Naomi Osaka se levanta, como en los viejos tiempos. ¿Espejismo o realidad?
La japonesa derrota a Muchova (6-4, y 7-6(3) y regresa cuatro años después a las semifinales de un grande. Se encontrará hoy con Anisimova (6-4 y 6-3 a Swiatek)


Los asistentes de la Arthur Ashe se preguntan nada más cerrarse el primer turno nocturno si esto tal vez sea un regreso, o bien algo pasajero; si esa tenista que ha recuperado la precisión y la pegada durante estos días va en serio y tal vez pueda retroceder hacia ese imponente pasado no tan lejano, cuando apareció en Nueva York, triunfó, lloró y se llevó un gran imperio por delante; si la estrechez entre un compromiso y otro —este mismo jueves saltará a la pista otra vez, tan solo veinticuatro horas después de haber resuelto el acceso a las semifinales— será demasiada para ella, ya desacostumbrada a recorridos de estas características; y, sobre todo, los aficionados se plantean si Naomi Osaka será capaz de ganar otro Grand Slam. ¿Realidad o ilusión?
El caso es que la japonesa, en su momento en lo más alto y ganadora de cuatro grandes entre los 18 y los 22 años, ha hecho un descubrimiento: al parecer, necesita el tenis mucho más de lo que pensaba. Un día estuvo ahí, arriba del todo, dominando, pero luego sencillamente se desenganchó. Lo cuenta después de batir a Karolina Muchova por 6-4, y 7-6(3), en 1h 49m: “He descubierto que amaba este deporte mucho más de lo que pensaba y que me encantan los desafíos. Esto es como una especie de videojuego; empiezas la partida y si pierdes, simplemente reinicias y continúas hasta que finalmente ganes. En ocasiones es complicado, pero no lo cambiaría por nada del mundo”.
A partir de 2021, su trayectoria comenzó a describir una línea descendente. La tenista, de 27 años, reconoció abiertamente que le costaba procesar determinadas situaciones y que había sufrido mentalmente; de ahí el bajón, la intermitencia y alguna que otra pausa voluntaria después. Luego fue madre por primera vez y a su regreso se encontró con un circuito plenamente renovado, articulado en base a un nuevo orden jerárquico y con las más jóvenes, al igual que ella lo hiciera en su día, empujando cada vez más fuerte: Swiatek, Gauff, Andreeva y también, la local Amanda Anisimova, su próxima rival. Mucho terreno que recuperar, también mucha lesión y no menos dudas.
Un contratiempo físico le retiró a comienzos de año en la final de Auckland y los resultados posteriores se mantuvieron en la franja de la discreción. Es decir, nada reseñable, muy poquita cosa. Más decepción. Voluntad sin recompensa. Sin embargo, envió una señal recientemente en Montreal, pese a la derrota contra Victoria Mboko en el episodio definitivo, e intenta retomar el camino de vuelta estos días en Nueva York, donde tumbó a la tres del mundo, Coco Gauff, y en última instancia a Muchova, una competidora con una mano deliciosa; esta vez, todo sea dicho, mermada en el segundo parcial a consecuencia de unas molestias musculares en el muslo izquierdo.

“Ahora disfruto más del viaje”, aprecia la japonesa, virtualmente decimocuarta y acompañada en Flushing Meadows por unos elfos de peluche creados por un diseñador hongkonés, los Labubus. “Este es Andre Swagassi [haciendo un juego de palabras con la palabra swag, algo así como tener un estilo propio, y el carismático icono de los noventa]”, enseña a la cámara de la ESPN. Pese a su estancamiento deportivo, Osaka mantiene el tirón y conserva un largo listado de patrocinios, si bien es cierto, su marca ha perdido fuerza; en el último informe elaborado por la revista Forbes, su nombre ha desaparecido de entre los diez con mayores ganancias a lo largo del último año.
Ahora, no obstante, su inquietud es lo inmediato: Anisimova, otra pegadora. Una jugadora que sigue afianzándose en la planta noble y que tras el destrozo sufrido en la final de Wimbledon frente a Iga Swiatek, sacudida esa tarde por un doble 6-0, se rehace y apea a la polaca. “Siempre ha sido una de las más talentosas del circuito. No sabes dónde va a poner la pelota”, apunta la asiática. “Sinceramente, no vi la final de Wimbledon. Vi el marcador y pensé en lo devastada que debía estar ella, pero creo que haber ganado ahora a Iga es un éxito”, cierra Osaka, la campeona que de un día para otro desapareció, que se busca y que asoma la cabeza. ¿Espejismo o no?
ANISIMOVA SE REHACE ANTE SWIATEK
Hay un dato que debería inquietar a Anisimova, puesto que siempre que alcanzó las semifinales, Osaka prevaleció sobre la rival. En todo caso, en favor de la norteamericana (6-4 y 6-3 a Swiatek) juega el programa del torneo, que le impedirá pensar de más. No hay tiempo: hoy mismo, tras el Sabalenka-Pegula (1.00, Movistar+), volverá a saltar a la pista central.
“Hoy salí sin miedo. Y eso es lo que aprendí allí [en Londres, el 12 de julio, cuando encajó un doble 6-0 ante Swiatek]. Entonces me sentí muy mal, pero después pensé que solo era un partido de tenis. Esa es mi mentalidad”, afirmó la novena del mundo, que hasta ahora no había conseguido ir más allá de la tercera ronda en Nueva York.
Al otro lado de la red, eliminada y, por tanto, descabalgada además de la pelea por el número uno que defiende Aryna Sabalenka, Swiatek se marchó de muy malas pulgas y en la sala de conferencias reprochó a un reportero su pregunta. Él le planteó si sería una buena idea hacer una pausa, dado el desgaste acumulado, a lo que ella reaccionó mal.
— Habla con los responsables de hacer el calendario. ¿Lo necesitas tú?”.
— ¿Perdón?
— Parece que necesitas un descanso.
— Así es, lo necesito.
— Entonces, ¿qué estás haciendo aquí?
— Tengo que estar hasta el final del torneo.
— Buena suerte…
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