La montaña rusa del taekwondo
14 horas después de la plata de Adriana Cerezo, Javier Pérez Polo, subcampeón del mundo, es eliminado en primera ronda
El taekwondo, dicen los que lo practican, es una lotería. Puedes conseguir una medalla como marcharte a casa en primera ronda. Lo decía también la propia Adriana Cerezo unos días antes de debutar en los Juegos: “Este equipo puede hacer cosas muy grandes y, aunque este deporte es un poco lotería y puedes irte perfectamente a casa a la primera, eso no quita que vamos a por el oro. Ya habrá tiempo para conformarse, pero ahora no, ahora hay que ir a por todas y pensar en que hemos estado trabajando para disfrutar de este momento, porque es nuestro momento”. El sábado fue su momento: plata en sus primeros Juegos. La cruz, la cara más fea de este deporte, le ha tocado en cambio a Javier Pérez Polo este domingo por la mañana, madrugada en España.
El madrileño de 24 años, subcampeón del mundo en 2019 en -68kg que se pasó el ciclo olímpico entre los cinco primeros del ránking, peleó contra un egipcio sin palmarés, Wael Mahmoud Abow, y cayó eliminado en primera ronda (22-20). No accedió siquiera a la repesca porque Abow no llegó a la final. “Cuando sales al tapiz, sabes que el peor rankeado [peor situado en el ránking] te puede ganar. Y si eso no lo tienes asumido, no haces taekwondo”, declaró Pérez Polo en la zona mixta. Fue a los Juegos de Río 2016 de sparring y llegó a Tokio como una de las cuatro opciones de medalla del taekwondo español.
“No estoy contento para nada, no os voy a engañar. Esta era una fecha importante, que llevaba esperando cinco años. Sé que este deporte está hecho de subidas y bajadas… me ha faltado la chispa y la seguridad para el intercambio rápido, no he sabido resolver”, analizó. Al tapiz entró ido, bloqueado. Se le vio ido nada más entrar al pabellón; su sonrisa, a diferencia de la Adriana Cerezo, transmitía nervios, tensión. Y así lo dijo Miguel Ángel Herranz, técnico de la selección: “Javi no se pone nervioso nunca, ni siquiera cuando va debajo en el marcador porque tiene recursos técnicos suficientes para darle la vuelta. Pero hoy ha peleado muy nervioso, ansioso, concediendo mucho al rival”.
Pérez Polo, que apareció un poco después que su técnico en zona mixta, dijo que no, que estaba tranquilo, que no se sentía presionado, ni por la importancia de la competición ni por la medalla de Cerezo la noche anterior. Pero cuando en los descansos entre los tres asaltos, su entrenador intentaba darle indicaciones para corregir el combate y revertir la situación, el taekwondista repetía un “vale, vale, vale” con la mirada perdida.
El español fue campeón de Europa en 2019, plata mundial ese mismo año y bronce europeo el pasado mes de abril. En la concentración que hizo el equipo en el CAR de Murcia antes de volar a Tokio contaba que unos Juegos sin público no le preocupaban para nada. “Como si los organizan en el salón de mi casa, tengo unas ganas de competir que me da igual que las gradas estén vacías”. Decía también que en la pandemia, lo que más echaba de menos, no era la competición. O, al menos, no lo que más. “Lo que más extrañé fue mi vida como deportista, porque es tu identidad. Mi vida es levantarme, estudiar, entrenar, controlar la comida, el sueño, la recuperación, entrenar, entrenar y entrenar. De repente pasas de todo eso a estar en tu casa, conviviendo con tus padres, la comida es distinta, el descanso es distinto. Ese ritmo de vida se ha hecho largo”. La vida como deportista olímpico es también asumir que se entrena cuatro años para un combate de seis minutos.
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