Garbiñe, adiós en 18 minutos: ¿Dónde está Muguruza?
La española, campeona en 2017, cae en la reanudación de la primera ronda contra Minnen (6-4 y 6-0) y prolonga un curso aciago: “Solo debo seguir, seguir y seguir”
Cae Garbiñe Muguruza, otra vez, y continúa el tortuoso bucle en el que se traduce esta temporada para ella. Quiere, pero sencillamente no puede. No logra escapar la española (6-4 y 6-0 ante Greetje Minnen, en 61 minutos) de ese endemoniado remolino negativo que la ha atrapado en la primera mitad del año. La derrota y las salidas prematuras se han convertido en costumbre para una jugadora que este miércoles saltó a la pista como si se supiera sentenciada y que compitió desde el primer segundo como si quisiera que todo acabara muy rápido, por la vía indolora. Llega este último adiós en dos fascículos: el nocturno, sellado con una volea muy clara que contra todo pronóstico se estrella en la red, y una reanudación que apenas dura 18 minutos ante la 88ª del mundo.
¿Dónde demonios está Garbiñe?
En plena búsqueda de sí misma. No falta trabajo, dice. Tampoco motivación, recalca. Busca y busca la fórmula, repiten desde su equipo. La realidad, sin embargo, es que la tenista no logra remontar el vuelo y que más allá de regularidades, perfiles y formas de entender la profesión, no consigue encontrarse. La alusión a esa naturaleza intermitente que tiene ha terminado por aceptarse, pero la secuencia de los últimos meses describe una problemática superior. Primera ronda en Roland Garros, primera ronda en Wimbledon. Asumible la circunstancia para otra jugadora, pero no para ella, que hace no tanto llegó a gobernar el circuito y que cinco años atrás celebraba por estos mismos lares un logro superlativo, al igual que un año antes en París.
“¿Dónde está Garbiñe? ¿Es cuestión de tenis o de confianza?”, le plantea este periódico. Y la ex número uno, aquella tenista llamada entonces a aprovechar la salida progresiva de Serena Williams y a marcar el paso en una nueva época, por condiciones y apetito, responde: “Supongo que será un poco las dos cosas. Supongo que más mental, porque tenísticamente el trabajo se ha hecho, pero no logro encajar la mentalidad y el tenis al mismo tiempo. Pero he estado muy cerca en otros partidos y no lo he conseguido, y eso poco a poco me ha ido afectando. Anímicamente es un momento difícil”.
El puzle que no encaja
Esta temporada, el recorrido de Muguruza –décima del mundo y que hace tres años también derrapó en el estreno del major británico– se resume en cinco primeras rondas (Indian Wells, Roma, Roland Garros, Berlín y Wimbledon), seis segundas (Melbourne, Open de Australia, Dubái, Madrid, Rabat y Eastbourne) y unos cuartos (Doha). Son 12 derrotas y 8 victorias. Un mes ausente (abril) por unas molestias en el hombro izquierdo.
“Tampoco le doy tanta, tanta preocupación, porque estoy trabajando bien. Esperaré al momento adecuado para que encaje todo esto. No ha sido mi Wimbledon, lógicamente”, contesta; “ahora miro a la gira de pista dura, hay una serie de torneos que me gustan y el US Open. A ver si ahí consigo jugar mejor. Este año no estoy teniendo objetivos tan grandes, sino simplemente volver a ganar una serie de partidos”.
Argumenta Muguruza que, simplemente, las piezas no encajan. La española, de 28 años, selló el curso pasado haciendo historia, convirtiéndose en la primera mujer española que conquistaba la Copa de Maestras (en Guadalajara, México).
“Hay una gran diferencia entre cómo estaba jugando el año pasado y este. El trabajo se sigue haciendo igual, pero me está faltando determinación en algunos momentos importantes o quizá más claridad, porque he tenido muchos partidos en los que estaba dominando o estaba muy cerca [de ganar]. Hoy ha sido un partido bastante malo. No me he encontrado bien. Me ha faltado nivel, partido tras partido”.
El episodio de este miércoles, que en realidad había comenzado la noche anterior y tuvo que ser pospuesto a consecuencia de la lluvia que caía sobre Londres, acaba con algunas lágrimas y un volcán interior en erupción. “Yo soy la que más siente el hecho de tener más dificultades, porque yo lo siento en la pista”, apunta. “Ella ha jugado muy bien. Ha salido con una marcha más que yo, porque ayer lo noté y hoy también. No es una excusa. Lógicamente no me ha gustado porque es raro jugar así, pero no, no es una excusa. Está claro que no ha sido nada bueno”, añade con tono triste.
Optimismo: “Veo la luz, tengo magia”
Detrás de esas palabras hay impotencia, pero Garbiñe, que en los dos últimos años no ha logrado franquear la barrera de los octavos en un grande, no se rinde. “Sí, veo la luz”, indica; “lo que hay que hacer es seguir, seguir y seguir, eso es lo que me ha enseñado el tenis. Ya vendrá el momento en el que le dé la vuelta. No estoy tan lejos, necesito recuperar la dinámica. Es una cuestión de confianza y controlar esos partidos que se me han escapado, la confianza lo es todo. Quiero tener menos partidos para pensar y jugar más partidos. Pediría tener un torneo bueno para quitarme esta mala sensación”.
No es nueva la situación para ella, que en su día (entre 2018 y 2019) ya gestionó una crisis de dimensiones superiores. Entonces, ¿está preparada para revertir la situación y encontrar de nuevo el Norte?
“Sí que puedo”, responde a EL PAÍS. “He ganado torneos impensables antes de empezar a jugarlos. No he sido la jugadora más estable ni tampoco quiero serlo; eso me ha demostrado que tengo una magia; no quiero depender de ella, pero a veces suele salir y tengo el talento para hacerlo posible. Quiero seguir trabajando y le daré la vuelta tarde o temprano. Así es un poco mi tenis, la verdad. Tampoco le doy tanta, tanta preocupación, porque el estoy trabajando bien. Esperaré al momento adecuado para que encaje todo esto”.
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