Carlos Alcaraz: “Tengo miedo a defraudar a mi gente”
El murciano, número uno más joven de la historia y campeón del US Open, repasa con una selección de medios, entre ellos EL PAÍS, su trayecto hacia la cúspide
Es la una de la tarde en Nueva York y Carlos Alcaraz (El Palmar, Murcia; 19 años), el número uno más joven de la historia del tenis y reciente campeón del US Open, recibe a un reducido grupo de periodistas. La charla con los tres corresponsales y dos enviados especiales —entre ellos EL PAÍS— se extiende durante 15 minutos y transcurre en la planta 37 de un rascacielos de cristal localizado en la intersección entre la Octava Avenida y la Calle 44. El murciano departe tranquilo y, tanto en sus andares como en su expresión, se percibe que la noche ha sido larga y que el esfuerzo físico efectuado para conquistar su primer Grand Slam —con un registro de 23h 39m en siete partidos, récord— le ha pasado factura. “Sí, ya se nota un poco el cansancio…”, corrobora con un apretón de manos. Con unos tejanos y una chaqueta blanca, juguetea con una botella de agua mientras conversa.
Hace un par de años, en un encuentro con este periódico en Villena (Alicante), donde se prepara a lo largo del año, el murciano respondía que no se consideraba un elegido. Entonces todavía no había metido la cabeza prácticamente en el circuito y aún era un fideo que no había alcanzado la mayoría de edad. Dos cursos después, los hechos le desmienten y prueban que su deporte está ante un talento excepcional que ya rompe récords de precocidad y festeja grandes títulos. Aun así, Alcaraz dice que mantiene los pies en el suelo y que todo lo que está consiguiendo, sencillamente se lo ha ganado a fuerza de mucho trabajo.
“Mantengo mi respuesta. Nadie te regala nada, creo yo. Nadie te hace un chasquido y tienes todo lo que pides, sino que las cosas hay que trabajárselas”, introduce. “Creo que si he conseguido ganar un Grand Slam y ser el número uno del mundo es por el trabajo que he venido haciendo junto con mi equipo durante mucho tiempo. Y no ha sido un camino de rosas, sino que hay que sufrir. Había que pasar momentos malos también para llegar a este... Y creo que no soy el elegido ni nadie ha dicho que yo voy a ser el mejor. Solo me lo he trabajado”, agrega el chico, que esta temporada acumula más trofeos (5) y victorias (51) que cualquier otro jugador pese a su juventud.
No soy un elegido, me lo he trabajado. No hay un camino de rosas y también tienes que sufrir
Alcaraz es la gran sensación del presente. Se ha metido a todo el mundo en el bolsillo con una propuesta valiente y diferente. Antes de desembarcar en Nueva York, los tropiezos prematuros en Montreal y Cincinnati le generaron dudas y vértigos, y reconoció que por primera vez estaba notando la presión. Preguntado por sus miedos o temores, se refiere directamente a su entorno después de cavilar durante unos segundos. “Como tenista, le tengo miedo a defraudar, sinceramente. Sí, eso es. Probablemente sea uno de mis miedos. Defraudar a toda mi gente. Y bueno, como chico normal y corriente, le tengo miedo a muchas cosas; diría que a la oscuridad y también diría que no soy un fanático de las pelis de miedo tampoco. A las arañas, probablemente también. A muchas cosas, ¿verdad?”, contesta.
– Pero, ¿cuál es su concepto de decepcionar?
– Bueno, no estar a la altura de lo que ellos [familiares, amigos y equipo] piensan muchas veces. Aunque haya conseguido esto, probablemente lleguen torneos en los que se tengan altas expectativas sobre mí y no pueda estar a la altura. Sobre todo, me refiero a los que tengo a mi alrededor; hay mucha gente que piensa y opina, pero sí me da miedo decepcionar a los que tengo a mi alrededor. No sé qué se espera de mí. Hay gente que dice que le da igual que pierda en la primera ronda o que pierda una final, pero es un pensamiento que tengo dentro.
Durante la charla, su agente de la multinacional IMG, Albert Molina, graba en vídeo mientras entran y salen empleados del hotel, y al fondo se observa una hermosa panorámica de la ciudad, coches como hormigas ahí abajo. Al tenista se le recuerda lo que dijo la noche anterior a pie de pista, cuando tenía ya el trofeo entre las manos. Alcaraz admitía que todavía es demasiado joven y que está descubriendo un universo nuevo de fama, contratos y patrocinios que trata de manejar delegando en sus familiares. “Las decisiones difíciles las toman ellos por mí. Yo no pinto mucho, pero en una carrera hay que tomar decisiones difíciles relacionadas con las marcas y algunos momentos duros que tienes que afrontar. Al ser joven, ellos tienen más la última palabra que yo. Y al final, deciden ellos porque ven las cosas mejor que yo”, se explica.
Desde que empezó a despuntar, Alcaraz, chico de pueblo con pocos pliegues todavía, ha recibido la ayuda de la psicología para gestionar un desarrollo que escapa a la normalidad. Desde que era un crío atraía con su tenis y enseguida tuvo muchos ojos encima; más todavía cuando a los 16 años (2020) ganó su primer punto en el circuito de la ATP, multiplicados el año pasado, cuando deslumbró precisamente en Flushing Meadows. En los cuartos de final tuvo que retirarse durante el duelo con el canadiense Felix Augger Aliassime porque su físico, todavía tierno, no resistió a la exigencia de un envite de larga distancia.
Creo que mi psicóloga es una de las causantes de que sea el número uno. Ahora te reconocen en la calle...
“Trabajo con la psicóloga [Isabel Balaguer] desde principios de 2020. Hace tiempo ya. Es muy buena profesional, me ha ayudado mucho; de hecho, creo que ella es una de las principales causantes de que pueda ser el número uno hoy en día”, concede. “He mejorado muchísimo gracias a ella. Es superimportante tener una psicóloga o un mental coach a tu lado, ya que el tenis es exigente semana tras semana; durante un año entero tienes que estar fresco mentalmente, tienes que saber soportar la presión, soportar que todo el mundo tenga los ojos puestos en ti... Así que es superimportante saber cómo afrontarlo y sin una psicóloga, sin nadie que te ayude en ese aspecto, diría que es imposible o muchísimo más complicado. Hablamos y me da consejos, me aporta muchas herramientas. Al final vas por la calle y te van reconociendo, y en ciertos momentos diríamos que es un poco agobiante”, agrega.
Alcaraz dice que no es un deportista especialmente meticuloso con las rutinas, aunque conforme responde su discurso le contradice. “Obviamente, tengo mi calentamiento e intento siempre ir al mismo sitio con mi equipo, pero no es que diga: cinco minutos para mí, auriculares y tal... Si me apetece escuchar música, la escucho; si no, no. Voy como me apetece en ese momento. Pero sí que es verdad que en el partido están los temas de ir a por la toalla, de coger cuatro bolas, botarlas cinco veces; las botellas, siempre en orden, beber primero de una, luego de otra… Y el bocado siempre primero a la barrita y después al plátano. Son cosas que se me van a la mente, manías”, describe.
Yo siempre voy a estar orgulloso de que Nadal gane Grand Slams. Si yo pierdo, estaré animándole
Uno de sus deseos es cruzarse en una pista con Roger Federer, al que admira desde niño y que no compite desde hace más de un año. “Aunque ahora mismo tengo pocas chances [oportunidades], creo yo, pero me gustaría. Y ganarle a alguno de los tres [el suizo, Nadal y Djokovic] en un Grand Slam. Yo siempre he dicho que para ser el mejor hay que ganar al mejor”, apunta. Se le recuerda que estos días, Nadal le deseó suerte en el torneo, pero que, de tener que elegir, prefería recuperar el número uno. “Yo siempre voy a estar orgulloso de que Rafa gane Grand Slams. Y obviamente, si yo pierdo en alguno, si por desgracia pierdo, estaré animándole para que gane, siempre junto a un español. Y sinceramente, con un título no me siento más cerca ahora [risas]. De momento voy a pensar en el segundo e intentar conseguirlo, que muy poca gente ha podido hacerlo. Así que, de momento, ese es el objetivo que tengo”, sigue.
Alcaraz se define como un chico “muy básico” que disfruta estando “en un banco, una casa o un coche con cuatro o cinco amigos, riéndonos y contándonos anécdotas. Eso es lo que me hace feliz”. La noche anterior deslizó que está “orgulloso de ser de El Palmar y de ser murciano”, a lo que añadió un matiz: “Y de ser español”. Preguntado por este periódico al respecto, finaliza: “La política es algo a lo que no le presto mucha atención. Te llegan noticias y estoy un poco al tanto. Cuando llegue el momento, ya veré si voto o no… Pero estoy orgulloso de ser murciano y español. Lo digo con mucho orgullo”.
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