Real Madrid - Manchester City: Un primer asalto a cañonazos resuelto con un empate
Un tremendo disparo de Vinicius en el mejor momento del equipo de Guardiola y otro de De Bruyne con los blancos al alza sellan un partido con mucho hueso por el que Haaland pasó de puntillas
La Copa de Europa, ese exclusivo motor de emociones, cuenta con estupendos partidos del revés. Ocurrió en Chamartín, donde cuando más vuelo tenía el City anotó el Madrid en su primer disparo, una descarga tremenda de Vinicius. Cuando más se imponía el Real, otro zurriagazo, este de De Bruyne. Todo abierto tras un encuentro con mucha miga, extenuante para unos y otros. Un choque de altura por el que pasó de puntillas Haaland, sometido por el brigada Rüdiger en su estreno en Madrid.
De entrada, al Real le salió una vena italiana y el City cayó en la emboscada. El Real le obsequió con la pelota y se refugió en las cuerdas con todos muy apiñados. Se trataba de cercar a Haaland, de minarle los espacios. El noruego, desatado en su tránsito por la Premier, requiere de una camisa de fuerza. El Madrid evitaba de paso que el cuadro de Pep Guardiola funcionara con las luces largas, suerte que este curso, Haaland mediante, practica como nunca. De repente, el City reconocible de otra época. De palique con el balón, con una batería de pases subordinados.
No le importaba al Madrid el achique. Camavinga y Carvajal custodiaban con éxito a Bernardo Silva y Grealish, respectivamente, los encargados de ensanchar al límite el Bernabéu. Stones, central con el equipo sin el sustento de la pelota y volante con ella, se apelotonaba por el embudo con Rodri y Gündogan. Jornada de tajo para Kroos y Modric, placenta blanca.
No daba con el balón el Real, pero nadie se inmutaba, pese a un par de disparos lejanos de De Bruyne y Rodri. También cazó Haaland un par de remates, pero impropios de él. Dos carantoñas a la pelota. Nada de esas bombas de racimo que acostumbra a soltar el noruego.
Como el Madrid es enciclopédico con el propio Madrid, sabe que en su Europa los partidos no siempre son lo que parecen. Para nada. Lo conocen los adversarios, pero lo mismo da. Queda dicho, el balón era la dote del City, también los remates y un puñado de saques de esquina antes de la media hora. Pero el Madrid suele pedir turno cuando el contrario cree que está jugando un partido real. En absoluto. Un nudo de Rodri despertó a Vinicius, cuyo centro a Benzema lo interfirió con apuros Rúben Dias. Un sonajero para unos y otros. El Madrid dejó la primera pista; el conjunto inglés se sintió en alerta por primera vez. Por momentos, un City más descosido, máxime tras un mamporro de Rüdiger a Gündogan.
Ilustrado como es, lo advirtió Modric, que enfiló a Camavinga en su primera incursión. Vinicius, que hasta entonces estaba bien aparcado por Walker, se probó como ariete y desde la terraza del área ejecutó un zapatazo para estampar el 1-0. Este Vinicius crece y crece. Regateador, asistente y, súbito, chutador.
En su Copa, el Madrid puede ser una sucesión de desmentidos. Una guerrilla entre Carvajal y Grealish concluyó el primer acto, con el City desorientado y el Madrid soplando velas por Vinicius. El cambio de agujas estaba por llegar.
De regreso del intermedio, otro reto, otro discurrir. Un Real con más flirteo con la pelota. Un City más expansivo, ya dispuesto a un choque de ida y vuelta. Unos y otros en la noria. Y una novedad táctica. Camavinga, al estilo de Guardiola con laterales como antes Cancelo y ahora Walker, como auxiliar en el medio con la posesión a favor y solo zaguero sin ella.
No afinaban Benzema y De Bruyne, dos estilistas de primera, y todos lo pagaban. A Vinicius le faltaba el hilo del francés como a Haaland —tan bien enjaulado por Rüdiger— el del belga. En los visitantes, el gobierno era de Rodri, satélite de los blues. Y fue Rodri, en el mejor tramo local, quien con un birle activó, precisamente, a De Bruyne. Futbolista con un golpeo fabuloso, bien lo evidenció en Chamartín. Su disparo seco salió como un tiro hacia la red de su colega Courtois. Un encuentro ya equilibrado en el marcador y en el juego. Ya no era tiempo de correr más riesgos de los necesarios. Con todo, Ederson tuvo que ganarse el sueldo tras un cabezazo de Benzema y un obús de Tchouameni. El encuentro tenía hueso, mucho hueso, con duelos tremendos como el de Rüdiger y Haaland, o el de Walker con Vinicius. Con el City, sin un solo cambio, cada vez más tieso, con menos depósito. El Madrid buscó sin éxito un último arrebato. Cierre de un partido grande al que el destino le tiene apuntada una vuelta con mayúsculas el próximo miércoles.
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