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Jordi Ribera, el éxito del antidivo

El seleccionador de balonmano, serio, metódico y comedido, es el primero en alcanzar cinco semifinales seguidas y aspira a superar las seis medallas de Juan de Dios Román

Lorenzo Calonge
Jordi Ribera
Jordi Ribera, este miércoles durante el partido contra Noruega.STIAN LYSBERG SOLUM (AFP)

El éxtasis de España la noche del miércoles en su hotel de Gdansk fue de aúpa. Razones sobraban después de abatir con tanta agonía y gloria a Noruega. ¿Y Jordi Ribera qué tal estaba? “Contento, por supuesto, pero él siempre comedido”, matizaban este jueves quienes pudieron verlo desde dentro. No hay grandes debates a la hora de describir a este gerundense nacido hace 59 años en Sarriá de Ter, el ideólogo de una selección única que este viernes (18.00, Tdp) disputa las semifinales del Mundial de balonmano contra una Dinamarca de récord (26 encuentros invicta en el torneo). Un hombre serio y metódico que respira balonmano 25 horas al día; una hormiguita analizando rivales, jugadores y tácticas; de los que acaban de cenar y no demoran su vuelta al tajo; “un obsesivo” de lo suyo, según lo definieron las autoridades antes de despedir a la expedición; un antidivo en la era del marketing.

Detrás de una selección tan emocional se encuentra este técnico de aspecto frío y muy reservado hacía fuera que, según cuentan quienes lo tratan en el vestuario, poco a poco se ha ido abriendo en lo personal. Sobre la pista, ningún seleccionador había logrado cinco semifinales consecutivas y, al peso, sus cinco medallas en siete grandes torneos desde 2016 (doble oro europeo, plata continental, bronce mundial y bronce olímpico) solo las puede igualar un mito ya desaparecido como Juan de Dios Román, también con cinco metales. Juan Carlos Pastor obtuvo tres, y Valero Rivera y Manolo Cadenas, dos. Este fin de semana busca la sexta.

“Jordi nos aporta tranquilidad y saber que, pase lo que pase, él siempre tiene un plan, algo preparado. Lo estudia todo al milímetro. Su obsesión no es mala porque saca lo mejor de todos”, apunta a este periódico Jorge Maqueda (Quero, Toledo; 34 años), que desapareció de las convocatorias de Ribera al principio de su periodo y desde 2020 ha sido un fijo (ocho medallas en total). “Hemos tenido algunos entrenadores que han sido menos metódicos, que han dejado hacer y hacer a otros por su cuenta…”, suelta dejando el final en el aire Gedeón Guardiola (Petrer, Alicante; 38 años), diciendo sin decir.

El pivote, capitán desde hace un año, también aprecia su gestión de las rotaciones: “En nuestros clubes jugamos mucho, pero aquí no sabes si vas a salir 10 minutos, más o menos. Nos ha convencido de que así llegamos más lejos. Esto no lo tienen otras selecciones”, valora este especialista en defensa, también con ocho medallas en el salón de casa.

Enero es para Jordi Ribera su momento bajo los focos, que tan poco le gustan, pero hay unanimidad en señalar que su gran hecho diferencial es su implicación en la cantera para implantar desde la base un mismo modelo de juego. Razón principal, según la mayoría, de que muchos de los recién llegados al primer equipo no tarden en adaptarse, y que los Hispanos se hayan mantenido en la élite una vez jubilada la vieja guardia de los Entrerríos, Viran Morros y Aginagalde. En 2018 le cuajó Ferrán Solé; en 2020; Aleix Gómez; en 2021, Miguel Sánchez-Migallón; en 2022, Agustín Casado, Ian Tarrafeta e incluso el veterano Iñaki Peciña; y en este Mundial, Kauldi Odriozola.

“Hoy la relación es más humana”

“Los resultados han aumentado su confianza en nosotros para dejarnos hacer cosas que ya pertenecían a este grupo, para no limitarnos”, señala Gonzalo Pérez de Vargas, el otro capitán. Para el portero, lo que más ha cambiado en la relación entre ambas partes desde 2016 es el aspecto personal. “Teníamos la sensación de que había más distancia que la que estábamos acostumbrados con otros entrenadores. Ahora es todo más humano. En petit comité tiene sus bromas, cada vez más, y alguna pullita también suelta, a su manera. En los tres o cuatro últimos años hemos descubierto una faceta personal suya que no la habíamos visto. En el trabajo puro y duro, nunca hubo dudas de su entrega”, explica el meta azulgrana.

Ribera recogió en 2016 una selección depresiva tras no entrar en los Juegos de Río y después de una trayectoria personal en los banquillos que tampoco le había llevado a las grandes pasarelas. Arrate, Gáldar, Bidasoa, Argentina, Brasil y Ademar León era su currículum previo. Tan baqueteado en la realidad del balonmano como falto de confetis. De él todavía se acuerdan en Irún por un episodio poco conocido y del que costaría encontrar un caso igual en otro deporte en la época moderna.

“Él me entrenó mis cuatro años en el Gáldar”, introduce Miguel Ángel Zúñiga, exportero de la selección en 83 encuentros en los años ochenta. “Al retirarme, entro en la dirección deportiva del Bidasoa y la primera temporada, a finales de los noventa, caímos en descenso. Teníamos que jugar la fase de permanencia y decidimos una locura: llamar a Jordi, que tenía al Gáldar salvado, pero que debía dejar su equipo con la liga sin terminar para venirse con nosotros un mes y medio, y después regresar. Pues aceptó. Y su club también se lo permitió. No sé si esta situación se ha vuelto a dar. Encima nuestras opciones de no bajar eran mínimas. Llegó, se reunió con todos los jugadores en privado, uno por uno, y nos salvó”, relata el ex también de Teka y Bidasoa. “Es un tipo de persona que no gusta a todo el mundo. Si cree que debe tomar decisiones que no agradan a todos, lo hará”, remacha el exguardameta.

Lo que queda de torneo

Semifinales

España-Dinamarca (18.00)

Suecia-Francia (21.00).

Ambos por Teledeporte

Tercer y cuarto puesto

Domingo (18.00)

Final

Domingo (20.30 o 21.00)

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