por los millones de ojos que lo identifican como el siguiente elegido de la raqueta.
En ausencia de Ferrero, que se reencontrará con su jugador en la gira norteamericana sobre cemento, Cascales acompaña a Alcaraz estos días en Sudamérica, después de varios meses complicados y de haber sufrido dos lesiones que minaron su defensa del trono. “Como le gusta competir le ha costado un poco, la verdad”, responde el preparador desde Río de Janeiro, donde el tenista aborda su segundo reto del curso tras el título obtenido la semana pasada en Buenos Aires. “Siempre cuesta volver, y más después de tres meses de parón [por el abdominal y un percance posterior en la pierna derecha]. Lo ha llevado bien, pero en las dos o tres últimas semanas estaba deseando competir. Nunca quieres perderte ningún Grand Slam, pero si sucede, mejor que sea el primero porque luego tienes todo el año por delante”, agrega.
Antes de aterrizar en Brasil y de sobrevolar Río en helicóptero, el tenista –doble 6-4 al brasileño Mateus Alves en la reanudación de este miércoles– admitió que se sentía “culpable” por no haber hecho las cosas del todo bien fuera de la pista, víctima del boom que en su día tuvo que gestionar el propio Ferrero.
“Después de lo del US Open cambiaron algunas cosas, en el sentido de que tuvo un montón de compromisos tanto a nivel de patrocinadores como a nivel institucional o social. Cuando te ocurre algo así se te acerca muchísima gente, y algunas de esas personas son más famosas… Hay gente que no comprende lo exigente que es el tenis como deporte individual, que tiene un calendario como el que tiene, y él se refiere a todo eso”, precisa Cascales; “le faltó un poco la tranquilidad que había tenido este par de años atrás en los entrenamientos. Puedes prescindir de algún compromiso institucional, pero no de los comerciales [por exigencias contractuales]; además, lamentablemente tienes que prescindir de algunos compromisos sociales o invitaciones que para un chico de su edad son muy apetecibles”.
Incide el técnico en la juventud del jugador y la vulnerabilidad ante la exposición, ahora que a Alcaraz se lo rifan las marcas –Nike, Babolat, Isdin, BMW o Región de Murcia, entre otros acuerdos– y preside edificios de algunas grandes ciudades posando en ropa interior. “Entre la familia y el grupo que estamos alrededor de él intentamos que comprenda el proceso; lo hacemos hablando mucho y desde una perspectiva positiva. No es fácil, porque tiene 19 años y una personalidad muy extrovertida, con lo cual es muy fácil llegar a él, y esa gente que llega a él muchas veces no entiende las exigencias del tenis. Creo que en ese sentido está madurando, así que poco a poco”, continúa Cascales, que a su vez subraya los estragos de un calendario que apenas permite pausas ni concede treguas.
La temporada pasada, Alcaraz disputó 70 duelos, distribuidos en 17 torneos. Y, finalmente, su musculatura se quebró en París-Bercy, apartándole de la Copa de Maestros y la Copa Davis. “Los partidos vienen como vienen. Tienes que inscribirte en los torneos con mes y medio de antelación, y no sabes cómo van a ir las semanas previas; con lo cual, a excepción de aquellos que tienen un poquito más de margen [por la normativa de la ATP, por su permanencia en el circuito], para la mayoría no es nada fácil. Conforme vas estabilizándote en el ranking y subes puedes empezar a estructurar el calendario mucho mejor, pero mientras las cosas vienen como vienen”, recalca.
Objetivo: Roland Garros y Wimbledon
El desgaste físico y el estrés acabaron haciendo mella en el cuerpo de Alcaraz, que planificaba aterrizar en el Open de Australia de nuevo sin competir, únicamente con la base que le aportase la pretemporada. Sin embargo, el 4 de enero, durante una sesión, la pierna derecha le falló en una arrancada. El percance le privó del primer grande del año y lo recluyó en la enfermería hasta la reaparición de la semana pasada en Argentina, donde logró el séptimo título de su carrera.
“En los entrenamientos no mide, no mide el esfuerzo ni la carrera”, concreta Cascales. “Esto es positivo y él es así, pero a la vez tiene un componente negativo. Esto es lo que le hace tan explosivo y tan rápido en los partidos, porque en los entrenamientos hace exactamente lo mismo; lo que ocurre es que al entrenarse así existe el peligro de que ocurra lo que sucedió ese día. Hizo un esprint y… Algunos dirán que es innecesario ir a por esa pelota, pero a la vez perdería su esencia. Poco a poco irá aprendiendo a medir, pero no debe perder su forma de ser. Por ejemplo, poco antes de venir para aquí fue a por una pelota extrema, extrema, extrema y se cayó contra la esquina. Y eso que las pistas de nuestra academia son grandes... Y te dices, ¿pero por qué vas a por esa pelota? Pero no puedes preguntarle ni por qué, porque está en su ADN”, asevera.
Repuesto, Alcaraz ha reemprendido la marcha con el turbo y, según cuenta Cascales, centra su mirada en los grandes escenarios. “Volver así te da una confianza enorme”, contesta. “Pero ahora no está tan centrado en recuperar el número uno como en ganar torneos. Ahora tiene el foco ahí”, sigue el técnico, consciente de que ha subido el listón porque ha desaparecido el efecto sorpresa del ejercicio pasado. “Este año va a ser un poquito más difícil porque el resto saben mejor cómo afrontar un partido contra él. Ahora bien, por otro lado, la gente empieza a saber que es muy difícil jugar contra él y que les tiene que salir todo prácticamente perfecto. Se ha ganado una fama, porque va perdiendo 5-1 y se anima como si fuera por encima”.
Pone de ejemplo Cascales la final del domingo contra Norrie. “Salió muy fuerte, pero a la que falló un poco y Carlitos acertó un poco más, el partido cambió”, recuerda. “Y ahí está la clave: mantener el nivel. Debe ser más lineal durante los puntos”. Lo que él llama madurez. “Evidentemente puede mejorar en golpes y detalles, pero madurar significa que si juegas bien un 70% de los puntos, subas a un 75% o un 80%. Eso es madurar. A veces, de primeras pega un golpe con tantísimas revoluciones que no tiene del todo sentido; en ocasiones es mejor pegar tres golpes con menos revoluciones para controlar mejor el punto que uno a 200 por hora”, añade. Si tienes un 40-0 a lo mejor puedes pegar uno de estos, porque tiene esa capacidad, pero si el partido está igualado, tal vez sea mejor apostar por el control
Preguntado por el objetivo fijado para este 2023, el preparador concluye con decisión: “A él le gustaría ganar Roland Garros y Wimbledon, eso es lo que tiene en la cabeza ahora mismo. En Astaná [octubre] le dije que su objetivo iba a ser recuperar el número uno, y me dijo: ‘pero Toni, ¡si ya soy el número uno’. Y le contesté: ‘ya, pero lo perderás… Tardarás quinces semanas o quince meses, pero lo perderás y en un momento determinado volverás a tener ese objetivo’. Ahora ya lo tiene, pero está más enfocado en los torneos”.
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