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Italia llora a Luisito: “un poco bailarín, un poco torero”

El Inter se despide de su gran maestro, “el gallego dorado”, el futbolista que influyó en generaciones, y que nunca se despidió de la ciudad de Milán

Luis Suárez, con la camiseta del Inter, en una imagen de 1982.
Luis Suárez, con la camiseta del Inter, en una imagen de 1982.Gianni Ferrari (Getty Images)

“Si no sabéis qué hacer, pasad el balón a Luis Suárez”. El calcio evoca este viejo mantra neroazzurro para despedir a Luis Suarez Miramontes, leyenda del fútbol y Balón de Oro, fallecido este domingo en Milán a los 88 años de edad.

Luisito, como lo recuerdan con afecto en Italia, jugó y entrenó durante años en uno de los clubes de la ciudad, el Inter de Milán. El futbolista llegó en la temporada 1961-1962 y se convirtió en el primer español en triunfar en el campeonato italiano. “El gallego dorado,” lo apodó la prensa del país transalpino, que el día de su fallecimiento lo ha recordado como uno de los mejores jugadores llegados del extranjero. “Corría como pocos, tenía una técnica excelente y dirigía la orquesta con la máxima naturalidad. Era un poco bailarín, un poco torero”, rememora el diario La Repubblica.

Suárez acabó quedándose a vivir en la ciudad norteña hasta el final de sus días. “No he sido capaz de decir adiós a Milán”, señalaba el jugador hace un año a Il Corriere della Sera. La ciudad fue el escenario de sus grandes éxitos. Al poco tiempo de su debut se convirtió en uno de los arquitectos de la Grande Inter, en la gloriosa década de los sesenta, junto a otras leyendas como Tarsizio Burgnich, Giacinto Facchetti, Armando Picchi y Aristide Guarnieri.

El Inter no concibe esa época de éxitos sin Luis Suárez, su hombre de los pases, antiguo interior del Barcelona que había levantado el Balón de Oro en 1960, el centrocampista más sobresaliente de Europa, por el que Angelo Moratti pagó 25 millones de pesetas, el traspaso más alto del fútbol mundial hasta la fecha. En Milán recuerdan que con las ganancias de su venta el Barcelona completó la construcción del Camp Nou.

Con la camiseta neroazzurra, que vistió hasta 1970, con el número 10, Suárez conquistó 3 scudetti, 2 Copas de Europa y 2 Copas Intercontinentales.

“Son miles los jugadores que han vestido la camiseta del Inter. Algunos durante cientos de partidos, otros sólo unos minutos. Todos tienen un lugar en la memoria de los aficionados, han marcado de alguna manera un trozo de la historia del club. 115 años de historia son muchos: hay partidos, victorias, derrotas, tardes legendarias, noches difíciles. Hay historias y personajes, tramas. Luego están las estrellas fijas, las que han iluminado tan brillantemente el camino de los nerazzurri que están ahí, para siempre: brillando como fueron, como jugadores y como personajes. Únicos, inimitables, inolvidables”, lo ha recordado el club milanés en una emotiva despedida.

El equipo ha evocado a una de sus grandes figuras como una leyenda “imposible de clasificar”. “Si hubiera jugado en la actualidad, las redes sociales estarían atestadas de vídeos de sus jugadas”, se lee en el comunicado del Inter. “En un mundo que pone etiquetas y exaltación fácil, Luisito, ya de niño, era el maestro. Porque llevaba el diez, jugaba con la cabeza alta, usaba la derecha y la izquierda. Veía el juego, tenía velocidad y un estilo único”, continúa la nota.

Gianfelice Facchetti, escritor y director de teatro, hijo de Giacinto Facchetti, ha recordado a Suárez y ha destacado “la generosidad con la que se entregó al Inter también en los peores momentos”. “Hizo soñar a generaciones enteras. En la época dorada era esencial jugar rápido y pensar rápido, pero para hacerlo bien había que tener el talento de Luisito”, ha dicho.

El pase a la Suárez

El Inter ha resaltado que la “seriedad en la vida” de Suárez “igualaba a su seriedad en el terreno de juego” y su “visión única y total del juego”. Y ha rememorado el apodo que el gran Alfredo Di Stefano puso a Suárez, “el arquitecto del juego”. “Los periódicos, 20 años antes de poner el apodo a Diego Armando Maradona, le apodaron Pibe de Oro”, señala el equipo milanés. El entrenador de la época, Helenio Herrera, el día de su presentación lo introdujo así: “Tiene la velocidad de Bicicli, el regate de Corso, la fuerza de Lindskog, el regate de Sívori, el disparo de Altafini. El futbolista perfecto, en resumen: director, artillero, asistente y rematador”. “El pase a la Suárez marcó una época”, señalan en la televisión pública italiana, la RAI.

“Suárez regateaba, luego, casi a la ligera, disparaba. El balón llegaba siempre, 40 metros por delante, antes de que nadie pudiera entenderlo. Y ese balón estaba ahí, acomodándose precisamente para la carrera de su compañero, casi siempre Giacinto Facchetti”, ha destacado el Inter de Milán sobre el juego del español.

El español fue también entrenador, director técnico y directivo en el Inter y entre otras cosas firmó el fichaje de Ronaldo. “Decir adiós a Luisito nos deja una profunda melancolía: la nostalgia de su fútbol perfecto e inimitable, que de hecho inspiró a generaciones, se une al recuerdo de un futbolista único y de un gran, gran jugador del Inter”, se despide el club.

Antes de pasar a dirigir el banquillo del Inter, Suárez militó tres temporadas como jugador en el Sampdoria, de 1970 a 1973. “En Génova vivió una segunda juventud, confirmándose a pesar de su edad como el faro absoluto del centro del campo y haciéndose un hueco especial en el corazón de los aficionados”, ha recordado el equipo. Giovanni Lodetti, viejo contrincante del A.C. Milán y compañero y amigo en el Sampdoria, lo ha recordado como “un personaje extraordinario en lo deportivo y fuera del campo”.

El presidente de la federación italiana de fútbol, Gabriele Gravina, ha recordado la huella del jugador gallego en el calcio. “Se va un monumento del fútbol italiano e internacional. Regaló píldoras de belleza para todos los apasionados, inspirando a generaciones de futbolistas y de aficionados”.

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