Manolo Cadenas: “Me gusta saber que soy el que manda”
El entrenador del Ademar León, con cuatro décadas en los banquillos y de vuelta a España tras seis años fuera por la crisis, analiza la evolución del balonmano y lamenta la parálisis actual
Después de un exilio forzoso, y finalmente feliz, debido a la crisis económica que asoló el balonmano de clubes en España, Manolo Cadenas (Valdevimbre, León; 65 años) regresó el pasado verano a la Liga Asobal. Inició su tercera etapa en el Ademar León, su casa, una unión que les dio a ambos los mayores éxitos de sus vidas entre los noventa y 2000 (una Liga, una Copa y dos Recopas). Esta campaña el equipo ocupa la segunda posición, la primera del mundo de los mortales más allá del inaccesible Barcelona, y desde este viernes afronta la Copa del Rey en la Caja Mágica de Madrid con la remota esperanza de arrebatarle el título a los azulgrana, que no pierden una competición nacional desde la temporada 2012/13.
Pregunta. Lleva cuatro décadas en los banquillos, pero se sabe poco de su época de jugador.
Respuesta. Yo era un extremo normal, no salvaba al equipo de nada. Me formé en el Vallehermoso de Madrid y llegué a la máxima categoría, la División de Honor. Pero quería ser alguien importante, influir en la marcha del grupo. Eso fue lo que me motivó a ser entrenador y lo que me sigue manteniendo en los banquillos, ver que tengo las riendas para cambiar la situación.
P. Le gusta mandar.
R. Solo en el deporte (risas). Me gusta saber que soy el que decide cómo se entrena, el que toma las decisiones para ser mejores y competir. Es lo que me seduce, ver que puedo ser importante en los resultados.
P. ¿Hasta qué años jugó?
R. Empecé a dirigir niños con 19 años y lo estuve alternando hasta los 26 o 27. Una vez que me puse a entrenar, lo dejé todo, también la carrera de Magisterio, aunque mis padres me pidieron que me centrara en los estudios. Quedé prendado desde el principio, me entusiasmaba. En mi cabeza solo había balonmano. Como técnico era el que manejaba los hilos, ponía las normas, el que decidía qué había que hacer. Quería dedicarme a ello profesionalmente y, a los 11 años de estar en Leganés, me fichó el Naranco de Oviedo.
Me hice entrenador para ser alguien importante en el equipo
P. ¿Cómo ha cambiado un vestuario en estos 40 años?
R. Creo que no demasiado. Aunque ahora los jugadores sí tienen una mayor implicación y conocimiento del deporte. Eso obliga también al entrenador a estar a un nivel alto.
P. ¿Le gusta más tratar con jóvenes o con veteranos?
R. Influir en los veteranos es más difícil y desarrollar el potencial de los jóvenes, más fácil. Me siento más cómodo con los segundos porque la labor formativa me entusiasma. A veces, el camino para hacer un equipo de gran nivel y con un presupuesto bajo es traer promesas y que den lo máximo. Esa experiencia la he vivido en varios clubes, especialmente en León.
P. De los cientos de jugadores que ha dirigido, ¿cuál ha sido su mejor obra?
R. Papitu. Empezó a los 12 años conmigo en Leganés, y llegó al Barcelona y la selección. Medía dos metros, lo quería el Real Madrid de baloncesto. Era de la misma edad que Fernando Martín.
P. Decía Juan de Dios Román que en los banquillos ya no quedan muchos entrenadores como usted, con un carácter fuerte.
R. (Risas) Él también lo tenía, así que supongo que es una cualidad. Yo antes era más visceral, lo he ido atemperando con el tiempo porque los técnicos muy duros no son tan bien vistos por los jugadores. Intento adecuarme a los tiempos. Si no, no hubiese podido aguantar tanto. A pesar de mis 65 años, sigo entendiéndome con los jóvenes. Pero algo sí que conservo de ese carácter.
Me siento más cómodo con los jóvenes, influir en los veteranos es más difícil
P. ¿Por qué los jugadores lo entienden menos ahora?
R. Reflexionan más. Las broncas, de una forma exagerada, son mal entendidas. Dentro de que tengo que controlarme, y a veces no lo hago, sé que debo mantener una buena relación con ellos para ser un líder. Me permito pocos descansos, la gente espera mucho de mí. Soy obsesivo conmigo mismo, aunque entiendo que con los jugadores no tanto.
P. La crisis lo obligó a salir de España por primera vez con 58 años. ¿Cómo lo vivió?
R. Me pareció como un Erasmus, lo disfruté mucho. En Polonia estuve con mi mujer y fue como renovar nuestra vida. Hubiésemos seguido allí mucho tiempo. Hay cosas que no se pueden vivir en España. El idioma fue una dificultad, pero, a la vez, un reto.
P. Si no llega a venir la crisis, nunca se hubiera ido.
R. En aquel tiempo no se marchaba nadie y tampoco nos llegaban muchas ofertas porque aquí teníamos la liga más potente del mundo. En lo deportivo, me di cuenta de que en la Asobal estábamos acostumbrados a jugadores que saben desempeñarse en equipo y que fuera eso cuesta más. Hay más individualismo, no están tan hechos a actuar dentro de un sistema. Te encuentras más dificultades para desarrollar las mismas ideas colectivas.
P. Ese sentido de equipo ha puesto de moda a los entrenadores españoles. ¿Se siente cerca de la nueva hornada o más identificado con los veteranos?
R. Me siento cerca de todos, pero defiendo la veteranía. Los jóvenes que dejan las pistas y se ponen a entrenar han aprendido mucho de esos técnicos expertos.
P. Hace una década, antes de marcharse, entrenó al Barcelona. ¿Le da rabia ver que lo gana todo en España mientras en sus dos años allí solo levantó una Supercopa?
R. No. A mí lo que me gustaría es que ningún equipo, se llame como se llame, gane durante tanto tiempo todas las competiciones. Quisiera que otros puedan derrotarle en algún torneo corto, como sucedía antaño.
No veo cerca que el Barcelona pierda un partido importante en España
P. ¿Y ve cerca ese momento?
R. No. Cuando juegas, te das cuenta de que está lejos. Ahora mismo, no hay ninguno que le pueda ganar un partido importante. Pero debemos aspirar a una competición igualada.
P. ¿Le cuesta motivar a los jugadores contra el Barcelona?
R. Parece que sí. Hasta ahora, en los dos partidos de esta temporada nos han ganado de principio a fin. Otros años, con Guijosa al mando, el Ademar estuvo a punto de empatar o ganar. Debemos ayudarnos de su gran nivel para subir el nuestro y poder estar una parte, 40 o 50 minutos dentro del partido.
P. No tiene un buen recuerdo de su paso por el Palau.
R. Las cosas no salieron bien. Era el momento del Ciudad Real y no fuimos capaces de desbancarles. En el aspecto deportivo, no me quedó un buen recuerdo.
P. ¿Se siente más cómodo en estructuras más modestas?
R. Puede ser que sí. Cuando un club tiene menos posibilidades económicas, parece que ahí saco lo mejor de mí. En el deporte, la mayor gloria es ganar con menos medios. Y a mí me toca esa lucha, pero me gusta. Ganar cuando no eres favorito es de las mayores satisfacciones que hay.
P. ¿Cuánto le dura una derrota?
R. Tiene que pasar un día para ver que hay esperanzas de cambiar las cosas. Se me hace duro. Sobre todo, cuando eres favorito. Esa es la mayor presión en el deporte, ser favorito y no vencer. Se va más cómodo no siéndolo.
El balonmano de clubes se lame demasiado las heridas, está un poco parado
P. Volviendo a la crisis, ¿el balonmano de clubes en España se lame demasiado las heridas?
R. Sí, el tiempo que dedicamos a justificarnos lo deberíamos emplear en buscar nuevas soluciones, fuentes de financiación, más socios y espectadores. En general, estamos un poco parados. Hay que ser competitivos en todos los aspectos.
P. ¿Por qué ocurre esto?
R. Tal vez se necesiten cambios. Buscar gente con nuevas ideas para salir de la crisis y tener una liga más profesionalizada. Se dedica poco tiempo y menos personas a la captación de talentos. Mi objetivo es hacer un equipo grande con un presupuesto pequeño. Para eso debo fichar jugadores a punto de explotar y entrenarlos duro.
P. El puesto de León lo compagina con la selección argentina. ¿Por qué se fue a un continente con un nivel inferior al europeo?
R. Me llamaron cuando nadie tocaba a mi puerta. Estaba en el paro. Siempre he pensado que, si estás en un equipo, formas parte de algo importante. Y cuando no estoy en ninguno, lo noto. Allí el balonmano no es profesional. Las federaciones tienen una estructura muy precaria, sin financiación, pero hemos obtenido éxitos. Ya estamos clasificados para los Juegos. Parece que a mí siempre me toca tirar de la pasión en los equipos, y allí soy más un gestor de la pasión argentina.
Jordi Ribera [su sucesor en la selección] ha sacado todavía más de un grupo que, tras no ir a Río, parecía su final
P. Serán sus primeros Juegos. ¿Le sirve para sacarse la espina de la no clasificación con España para Río 2016?
R. Nunca lo viví como una espina que tenía que quitarme, pero, en todo caso, me hubiese gustado ganar el siguiente campeonato con España. Más o menos con los mismos jugadores, Jordi Ribera le ha dado un nuevo impulso a la selección y se han ganado dos Europeos seguidos. Ha conseguido, con pequeños cambios, sacar un gran rendimiento.
P. ¿Cómo se ve un equipo al que deja tras no entrar en los Juegos y seguidamente gana dos Europeos con la misma base?
R. Cuando terminas un proyecto, intentas aparcarlo y centrarte en el presente. Si miras atrás, en el balonmano, los entrenadores tenemos nuestros matices, pero no somos tan diferentes. Sabes que, muchas veces, dependes del momento, de los rivales. En la selección, el cambio ha sido positivo porque Jordi ha sido capaz de sacar todavía más de un grupo que, tras no ir a Río, parecía su final. Sin embargo, ha seguido adelante y ha logrado dos Europeos, que es más difícil que ganar unos Juegos o un Mundial.
Enfrentamientos y calendario de la Copa del Rey
Viernes. Cuartos de final
12.00. Bidasoa-Benidorm
16.15. Ademar León-Logroño
18.30. Anaitasuna-Cuenca
20.45. Barcelona-Granollers
Sábado. Semifinales
18.30. Ganador del Bidasoa-Benidorm contra el vencedor del Anaitasuna-Cuenca
20.45. Ganador del Ademar León-Logroño contra el vencedor del Barça-Granollers
Domingo. Final. 18.00
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