Historias del abuelo hispano: 25 años picando piedra en la selección española de balonmano
España sale emocionalmente a la pista con una confianza que abruma
En mi época, cuando nos enfrentábamos a los rivales más duros, era como hacer un túnel en una mina, avanzar poco a poco, y no éramos conscientes del camino que estábamos abriendo. Los veíamos superiores, ya fuera en lo táctico, en lo físico o por la calidad de los jugadores. Pensábamos que podíamos ganarles, por supuesto, pero era un reto. Sin embargo, fuimos picando y picando piedra, y abrimos ese camino. Fue una especie de legado que se ha ido alimentando con el tiempo en la selección y ahora, como quedó demostrado este miércoles contra Noruega, todos los contrarios nos ven como un ejemplo.
Partidos como el de cuartos quizás lo hubiéramos perdido en el pasado. Nos quedamos muchas veces cerca, pero no pasábamos. No teníamos ese punto de suerte, que en realidad no es suerte, sino espíritu de grupo y calidad. Ahora llevamos unos años que siempre los sacamos adelante. Es impresionante la manera en la que conseguimos las cosas. La tendencia cambió y, aunque suene muy a tópico, nunca se nos puede dar por muertos. España ya es favorita ante casi todos. Solo habría que hacer una excepción con la actual Dinamarca y Francia, con las que salimos en igualdad de condiciones pero que al igual que España ahora arrastran una estela de gran confianza y calidad que les ha permitido ser a unos tricampeones olímpicos y a los daneses bicampeones del mundo. Esto antes no era así, y de todo lo posible por conseguir solo nos quedaría un reto: el oro olímpico.
Todo nació a finales de los noventa y principios de los 2000. Cuando veo el equipo actual, pienso en mi época en la selección y veo reflejadas muchas cosas. El ambiente fabuloso es uno de los secretos, combinado con ese sistema de juego que tantos rendimientos nos da. Se fue construyendo un sistema con el que nos sentíamos cómodos y convencidos de que funcionaba. Y poco a poco se ha convertido en un estilo en todo el mundo. Igual que en su momento hablábamos de los rusos, balcánicos o rumanos, el balonmano español ya tiene una etiqueta a nivel internacional. Ahora hay muchos entrenadores españoles que están encontrando trabajo en el extranjero porque todos quieren copiar nuestra forma de trabajar.
Si pienso en la portería, ahí también somos una referencia porque hemos establecido un modelo de rotaciones gracias a la buena relación entre los dos guardametas, que en la época previa a llegar al equipo no se veía tanto. Entonces existía un portero con más peso. Y en el tiempo que estuve con España, entre 1994 y 2012, hubo mucha rotación y equilibrio tanto con Barrufet, Sierra y Sterbik. Ahora eso lo podemos ver con Gonzalo Pérez de Vargas y Rodrigo Corrales. Es una seña de identidad que no todos lo hacen. Creo que Suecia es mas como nosotros (posiblemente hemos aprendido un poco de ellos), pero Dinamarca no rota en exceso con Landín, Francia lo hace por obligación con Vincent Gerard cuando las cosas no van bien, y en Alemania Wolff lidera casi todos los partidos. En eso también somos especiales. Y no es sencillo porque todos deben poner de su parte. Yo he vivido épocas en otros lugares, no en España, donde el ego de algunos puede impedir esto. Los jugadores deben aportar humildad, compromiso y honestidad. El que va con España sabe que eso funciona así. Creo que mi generación ha formado parte de la construcción de ese buen ambiente.
Partidos como el de Noruega nos dan mucho y también resta a los rivales. Para ellos era clave para asentarse como equipo, más allá de la opción de medallas. Sagosen sigue siendo muy importante, pero no es el único gran jugador suyo. Estaban construyendo un colectivo y, si nos hubieran ganado, habrían dado un paso al frente en ese túnel de la mina. Pero se encontraron con España, que emocionalmente sale con una confianza en el colectivo que abruma. Somos conscientes de que contamos con mil recursos. No es nada fácil sacarnos de la pista. Si no es uno, es otro. No existe una única cabeza visible que los lleve a pensar que, si matan al capitán, se acaba con el equipo. Aunque Álex Dujshebaev está siendo un gran líder, el equipo es un gran colectivo. A todos los equipos se les hace cuesta arriba enfrentarse a nosotros.
Jota Hombrados es exportero de la selección española, campeón del mundo en 2005.
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