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España se queda en la Luna

La selección revalida el oro europeo tras derrotar a Croacia en una final abrasiva, con un Pérez de Vargas prodigioso en la portería, y logra así la ansiada clasificación directa para los Juegos

Raúl Entrerríos levanta el trofeo de campeones de Europa. En vídeo, la celebración del equipo en los vestuarios.Foto: atlas | Vídeo: AP: Anders Wiklund
Lorenzo Calonge

España llegó a la Luna de Europa hace dos años y allí seguirá. Sometió a Croacia (22-20) en una final abrasiva, una batalla tremenda disputada en la guarida balcánica de Estocolmo y de paso, y no menos importante para esta generación dorada, vuela ya hacia los Juegos de Tokio, la obsesión de la vieja guardia del vestuario. Lo consiguió con una actuación prodigiosa de su portero Gonzalo Pérez de Vargas (42% de acierto), y lo remataron en medio de la tiritona general el imberbe Aleix Gómez desde los siete metros y Álex Dujshebaev desde el exterior. El extremo azulgrana de 22 años, con biberón hasta hace dos días en un vestuario que ya peina canas, clavó dos penaltis cuando más tiesa estaba la selección. Y como en la semifinal, el santanderino, el jugador que no conoció otra cosa en su casa que balonmano, volvió a sentenciar en el último minuto con un lanzamiento de cadera que sepultó a un rival muy bravo.

España, 22 - Croacia, 20

España: Corrales; Solé (1), Raúl Entrerríos (3), Alex Dujshebaev (1), Morros (-), Goñi (1) y Angel Fernández (1) -equipo inicial- Pérez de Vargas (ps), Maqueda (3), Sarmiento (2), Aginagalde (2), Figueras (1), Cañellas (2), Aleix Gómez (5, 3p), Ariño (-) y Gedeón Guardiola (-)

Croacia: Sego; Horvat (2, 1p), Stepancic (3), Duvnjak (5, 3p), Karacic (3), Mandic (2) y Maric (3) -equipo inicial- Asanin (ps), Hrstic (-), Sarac (-), Musa (-), Mamic (1), Cindric (-), Brozovic (1), Matanovic (-) y Sipic (-)

Marcador cada cinco minutos: 2-3, 4-5, 6-8, 8-10, 10-10 y 12-11 (Descanso) 15-12, 16-14, 17-15, 18-18, 19-19 y 22-20 (Final)

Árbitros: Nachevski y Nikolov (MKD). Excluyeron dos minutos a Sarmiento y Raúl Entrerríos por España; y a Horvat y Karacic por Croacia.

17.700 espectadores en el Tele2 Arena de Estocolmo.

Ellos tres encumbraron a un equipo que había transitado con esmoquin en el torneo, casi nunca apurado, sacando tajada del amable itinerario que le deparó el sorteo y de su perfecto engranaje, pero que en la final debió moverse en el barro. Los croatas lo llevaron al límite, lo arrinconaron, y al final se las arregló para salir vivo del callejón y amarrar el segundo título europeo de España, su octava medalla en la historia del torneo. Nadie ha logrado más. Es su campeonato fetiche.

Un mes después de la increíble plata mundial de la renacida selección femenina, el balonmano español vuelve a reivindicarse con este trono que contrarresta su precaria rutina. La crisis desplumó a la Liga de sus mejores jugadores y entrenadores a principios de la década, y desde entonces la competición doméstica sobrevive como puede, alejada de la élite europea, salvo la isla azulgrana, y añorando sus años de gloria.

Veinte minutos le costó a España tomar la temperatura a la final. A esas alturas, Ribera tuvo que pulsar el botón rojo de la mesa de anotadores porque la selección se mostraba algo pálida. No había motivos para la alerta, pero sí para la preocupación. El hilo del encuentro no estaba en sus manos. Padecía en ataque, incapaz de lanzar un contragolpe; atrás recibía el castigo del pivote Maric; y en la portería, con Rodrigo Corrales guardando sus dominios, todavía no se había apuntado ninguna parada en la estadística (10 tantos encajados en 10 lanzamientos).

Tres órdenes dio el técnico y las tres resultaron mano de santo. Una medicina con efecto inmediato: Pérez de Vargas recogió el testigo en la portería, Maqueda saltó a concursar y se cambió el sistema defensivo, del 5:1 al 6:0. La dirección del viento varió de forma automática.

La ventaja de 7-10 que se había fabricado Croacia palada a palada se fue transformando hasta llegar al descanso 12-11. Maqueda desató uno de sus habituales tornados y anotó las tres primeras pelotas que cayeron en sus manos, mientras Pérez de Vargas atajó seis seguidas, incluido un penalti a Duvnjak, inmaculados hasta entonces desde esa posición. En esos diez últimos minutos, solo un balón se le coló entre palos al toledano, MVP del duelo (por cuarta vez en el torneo) y elegido dentro del siete ideal junto a Maqueda. Los balcánicos se pasaron 11 minutos y 15 segundos completamente secos. Croacia también relevó la portería, Asanin por Sego (dos paradas en diez tiros), aunque el efecto no fue el mismo.

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El ventilador hispano estaba en marcha y el paso por los vestuarios no lo desconectó. A la vuelta del intermedio, se disparó en el marcador con tres tantos seguidos de Aleix Gómez (uno de penalti y dos a puerta vacía) y otro de Cañellas. El 16-12 forzó a Lino Cervar a pedir tiempo muerto. Pudo ser el principio del fin de Croacia, pero los balcánicos no son tipos dóciles. Sin fuegos artificiales, fueron rascando en galeras para ir comiéndole el terreno a la selección.

España se paró en seco en ataque y sufrió dos largos apagones: el primero de ocho minutos y 20 segundos y el segundo de siete minutos largos. En ese secarral volvió a emerger Pérez de Vargas, que ayudó a mantener en pie al equipo. A Maric le detuvo una con la cara y a Horvat le sacó otra desde el extremo. Álex Dujshebaev cortó la primera hemorragia, su primer tanto en la final. No obstante, el frenazo ofensivo fue tan agudo que ninguno de los dos pudo evitar que los croatas retomaran el control del partido 27 minutos después, a falta de seis.

La situación se tornó crítica cuando Entrerríos sufrió una exclusión de dos minutos con cuatro por jugarse (19-19). La hoguera croata de Estocolmo atronaba en el pabellón, no había muchas escapatorias para España. Pero si algo le sobra a este equipo son soluciones, alguna incluso afortunada. Un lanzamiento de Sarmiento que entró llorando le valió para ponerse 20-19, igualado al instante por Brozovic aprovechando la portería vacía, y luego llegó el segundo penalti casi consecutivo convertido por Aleix Gómez (21-20), un extremo azulgrana que se estrenó en la cima en el pasado Mundial. Quedaba un minuto. Al menos, la prórroga parecía asegurada, pero no hizo falta llegar a tanto. Los croatas se liaron solos, Maric cometió falta en ataque y Dujshebaev remató el oro.

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