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TENIS | US OPEN
Columna
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La duda es hasta dónde llegará Alcaraz

No ha parado de crecer y mejorar hasta convertirse en el tenista completísimo y sin apenas fisuras que es hoy

Alcaraz volea durante la final contra Ruud en Nueva York.Foto: JULIAN FINNEY (GETTY) | Vídeo: REUTERS
Toni Nadal

El hecho de que Casper Ruud y Carlos Alcaraz se disputaran en la final del domingo, no solo levantar su primer Grand Slam, sino también dilucidar quién de ellos ocuparía el puesto número uno y el número dos de la clasificación, no hacía más que presagiar la belleza e intensidad del encuentro que pudimos disfrutar.

Tras un primer set en el que el español iba confirmando su condición de favorito, el tenista noruego consiguió darle la vuelta al marcador y anotarse cómodamente la siguiente manga. La igualdad se mantuvo hasta el tie break del tercer set y esta fue, seguramente, la clave del encuentro. El jugador de la Rafa Nadal Academy dispuso de una bola de set en el 6-5 y 30-40, que Carlos salvó con gran determinación y maestría, y fue cuando posteriormente se anotó el desempate cuando lo vimos crecido a él, y a Casper falto de la convicción necesaria para desarbolar al vencedor murciano.

A pesar de la derrota de nuestro jugador, en la academia estamos muy orgullosos de su impecable comportamiento en la pista, de su tenacidad y de la brillantez de su tenis, que no hace otra cosa que confirmar los futuros éxitos que cosechará.

Carlos, por su parte, ha conseguido en estas dos últimas semanas de competición en el US Open lo que la gran mayoría de los jugadores ansían lograr, en el mejor de los casos, en toda su carrera: ganar un Grand Slam y alcanzar la primera posición del ranking mundial. Esto último, además, siendo el tenista más joven de la historia en conseguirlo.

Los deportistas de cualquier disciplina juegan para superarse a sí mismos y para intentar batir las marcas de los demás. La que ha logrado alcanzar el tenista español será difícil de rebasar. Lo que ocurrió anteayer no ha hecho otra cosa que corroborar las expectativas que la inmensa mayoría de los seguidores y conocedores del tenis teníamos depositadas en él. El dilema no era saber si ganaría algún torneo del Grand Slam, sino cuándo. O si alcanzaría la primera posición de la clasificación, sino en qué momento, también.

El año pasado escribí en estas mismas páginas que el joven tenista español era el jugador con más opciones para reemplazar a los integrantes del Big Three que han acaparado la inmensa mayoría de los torneos y reconocimientos en los últimos 18 años. A día de hoy, podemos afirmar que, con creces, lo ha demostrado.

La primera vez que me lo nombraron, él tendría 12 o 13 años y ya fui augurándolo como la gran esperanza del tenis español. Cuando, por fin, lo vi jugar con 14 o 15 años me dejó realmente impresionado. Y desde entonces, evidentemente, no ha parado de crecer y mejorar hasta convertirse en el tenista completísimo, sin apenas fisuras, que es a día de hoy.

En sus primeros años juveniles destacaba mucho por su potentísima derecha. Hoy no sabes si su mejor golpe es esta o su revés. El año pasado, se le podía atribuir algún pequeño defecto a su saque. Hoy dispone de un servicio a la altura de los mejores del circuito. Su estado físico ha dado, asimismo, pasos de gigante en los últimos años hasta el punto de lograr desarrollar una fuerza tan admirable como letal y una velocidad que me temo que no atesora casi ningún otro compañero del circuito.

Todo lo anterior, junto con su gran ambición y voluntad férrea para mejorar, nos lleva al dilema al que nos enfrentamos ahora: saber cuántos torneos de los grandes acumulará y cuántas semanas en el número uno encadenará. Tanto de lo uno como de lo otro, seguro que estamos ante los primeros de muchos por llegar.

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