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El ahora o nunca de Zverev, un megaproyecto incompleto

El alemán, verdugo de Nadal y rival de Alcaraz en la final, busca el grande que tanto se le resiste tras haber sido enjuiciado por violencia de género durante el torneo

Zverev
Zverev sirve durante el partido contra Ruud en la Philippe Chatrier.Gonzalo Fuentes (REUTERS)
Alejandro Ciriza

Tiene y tenía Alexander Zverev un buen puñado de cuentas pendientes. La primera, en principio saldada, con el tribunal de Berlín que este jueves archivó el caso del tenista alemán por violencia de género contra su expareja y madre de su hijo, quien le denunció a raíz de una discusión en 2020 en la que el deportista, exponía la acusación, la habría empujado contra la pared y habría intentado asfixiarla. Tendrá que pagar 200.000 euros de multa para cerrar el proceso. “Significa que ha acabado, que han cerrado el caso; no lo cerrarían si eres culpable. No quiero escuchar nunca una pregunta más sobre este tema, y eso va para todo el mundo”, respondía malhumorado después de batir el viernes al noruego Casper Ruud (2-6, 6-2, 6-2 y 6-2) y alcanzar su primera final en Roland Garros, la segunda en un grande tras la del US Open de 2020.

Tiene Zverev, también, la voluntad de cerrar el círculo que desafortunadamente abrió hace dos años en París, cuando en el transcurso de la semifinal contra Rafael Nadal —la segunda de las cuatro consecutivas que ha jugado— maniobró horizontalmente para cazar una pelota y su tobillo derecho se hizo añicos: siete ligamentos dañados, operación, más de medio año de baja y, después, una dura pelea por recuperar el terreno perdido, a la carrera y mientras se avecinaba el estallido de la última generación, liderada precisamente por Carlos Alcaraz.

“De alguna manera, el que ahora vaya a disputar la final contra él [este domingo, a las 15.00; Eurosport y DMAX] es como una simetría. Fue una lesión terrible y el viaje que ha hecho estos dos años no ha sido nada sencillo”, comenta el británico Tim Henman, analista de Eurosport. “Primero está la final de Nueva York, en la que estuve a solo dos puntos del objetivo [perdió contra al austriaco Dominic Thiem, que iba dos sets por debajo]. Pero entonces no estaba preparado, no era lo suficientemente maduro. Y luego lo que sucedió aquí, cuando me tuvieron que sacar de la pista en silla de ruedas. Para volver, necesitas hacerlo todavía con más hambre, con ganas de ganar más. En cierto modo, te sumerges en ti mismo, y existe el riesgo de caer mentalmente, así que estoy muy contento de haber tomado este camino y de tener esta oportunidad. Ya no soy un niño, me he hecho mayor. Si no es ahora, ¿entonces cuándo?”, se reivindica él.

Zverev, durante el partido del día 1 contra Griekspoor.
Zverev, durante el partido del día 1 contra Griekspoor.Stephanie Lecocq (REUTERS)

Zverev, un tenista en dirección a la madurez deportiva que en su día, cuando empezaba a asomar por la élite, suscitaba unas enormes expectativas que no se han terminado de cumplir. No le faltan trofeos (22); tampoco logros de relevancia como las dos Copas de Maestros (2018 y 2021), los seis Masters 1000 (Roma (2), Cincinnati, Madrid (2) y Canadá) o el oro olímpico que conquistó; ha derrotado a los tres gigantes, Roger Federer (4-3 a su favor), Nadal (4-7) y Novak Djokovic (4-8); y ha llegado a escalar hasta la segunda posición mundial. Sin embargo, se le resiste el laurel de un Grand Slam. “Aún no lo he ganado, pero he tenido oportunidades”, apunta, consciente de la nueva dimensión que podría concederle una victoria el domingo, en la Chatrier y ante Alcaraz; “he sido el jugador de mi generación que más títulos he ganado. Y ahora estoy aquí, y si estás en una final es porque te lo mereces. Creo que he hecho un torneo fantástico”.

Una ‘roca’, un ‘cohete’

Está el alemán (27 años) en un momento crucial de su carrera. Reprimido en el terreno de los majors por los tres gigantes, afronta ahora la irrupción de dos fenómenos, Alcaraz y Sinner, que han adelantado a la hornada intermedia por la derecha. Es, de alguna forma, un ahora o nunca para él, protagonista de inicio y también al final del torneo. Aterrizó en el Bois de Boulogne después de coronarse por segunda vez en Roma y amenazando, señalado por la mayoría de los expertos. Y tumbó a Nadal en tres sets, sin especulación alguna. “Después de vencerle, pensé que ya había ganado el título. Pero era solo la primera ronda…”, admitía. A partir de ahí, algunas curvas —triunfos a cinco sets contra Tallon Griekspoor y Holger Rune, a cuatro frente a Ruud— y, sobre todo, mucha determinación. No se ha descomprimido y psicológicamente ha logrado sobreponerse a una espinosa situación personal, juicio de por medio.

Alcaraz devuelve de revés ante Sinner.
Alcaraz devuelve de revés ante Sinner.Lisi Niesner (REUTERS)

“Antes solía quejarse mucho más, pero ahora está ahí hasta el final. Mentalmente, ahora mismo es una roca y físicamente, va como un cohete pese a haber jugado varias veces [dos, las mismas que el murciano] de noche”, explica Àlex Corretja, eje en las retransmisiones televisivas de Eurosport. “Antes de que empezara el torneo, tenía la sensación de que era el hombre a batir, y ahora pienso que es la mejor final que podríamos tener. También hubiera sido genial que hubiera llegado Djokovic [abandono por lesión], pero teniendo en cuenta la situación, es la mejor posible. Es un jugador fantástico, pero creo que Carlitos tiene algo más”, añade el barcelonés.

Hasta ahora, ambos se han medido en nueve ocasiones, con un balance favorable al de Hamburgo (5-4). Y sobre arcilla, tres duelos, dos en Madrid que cayeron del lado del español (2022 y 2023), y uno en Roland Garros, cuando el gigantón se impuso en los cuartos. “Está jugando un gran tenis en tierra: gran saque, grandes golpes, muy sólido”, indica Alcaraz. “Hemos tenido batallas muy duras en el pasado, por supuesto, pero creo que ahora él es mucho mejor. Probablemente yo sea el rival contra el que más ha jugado [con esta 10 veces, una más que ante Sinner]. Será difícil, es la final de un Grand Slam. Tendremos una dura batalla”, concluye Zverev, que intentará tener más fortuna que su compatriota Michael Stich, derrotado por Yevgueni Kafelnikov en el desenlace de 1996. Situado a un paso, otra vez, de ese deseado premio que nunca llega; quizá, ante el último tren que conduce al salto definitivo.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.
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