Naomi Osaka, o un retorno lleno de espinas, pero no exento de fe
La japonesa no se rinde pese a no haber logrado recuperar el nivel tras haber sido madre: “Me ha costado mucho recuperarme tras el embarazo, pero ya estoy al 75%”


Hace no demasiado, aunque el deporte de élite pueda llegar a traducir esos cuatro o cinco años en una eternidad, el tenis fantaseaba con la cautivadora ascensión de Naomi Osaka. La japonesa constituía poco menos que la plenitud, el siguiente gran eslabón histórico en el engranaje de las mejores jugadoras de la historia. Lo reunía todo: personalidad, exotismo, carisma, juventud, una atractiva inocencia en el discurso y, por encima de todo, un golpeo centelleante que desarmaba a las rivales con una superioridad tan abrumadora que recordaba a la de la mismísima Serena Williams. Digna heredera, se decía. Según los especialistas, su proyección tendía al infinito. Sin embargo, de golpe asomó la sombra de la depresión y la tenista se desinfló tan rápido como había llegado a la cumbre del circuito. En un chasquido de dedos, Osaka la rutilante desapareció.
Tras conquistar su cuarto grande, en 2021, mentalmente colapsó y su rendimiento se resintió de tal manera que llegó a tocar fondo. “Sentí que había llegado a perder la alegría por este deporte”, confesaba en enero de 2024. Entonces, sin embargo, contaba que había recuperado la ilusión después de 15 meses de ausencia, a raíz de su primera maternidad. “Quiero demostrar de lo que soy capaz”, transmitía con convicción, llegando a deslizar que incluso se veía levantando otro major ese mismo curso. La realidad, sin embargo, ha sido muy diferente. Sin premio alguno y transitando sobre tantas derrotas como victorias, Osaka continúa buscando a la Osaka de los inicios. De hecho, en foros y tertulias va perdiéndose el optimismo que, en cambio, desborda ella, rebelada ante un presente en el que no termina de remontar el vuelo, lejísimos de la campeona que deslumbraba.
“Siempre es agradable escuchar a la gente que te halaga por todo lo que conseguí en tan poco tiempo, pero a la vez siento que me queda mucho por hacer, grandes cosas por conquistar”, respondía el mes pasado en una entrevista concedida a la CNN, en la que precisaba que no ha perdido la esperanza de ganar Roland Garros y Wimbledon para completar la vitrina. “Quiero ser una de las jugadoras que logre el Grand Slam [los cuatro grandes]”, asegura. Sin embargo, crudos son los datos. Clarificadores los hechos. Desde su regreso, la japonesa ha firmado una primera ronda, tres segundas y una tercera en los escenarios señalados; la temporada anterior, los cuartos alcanzados en Doha fueron su límite; en la presente, el despegue fue esperanzador al disputar la final de Auckland, pero luego se dañó el abdominal y al abandono forzado en el Open de Australia le sucedió la caída inmediata en Indian Wells.
Ahora, en Miami, Osaka ha encadenado dos triunfos y afronta con ganas el pulso de la tercera ronda contra Hailey Baptiste. Lo hace instalada en el puesto 61º del ranking y cuidando con especial mimo la musculatura que envuelve la zona inferior del torso, fundamental para toda jugadora y aún más para aquellas que se sirven tanto de la potencia, que hacen tanta rotación a la hora de golpear. Al mismo reto se enfrentó Serena después de ser madre. En todo caso, dice haberse recuperado plenamente de la distensión —en un grupo muscular que ha ido dándole guerra a lo largo de su carrera— y confía en ir acumulando partidos para entonarse y convertirse otra vez en ese látigo de antaño que desbordaba con tanta facilidad. Viaja el circuito a toda máquina y ella, tan particular, tan a lo suyo, tan Naomi Osaka, sabe que el escenario es muy diferente al de hace unos años y que el vagón de cabeza está francamente lejos.
Una “cura de humildad”
“Necesito entender que estoy en un proceso y que debo tener paciencia”, afirma. “Me ha costado mucho recuperarme del embarazo, pero ya me veo al 75% de mis posibilidades. No puedo hablar por todas las madres, pero para mí fue particularmente difícil volver después del embarazo”, continuaba tras batir en la primera escala del torneo a Yuliia Starodubtseva. “De lo que más orgullosa estoy es de mi movilidad en la pista, de la energía. Hacía mucho que no podía hacer unos apoyos tan firmes. Creo que he alcanzado un nivel físico que no experimentaba desde antes del embarazo. Ahora lo que tengo que hacer es lidiar con los nervios; tengo tantas ganas de jugar bien y de medirme con grandes tenistas que la acumulación de nervios durante algunos partidos me puede provocar lesiones. Es lo que sucedió en Australia”, rebobina.
🇭🇹❤️ pic.twitter.com/N82Dqoyf3E
— NaomiOsaka大坂なおみ (@naomiosaka) March 21, 2025
Lo que divisa por delante Osaka, de 27 años, es un desafío con mayúsculas. Al fin y al cabo, solo tres jugadoras lograron ganar un grande después de haber sido madres: la australiana Margaret Court (3), su compatriota Evonne Goolagong (1) y la belga Kim Clijsters (3). Entre las demás, regresos siempre meritorios pero con suerte dispar. Serena, sin ir más lejos, se quedó a un suspiro del éxito, pero cedió en cuatro finales. Ahora, la japonesa no se cierra ninguna puerta, consciente al mismo tiempo de que ha perdido jerarquía y de que deberá recuperar su versión más brillante para acercarse a las dominadoras del nuevo orden femenino. “He entendido más mi personalidad y me doy cuenta de que soy más paciente. Sé que no puedo controlarlo todo y asumo que lo que debo hacer es dar lo mejor de mí misma, sin que eso garantice que vaya a triunfar”, indica.
Pese a la pérdida de estatus tenístico, Osaka continúa en lo alto de la lista anual de ingresos entre las deportistas. En 2024, según especifica Forbes, percibió 13 millones de dólares (12 de euros), lo que la sitúa en el sexto peldaño junto a la británica Emma Raducanu. En 2022, llegó a recaudar 52 (48). Hoy día, más allá del estímulo económico le mueve el deseo de experimentar de nuevo la gloria, dejando atrás la adversidad de un 2024 que le volvió de pleno la espalda. “Fue una cura de humildad, pero sentí que crecí mucho”, admitía a las puertas del nuevo curso. “Trabajé mucho más duro de lo que había trabajado nunca. En ese sentido, supongo que fue muy doloroso no obtener los resultados que quería, pero siento que estoy aprendiendo”, aprecia, al tiempo que asegura que, en el caso de no evolucionar en la dirección deseada, hacia lo alto, no dilatará su recorrido en las pistas. “No creo que sea ese tipo de tenista, respeto mucho a todas las jugadoras. Preferiría pasar tiempo con mi hija”, finaliza.
BADOSA, CON EL SUSTO EN EL CUERPO
Sudó de lo lindo Paula Badosa para derrotar a Victoria Mboko, la canadiense de 18 años que apeó a Camila Osorio en la ronda anterior, que se pasea este curso por el circuito ITF (29 triunfos, una sola derrota) y a la que se le advierte potencial. Otra joven asomando la cabeza. Exigente de inicio a fin.
“Qué puedo hacer, si está jugando mejor que Sabalenka…”, profirió la española durante el segundo parcial, después de un primero ajustado. Dispuso de 5-2 en el tercero, pero aun así tuvo que remar hasta el final: 7-5, 1-6 y 7-6(3).
La catalana terminó sorteando la dura oposición de la norteamericana, 162ª del mundo, y se ganó el pase a la siguiente ronda del torneo, en la que se encontrará el domingo con Clara Tauson. La estadounidense, vigesimotercera de la WTA, superó a Julia Grabher por 6-4 y 7-5.
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