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Serena Williams, de mazazo en mazazo

La estadounidense cede ante Tan (7-5, 1-6 y 7-6(7) y se despide de Londres a las primeras de cambio, al igual que la temporada pasada: “Sí, ha sido muy duro”

Serena Williams, durante el partido contra Tan en la central de Wimbledon.
Serena Williams, durante el partido contra Tan en la central de Wimbledon.HANNAH MCKAY (REUTERS)
Alejandro Ciriza

A las diez y media de la noche, hora inglesa, los aficionados se frotan los ojos, se echan las manos a la cabeza y reflexionan mientras desalojan por los vomitorios de la pista central: ¿Ha podido ser este el último desfile de Serena Williams por La Catedral?

La estadounidense, de 40 años, acaba de caer contra la francesa Harmony Tan (7-5, 1-6 y 7-6(7) y de cerrar una velada con aroma a despedida. Sabe que la mecha se agota, que las posibilidades de alcanzar el récord histórico de Margaret Court, los 24 grandes, son cada vez más remotas y que la erosión de la edad y el kilometraje acumulado se acentúan cada día más. La norteamericana coge oxígeno y carga el raquetero al hombro; procesa e intenta conceder normalidad a una situación angustiosa que se repite y que habla del fin de una era.

Londres, un año después. Se marchó el curso pasado lastimada, con la corva rota –zona posterior de la rodilla– y cuando solo habían transcurrido seis juegos en la primera ronda. Ahora, el bucle sigue, pero el dolor tal vez sea superior. A los mitos de la raqueta, y ella es uno de ellos, les suele costar dar el paso a un lado, salvo que se llamen Björn Borg o raras excepciones. Se rebela Williams, pero no le alcanza. Llevaba un año entero sin jugar y, visto lo visto, parece una utopía pensar en que más adelante pueda llegar al Edén que pretende desde que estrenara maternidad (2017) e interrumpiera su carrera.

Estuvo muy cerca, a un solo paso, pero volaron esas cuatro finales –dos en Wimbledon y otras dos en Nueva York, las cuatro entre 2018 y 2019– y el parón coronavírico dilapidó gran parte del crédito que le quedaba. Corre el reloj y se esfuman las opciones.

“Sí, ha sido muy duro”, responde a la moderadora que distribuye el turno de palabra en Wimbledon. “He tenido algunas oportunidades de ganar el primer set, ya sabes, pero no funcionó, así que...”, sigue mientras escruta con la mirada a todos los periodistas que a esa hora aguardan sus respuestas en la sala de conferencias.

– ¿Crees que este ha podido ser tu último partido aquí?

– Esa es una pregunta que no puedo responder. Siento que, ya sabes, no lo sé… Quién sabe dónde voy a estar.

Dice Williams que físicamente se ha sentido bien, aunque considera que con un punto más de rodaje podía haberle discutido más la victoria a su rival. Hace un año fue una lesión, pero esta vez la causa es puramente tenística. En su camiseta se lee un mensaje que invita a transformar el juego (Be the Change Gamer) y un periodista le plantea cómo ha contribuido ella a la evolución de su deporte.

“Simplemente, no debes tener miedo a ser diferente. No tengas miedo a destacar. Sí, así he sido yo. Me encanta cambiar el juego. Es algo que no me propuse hacer, pero que de alguna manera lo hice. Soy Serena, y eso es bastante impresionante”, expresa antes de asegurar que tiene “toneladas de motivación” para llegar en condiciones al US Open e incorporarse de manera parsimoniosa a la puerta de salida.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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