Mario Alberto Kempes: “¿Messi o Maradona? Los argentinos somos los únicos que discutimos quién es el mejor”
El campeón del mundo en 1978 afirma en la previa de la final del Mundial contra Francia que Leo “ya ha ganado con lo que está haciendo”
El deslumbrante hotel Fairmont, mirando al Golfo Pérsico con sus formas curvas, era este sábado al mediodía un parque temático de la historia moderna del fútbol. John Terry volvía de correr, Casillas se hacía fotos con quien se lo pedía, Figo le tomaba el relevo sin gran entusiasmo en la recepción, Cafú saludaba a conocidos, Zanetti se paseaba en la planta dos, Sacchi tomaba café mientras una señora italiana le gritaba a distancia desde una hamaca, Stoichkov consultaba solo el móvil, Karembeu y Makelele compartían mesa, y Mario Alberto Kempes (Bell Ville, Argentina; 68 años), campeón del mundo en 1978, se relajaba mirando a la piscina.
Pregunta. Usted metió dos goles en la final contra Holanda y dio la asistencia del tercero (3-1). ¿Cómo vivió esa final hace 44 años?
Respuesta. Con toda la tranquilidad del mundo, no cambió nada. Quizás, al jugar a las tres de la tarde, comimos más temprano. Yo disfruté como un bebé.
P. ¿El cigarrillo también cayó?
R. Sí, antes, como cábala y como vicio.
P. ¿Era más fácil entonces ser jugador?
R. Ahora los tratan como reyes. Nosotros vivíamos en una casa con 11 o 12 habitantes. Yo dormía solo porque llegué el último. Eran cuatro paredes sin ventana y una puertita que daba a otra habitación, la de Ardiles y Villa. Después de la primera noche, me levanté con unos dolores de espalda… Levanto el colchón y faltaban las maderas abajo. Enseguida me pusieron tres, nada de quilombo. Tenía una lámpara de 40, sin plafón. En la cancha de entrenamiento había árboles en medio. Hacía un frío tremendo en ese tiempo. La chimenea estaba abajo, pero arriba, en las habitaciones, nada. ¿Se cree que hubo algún problema? Argentina no había ganado nunca. Para lo que se necesitaba, estábamos perfectos.
P. Nada que ver con lo actual.
R. Un día me invitó el Valencia a un viaje en Champions. Llego al hotel y un bufé espectacular para los jugadores. ¿Cómo que esto para ellos?, pregunto. En nuestra época, sopa, pescado y carne. Los sábados, arroz a la cubana. A veces pedías un huevo extra y me hacían un quilombo. En nuestra época no teníamos televisión ni maquinitas. Así que desayunabas, comías y cenabas con fútbol. No sé si ahora se habla de fútbol. En el 86 no estuve, pero conociendo a Bilardo sería algo parecido. Después salieron las maquinitas y los televisores grandes, la modernidad, y ya empezamos a no ganar.
P. ¿No les ha sentado bien la modernidad?
R. A muchos. Brasil, España, Alemania, Italia… Son rachas.
P. ¿Por qué Argentina lleva 36 años sin ganar un Mundial?
R. Son muchos, pero no vas a salir campeón cuando te lo propongas. Pudo ser en 2014, y además en Brasil. También hay que tener un poco la suerte. Esa vez había buenos jugadores, pero eran muy amigos, demasiado. Nadie gritaba. Esos pibes venían juntos desde juveniles y no resultó. Los de ahora, que están en los mejores equipos, dan otra personalidad. Respetan a Messi por encima de todo, pero no le obligan a hacer cosas que no debe. Si ellos cumplen, Messi estará más fresco y será mejor.
P. ¿La cantidad de argentinos en Doha es presión o ayuda?
R. No hay presión. Según ha ido pasando el Mundial, el equipo se ha sentido más cómodo. Ahora ha llegado el momento, sin necesidad de hacer cosas raras. Y luego las finales son para ganarlas.
P. Scaloni siempre insiste en que ve demasiado drama alrededor del fútbol y que hay que tomarlo solo como un partido.
R. Es la afición la que te da esa impresión. El país es una locura con la selección, y más si le dan motivos, como ahora. ¿Pero vos cree que el jugador siente presión? Esa la tiene el que se levanta a las siete, a las ocho entra en la oficina, aguanta al jefe, sale a las siete, los niños están enfermos y no te alcanza el dinero a fin de mes. ¿Jugar al fútbol? Ponedle puntos suspensivos [risas]. La presión no existe en el fútbol, es solo para divertirse. Es una obligación darle al público lo que quiere, pero si no te sale y lo has dejado todo, te va a aplaudir.
P. ¿La imagen que quede de Messi en Argentina dependerá de si gana el Mundial?
R. No, él ya ha ganado por lo que está haciendo. Hace tiempo, lo veías triunfar en el Barcelona y con la selección parecía desganado, no era él. El entorno le metía la presión de por qué en Barcelona lo hacía bien y no en Argentina. Yo lo dije muchas veces: “que se vaya, por la gente”. Para Messi, ir con Argentina, era un peso terrible. Quería mejorar, hacerlo todo y le salían las cosas peor. Cuando quieres abarcar más de lo que el cuerpo te da, malo.
P. ¿Qué hizo clic?
R. El seleccionador ha encontrado la tranquilidad para él. Ha buscado jugadores, con o sin experiencia, que están en los mejores clubes de Europa y ponen su personalidad al servicio del equipo. No llegan y le dan la pelota a Messi para que resuelva todo. Ahora Messi, al estar fresco, es el mejor.
P. El otro día Scaloni dijo que es el mejor de la historia.
R. De la historia de Messi. Antes estuvieron Cruyff, Di Stéfano, Pelé, Maradona… Son ciclos. No sabemos qué hubiera hecho entonces y no sabemos hasta cuándo va a durar. ¿Qué va a decir Scaloni? Es su jugador.
P. ¿Si Messi gana el Mundial, se pueden abrir dos bandos en su país: Messi-Maradona?
R. Son dos argentinos y los únicos que discutimos quién es el mejor somos nosotros. ¿En España tienen ese dilema? Nosotros somos los únicos culpables de buscar la diferencia. Somos así de complicados. Maradona fue Maradona. Hoy es Messi, y a él nos debemos, porque es quien nos va a dar el triunfo.
P. También salieron campeones en el 78, con usted. ¿Se les reconoce lo suficiente?
R. Sí, mucho. Pensé que nunca iban a reconocer a esa selección, pero estaba equivocado. Están siempre los políticos [Argentina en el 78 era una dictadura militar], pero el futbolero de calle sí nos valora.
P. ¿Qué opina de España?
R. Necesita recambio. El tiki-taka es muy bueno, pero hay que tener jugadores. Debe mezclar. Tiene un plan A, pero cuando se le encierran, no busca alternativas. Los jugadores de hace una década no los va a tener más.
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