Benzema enfila la cumbre en Helsinki: capitán del Madrid y con el Balón de Oro a la vista
El francés, que ha pasado de joven despistado a líder del equipo, puede levantar su primer trofeo con el brazalete, la Supercopa de Europa. “Sustituirle es imposible”, dice Ancelotti
El viaje que Florentino Pérez emprendió en 2009 al barrio lyonés de Bron para contratar a Karim Benzema enfila este miércoles su penúltimo tramo hacia el Balón de Oro. Después de atravesar inadaptaciones juveniles, noches de deportivos estrellados, y otras de compañías revisadas por los jueces, de resistir las chanzas de Mourinho y las dudas de buena parte de la afición y de la crítica; después de todo eso, el francés es hoy el primer capitán del Real Madrid. Y este miércoles puede levantar su primer trofeo en el cargo en Helsinki, capital de Finlandia, que se presenta como “el país más feliz del mundo”.
Benzema se refirió este martes a ese viaje: “Cuando llegué tenía 21 años [ahora 34], y solo pensaba en ganar la Champions, en triunfar y ganar trofeos. Hoy soy el primer capitán y me siento muy feliz, orgulloso de mi trabajo”.
Es capitán, y también bandera del Madrid ganador de la Champions del delirio de las remontadas. Su trayecto, se sabe, nunca pareció en línea recta. Transcurrió de forma casi subterránea, como la corriente de agua que encuentra el camino a través del subsuelo, fuera de la vista, hasta que termina emergiendo en una laguna. Benzema, que afronta su decimocuarta temporada en el Madrid, siempre fue importante para el equipo, aunque no siempre del modo que se esperaba. No se condujo de acuerdo al tipo de futbolista que muchos entendían que debía ser, sino a lo que él entendió que necesitaba el Madrid en cada momento.
Fue necesario que Cristiano Ronaldo abandonara el club para que se terminara de apreciar su trascendencia, algo que ambos tenían perfectamente detectado, como recordó este martes el francés: “Cuando estaba él estaba en otro tipo de juego, como asistente y otras cosas. Sabía que podía hacer más. Cuando se fue, es el momento en que tengo que cambiar mi juego y mi ambición”.
La mudanza de Cristiano a Turín y la disolución de Gareth Bale permitieron apreciar lo que había construido Benzema bajo el radar. Su fútbol tuvo mucho de eso hasta entonces, una brillantez que ha escapado a los estadillos de los contables. Quizá la muestra más sobresaliente de ese proceder fantasmal sea aquella jugada de funambulista en el Calderón: una genialidad que quedó fuera del clásico registro de goles y asistencias.
Sin Cristiano, también se lanzó las hojas de cálculo. Desde que se fue, ha sido siempre el máximo goleador y el máximo asistente del equipo. Y el curso pasado, con Messi en París, también el mejor goleador de la Liga, y en especial en la Champions.
Benzema sostuvo al Madrid en la incierta travesía de la Champions de 2018 en Kiev a la de 2022 en París. En el juego, y de manera progresiva también en lo emocional. Fue ganando cada vez más el espacio de la antigua guardia. Aunque ha completado la evolución a su manera, como explica una fuente que trabaja en Valdebebas: “Es mucho más participativo y lleva la voz cantante. Es otro estilo muy distinto del ímpetu de Sergio y Marcelo. Karim también se enfada y lo demuestra”.
El francés se ha revelado como un líder poco estridente y de escasos aspavientos. En el campo, se desempeña más como profesor que como inventor de discursos. Ha dedicado horas a la instrucción de Vini Jr., con quien atravesó fases de desesperación, pero que se ha revelado como su mejor socio y tal vez el mayor impulsor de su última explosión. Pero también escoge los momentos en los que propagar una consigna que prenda la mecha. Cuando el Madrid perdió la temporada pasada la ida de la semifinal de la Champions contra el Manchester City en el Etihad, se puso casi lírico: “En el Bernabéu vamos a hacer una cosa mágica, que es ganar”. Unos minutos antes había enmudecido el estadio marcando un penalti a lo Panenka.
Benzema es ahora tan importante para el Real Madrid, tan imprescindible, que su peso bloquea la búsqueda de un recambio por si se lesiona. En las oficinas del club admiten que les preocupa que eso suceda, pero que no resulta fácil dar con un tipo que se acerque a su nivel y que acepte que el francés va a jugar casi siempre, porque no quiere faltar nunca, y no da razones para sentarlo. “Si se constipa, nos adaptamos”, dijo este martes Ancelotti. “Alternativa tenemos, pero sustituir a Benzema es imposible. No hay jugador en el mundo que pueda hacerlo”.
En los últimos años, en particular desde que es padre, su dedicación al trabajo y al cuidado de su cuerpo, resulta llamativa tanto para sus compañeros, sobre todo los más jóvenes, como para los empleados del club, que le conocen desde hace tanto. Este martes, al final del último entrenamiento antes del partido contra el Eintracht, mientras sus compañeros tiraban a puerta, él se retiró a un costado a trabajar los abdominales.
Cuando lo ha visto necesario, ha mostrado que no era ni perro ni gato, sino más bien un camaleón. Un depredador al acecho del Balón de Oro, a la espera de su primera foto levantando una copa como capitán, este miércoles en el lugar más feliz del planeta.
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