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El drama del Valencia o cómo un club histórico revive el pánico por el descenso que ya sufrió en los 80

El equipo de Rubén Baraja, con una plantilla debilitada tras gastar apenas 1,35 millones en fichajes, cuenta solo un triunfo en nueve jornadas y se enfrenta la semana próxima a dos jornadas decisivas contra Las Palmas y el Getafe en la lucha por salvar la categoría

Ruben Baraja Valencia CF
El entrenador del Valencia CF, Rubén Baraja, durante el partido del Trofeo Naranja ante el Eintracht Frankfurt el pasado agosto.Manuel Bruque (EFE)

El viernes por la noche, después del partido en Leganés, Pepelu, Sergi Canós y Rubén Baraja tuvieron que bajarse del autobús para calmar los ánimos de los aficionados que se habían desplazado hasta Butarque para animar a un Valencia en horas críticas. Un equipo, uno de los históricos de la Liga, que ocupa uno de los puestos de descenso después haber sumado solo una victoria y tres empates en nueve jornadas. Una racha que engancha con un final de la pasada temporada tan pésimo como intrascendente: ocho puntos en las nueve últimas jornadas. Las cuentas dicen que el equipo de Rubén Baraja ha conseguido 14 de los últimos 54 puntos.

La hinchada anda caliente y su ira, hasta ahora enfocada únicamente hacia Peter Lim, el propietario del club desde hace diez años, empieza a expandirse. Ya han surgido las primeras voces críticas hacia Rubén Baraja, hasta hace nada una leyenda intocable. Ni de las derrotas se salva un tótem de aquel Valencia brillante y desacomplejado que ganó dos ligas y se hizo un nombre en Europa a primeros de los 2000. El Pipo siente que su futuro está en el aire si no llegan victorias rápidamente y más ahora que el Valencia se enfrenta a dos jornadas cruciales que pueden marcar toda una temporada: un partido en casa el próximo lunes 21 contra el colista, Las Palmas, y, a continuación, una visita al Getafe (actualmente decimosexto), seis días más tarde.

La penosa situación deportiva de un equipo con seis títulos de Liga, ocho Copas del Rey, dos finales de la Champions, una Recopa o una Copa de la UEFA, es consecuencia de la delicada situación financiera de la entidad. El club tiene una deuda estructural que asciende a 335 millones de euros; de ese total, tiene que hacer frente a 135 en los próximos 12 meses, lo que ha llevado a los dirigentes a contratar a Goldman Sachs para encontrar 120 millones y tratar de refinanciar la deuda. Por otro lado, Lim, que ha invertido hasta 300 millones en la compra del club, deja sin recursos a la dirección deportiva, lo que deja una pobre imagen en el césped con un equipo cada vez más raquítico y desarmado. Un equipo que vende a sus estrellas y compra medianías. Un club que ha ingresado 200 millones de euros desde 2020 y que apenas ha invertido 30 en fichajes. El último verano se ha gastado 1,35 millones de euros, menos que varios clubes de Segunda.

Así es como el Valencia ha llegado a la jornada nueve de la Liga, casi un cuarto del campeonato, en puestos de descenso (17º), algo que no se producía desde la temporada 97-98, cuando el equipo de Claudio Ranieri, que había sustituido en el cargo a Jorge Valdano en la tercera jornada, llegó a la novena semana de la Liga decimoséptimo, en puestos de descenso. Pero el equipo enderezó su trayectoria, remontó y aún alcanzó la ya extinta Intertoto.

Mucho peor fueron los 80. “Durante aquellos años el club vivía un momento económico muy malo por una serie de promesas por el Mundial 82 que se jugó en España —Mestalla era una de las sedes— y que no se cumplieron. Ramos Costa se vio obligado a dejar la presidencia en el 83″, recuerda el periodista Alfonso Gil, que cubrió la información del Valencia durante décadas. En medio de esa crisis financiera, llegó el primer aviso. Fue en la temporada 1982-1983. El Valencia marchaba penúltimo, decimoséptimo, en la jornada nueve. La salvación no se cerró hasta el último día, el primero de mayo de 1983, cuando una carambola a cuatro bandas dejó al Valencia en Primera y a Las Palmas, Celta y Santander, en Segunda.

Los aficionados más veteranos jamás olvidarán aquel día ni, sobre todo, aquel gol de Miguel Tendillo. El central le marcó al Real Madrid, que se convertiría en su equipo dos temporadas más tarde. Aquel cabezazo que no pudo detener Agustín acabó dándole la victoria al Valencia, que llegaba como colista al desenlace de la Liga y al que también le favorecieron otros tres resultados: la derrota de Las Palmas frente al Athletic de Javier Clemente (1-5), que se llevó el título por encima de un Real Madrid al que le hubiera valido un empate en Mestalla, la del Celta en Valladolid (3-1) y la del Racing ante el Atlético de Madrid (3-1).

“El Valencia tenía un buen equipo aquel año, con Kempes, Felman, Pablo, Castellanos, Carrete, Arias, Saura, Solsona… Y lo curioso es que la Liga empezó con una victoria ante el Barcelona en el debut de Maradona en España. Esa temporada, el Valencia no logró ninguna victoria fuera de casa, solo dos empates, y aun así se salvó. Pero es curioso que en el recuerdo de muchos valencianistas ha quedado que el equipo no bajó ese año, pero sí al siguiente, cuando no fue así, pasaron tres temporadas antes de consumarse el descenso”, apunta Gil, autor de varios libros sobre el Valencia y profesor de una asignatura sobre la historia del club en la Universidad de Valencia.

El desastre llegó en la temporada 1985-1986. El club estaba en una situación ruinosa con una deuda de casi 2.000 millones de pesetas. El equipo empezó la temporada con Óscar Rubén Valdez en el banquillo, pero cuando la Liga empezó a torcerse, el presidente, Vicente Tormo, decidió traer a Alfredo Di Stéfano, el técnico con el que habían ganado su última Liga, la del 71. Aquel equipo llegó a la jornada 9 en décima posición con tres victorias, tres empates y tres derrotas. “Si se tiene en cuenta que la victoria entonces solo valía dos puntos, podemos decir que llegaron a esa jornada con el doble de puntos que ahora. También llama la atención que acabaron la Liga con los mismos puntos (25) que la temporada que se salvaron, una cifra que esta vez resultó insuficiente”. El Valencia descendió, por primera y última vez en su historia, el 13 de abril de 1986, a falta de una jornada.

El fichaje estelar de esa temporada fue Manuel Sánchez Torres, un hijo de inmigrantes que había destacado como goleador en el Twente. La apuesta fue un fracaso y el delantero acabó la Liga con un gol. Di Stéfano, con su sorna habitual, lo retrató en una frase: “El problema que tiene Sánchez Torres es que Sánchez siempre está peleado con Torres…”.

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