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El secreto de Carvajal para acabar con meses de dolencias: un viaje a Italia en el avión de Florentino Pérez

El lateral del Real Madrid aparca las lesiones tras dudar de su corrector dental y finalmente cambiar su alimentación

Dani Carvajal, en el último partido de Liga en el Bernabéu, contra el Betis.
Dani Carvajal, en el último partido de Liga en el Bernabéu, contra el Betis.Quality Sport Images (Getty Images)
David Álvarez

Un día de julio del año pasado el avión de Florentino Pérez aterrizó en un aeródromo del norte de Italia, y de él descendió Dani Carvajal, empeñado en una búsqueda obsesiva de la paz muscular. La temporada anterior había resultado la más desgraciada de su carrera: nunca había podido jugar tan pocos minutos (950 en la Liga y 166 en la Champions). A pocos kilómetros, en Sacile, tenía cita para hablar de nutrición. Se trataba de otro intento de encontrar remedio a su colección de roturas musculares, que le ha proporcionado disgustos mayúsculos, como tener que retirarse de dos finales de Champions, la última empapado en lágrimas: la de 2016 contra el Atlético en Milán, y la de 2018, en Kiev contra el Liverpool. El mismo rival de este sábado en París.

El curso recién terminado del viajero desembarcado en Italia había resultado desesperante: 269 días de baja por diversas dolencias de músculos y ligamentos, según los registros de Transfermarkt. En un punto de la temporada, un amigo le comentó que estaba preocupado por las cefaleas que creía que le estaba provocando el corrector dental. El futbolista se quedó pensando si no sería su propio corrector invisible el origen de sus dolencias. En la desesperación por la espiral de lesiones, Carvajal llegó a estar convencido de que sus problemas nacían en la boca y sopesó retirarse el corrector. Pero terminó el tratamiento.

El mismo desconcierto que le hizo dudar del corrector dental fue lo que le condujo a Sacile. De allí salió con unas pautas generales sobre comida que después ha ido concretando con Itziar González de Arriba, fisioterapeuta y osteópata con variados estudios en nutrición que se ocupa del cuidado de los platos de varios jugadores de la plantilla.

La solución no estaba en la boca, sino en el estómago, y en noviembre Carvajal pareció comenzar a ver la luz: “Ahora tengo una dieta sin gluten, sin trigo, sin solanáceas”, contó. Solanáceas son, por ejemplo, los tomates, los pimientos, las berenjenas y las patatas. Contienen solanina, un alcaloide con el que se protegen de insectos y animales, y que a las personas puede provocarles inflamaciones, alergias y procesos autoinmunes. Los deportistas, en particular, pueden sufrir sus efectos en las fibras musculares. Y Carvajal tenía claro que quería salir de aquella dinámica: “[la dieta es] Un poquito rara y un poquito estricta, pero es algo que me viene bien. Y todo lo que me venga bien... Como si tengo que comer brócoli mañana, tarde y noche”, dijo.

Las personas que le conocen bien aseguran que no lo dice por decir, que el futbolista es “muy constante, y cuando se le mete algo entre ceja y ceja...”. En el vestuario del Real Madrid, han comprobado su determinación desde cerca: ha usado preparadores, fisios, nutricionistas... “Todos los recursos del mundo”, dice una fuente con acceso al vestuario. Y en eso, según la gente cercana al futbolista, ha contado siempre con el apoyo decidido del club. Hasta con el avión del presidente.

En cualquier caso, la transformación no fue mágica, ni inmediata. Entre algún nuevo problema muscular al inicio y un coronavirus especialmente molesto, del que se reincorporó ya en febrero, ha tardado en remontar. Además, después de eso, durante semanas Carvajal jugó todavía con un rastro de miedo.

Su despegue definitivo tuvo que ver, como el de este Madrid de las remontadas asombrosas, con un partido de la Champions. En la vuelta de los cuartos de final contra el Chelsea, en el Bernabéu, fueron otros los que cayeron lesionados, y Carvajal pasó a ocupar el puesto de central por primera vez en su vida. Jugó 120 minutos y dejó una actuación notable en una ubicación desconocida. Solo cinco días después completó los 90 minutos en un partido muy comprometido contra el Sevilla, en el que comenzó fuera de sitio, como lateral izquierdo, y regresó después al derecho. Dio una asistencia desde cada flanco.

Por entonces, su gente más cercana ya empezaba a reconocer al Carvajal decisivo de antaño. Veían que se atrevía a más cosas, a ir más arriba, a arriesgar más. Y tres semanas después, en la vuelta de las semifinales contra el City, en el minuto 91 regateó a Grealish y envió al área la pelota que cabeceó Rodrygo para mandar el partido a la prórroga. “Puede ser que esté en mi pico de forma de esta temporada”, dijo el martes, a cuatro días de su quinta final de Champions, en la que deberá vigilar a Luis Díaz, la última sensación del Liverpool, y también tratar de castigar la espalda de la defensa del equipo de Klopp. Por fin en su mejor momento, el final del viaje que comenzó en Sacile.

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Sobre la firma

David Álvarez
Sigue la información del Real Madrid y la selección española en EL PAÍS, donde ha sido redactor jefe de la sección de Deportes. Ha cubierto los Juegos Olímpicos, el Mundial de fútbol y la Eurocopa. Antes trabajó en ABC, El Español, ADN, Telemadrid, y La Gaceta de los Negocios. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Navarra.

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