Kauldi Odriozola, jugador modelo del balonmano español
El extremo diestro del Nantes, segundo máximo goleador de la selección en el Mundial de balonmano, simboliza la facilidad del equipo para absorber a los nuevos y la emigración del talento español
El hotel de la selección española de balonmano en Gdansk es una especie de Gran Hermano. En el recinto, que no es tan grande, también está alojada Noruega, su rival este miércoles (18.00, Teledeporte) en los cuartos de final del Mundial, con la que comparte recepción, vistas aburridas y comedor. Además, claro, del frío helador que cae estos días en Polonia. “Bajaremos a comer los espaguetis e igual no podemos ni hablar del partido porque los tenemos al lado”, comentaba un jugador este martes en un corrillo. Por allí, a mediodía, entre lamentos por la organización, pasaba con aire tranquilo Kauldi Odriozola (Zumaia, 26 años), segundo máximo goleador de los Hispanos este torneo (23, a dos de Álex Dujshebaev) y el que más estirón ha pegado respecto al último gran campeonato, el Europeo de 2022. Cada enero, a Jordi Ribera le florece uno nuevo, y esta vez ha sido este extremo diestro (y brazo zurdo) criado en la costa vasca del Cantábrico. “Un tipo recio, honesto, guipuzcoano”, lo definen en su entorno.
“El año pasado solo jugué 30 minutos contra Bosnia y dos en la final. Ahora, cuando vi que Aleix Gómez no venía [por lesión], supe que mi rol sería otro y estoy aprovechando la oportunidad”, destaca Odriozola, que en verano cambió su casa cómoda de Irún por la exigencia de Nantes. Otro gran salto, deportivo y personal. “Es difícil hacerlo bien en la selección desde el primer día. Yo llegué y estaba con mis ídolos, a los que veía por la tele. Al principio, te impacta. También entonces estaba en el Bidasoa, y ahora en la liga francesa y en la Champions, que es otro nivel. Durante la temporada me he enfrentado a muchos de los que están aquí. Te acostumbras a jugar partidos importantes. Todo influye”, explica este joven de 1,83 cocinado en el éxito de las categorías inferiores de España, donde fue campeón de Europa júnior en 2016 y del mundo en 2017, junto a Dani Dujshebaev y Aleix Gómez, su competencia y con quien siempre ha compartido habitación. Ahora lo hace con Gonzalo Pérez de Vargas.
Su caso simboliza alguna de las cuestiones que orbitan alrededor de la selección y del balonmano español. Por un lado, la facilidad del vestuario para absorber a los recién llegados gracias a una misma idea de juego desarrollada desde la base bajo el liderazgo por Jordi Ribera; y a la atmósfera favorable que suele respirarse intramuros, fuera de la pista. “Gonzalo me cuenta que él trata como le han tratado. Antes en los vestuarios existían más diferencias entre mayores y jóvenes, eran más difíciles. Por suerte, yo no lo he vivido”, indica.
Clave en defensa
Y el segundo asunto, este menos amable, que viene a simbolizar Kauldi Odriozola es la rápida emigración de los nuevos talentos por la escasa capacidad económica de los clubes españoles, salvo el Barcelona, para retenerlos. De los 18 convocados, solo Pérez de Vargas y Pol Valera (sustituto de Ian Tarrafeta) compiten en la Asobal. El primero lo hace en el Palau y el segundo será culé a la vuelta del Mundial (procedente del Granollers). Cuando Odriozola acordó su fichaje por el potente Nantes, que abonó su cláusula de rescisión, el presupuesto más pequeño de la Liga francesa (Saran, 2,3 millones) doblaba prácticamente al del Bidasoa, que figura en el primer escalón del mundo terrenal (al margen del Barça) y que fue la única entidad de la competición que no aplicó un ERTE en la pandemia.
“Es una carrera corta y hay que aprovechar para estar en los mejores equipos y ganar más dinero. En la pista, empecé bien en el Nantes, jugando bastante. El cambio de vida me cuesta más, sobre todo por el idioma”, admite este extremo diestro formado en su pueblo, en el Pulpo de Zumaia, hasta que con 18 años lo captó el Bidasoa.
Estudioso de los penaltis a través del vídeo (no falló uno en el Mundial hasta el sexto duelo, ante Francia) y un correcaminos para castigar en acciones de contragol, además de por el tino en ataque su cotización estas dos semanas ha crecido por su actividad de piernas en la posición de avanzado dentro de la defensa 5:1, una china en el zapato de varios rivales. “Alguno nos subestima, prefieren jugar contra nosotros. El otro día, todos elegían a España antes que a Francia [en cuartos]. Otros sí nos respetan. Nunca somos favoritos, pero siempre estamos ahí”, avisa antes de cruzarse con la Noruega de Sander Sagosen.
Lo que queda de torneo
Cuartos (miércoles)
Noruega-España (18.00, Teledeporte)
Dinamarca-Hungría (18.00)
Francia-Alemania (20.30)
Suecia-Egipto (20.30)
Semifinales (viernes; 18.00 y 20.30 o 21.00)
El ganador del Noruega-España contra el vencedor del Dinamarca-Hungría
Final
Domingo. 20.30 o 21.00
Tercer y cuarto puesto. 18.00
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