Courtois se crece en el tiroteo
El portero belga, derrotado en la final de 2014 por el Madrid de Ancelotti, busca en París el único título de clubes que le falta, cita a la que llega tras sostener al equipo en el asedio previo a las remontadas
Nada más perder en 2014 la final de la Champions de Lisboa, en el velatorio del vestuario del Atlético varios de los jefes de la caseta rompieron el ambiente lúgubre para animar al resto de sus compañeros a no rendirse pese al drama del momento porque, según les advirtieron, la posibilidad de alcanzar a corto plazo el gran título europeo era real. Thibaut Courtois contempló aquella ceremonia de autoafirmación colectiva, pero sabía que, si volvía a surgir otra oportunidad para ese grupo –como así fue dos años después en Milán–, él ya no estaría allí. Le esperaba el Chelsea, el club que tenía sus derechos y que le reclamaba tras tres temporadas cedido en el Calderón. El belga nunca volvió a estar tan cerca de una orejona como aquella noche fría en la capital portuguesa, donde acabó en los suelos contra el Madrid, precisamente, de Carlo Ancelotti.
¿Si pudieras hacer un único viaje al pasado, cuál sería?, le preguntaron hace solo unos meses. “A la final de Lisboa. Para pararlo [el cabezazo de Ramos]”, respondió con media sonrisa. A su lado entonces, como suplente, estaba Dani Aranzubia, hoy entrenador de porteros en el filial del Athletic. “Luego no hablamos de aquella acción, había poco que decir”, recuerda con pena. El riojano describe a ese Courtois de hace ocho años como “un veterano más” pese a su corta edad (21). “No era el típico joven despistado. Tenía las cosas muy claras y manejaba, incluso, cuatro o cinco idiomas. El tiempo le ha dado el poso para explotar aún mejor sus cualidades físicas y técnicas”, analiza.
Ahora, bajo el manto de Carletto, la cita de París contra el Liverpool sitúa al caño blanco ante una nueva oportunidad de atrapar la única medalla de clubes que le falta en la estantería de casa. Entre el Atlético, Chelsea y Madrid, ha levantado todos los títulos posibles, menos este. Una ventana que se abre, en buena medida, gracias a sus estiradas salvadoras en las fases más críticas del Madrid, que no han sido precisamente pocas. En varios momentos se vio tiroteado y siempre terminó encontrando una respuesta en la tormenta. Evitó males mayores ante la ráfaga de artillería de Mbappé y le paró un penalti a Messi; salvó el 0-4 del Chelsea en un cabezazo de Havertz; y para el recuerdo de esta Champions loca queda su parada con los tacos a Grealish, del City, apenas dos minutos antes de que Rodrygo y el Bernabéu entraran en trance.
Tiene el mejor porcentaje de paradas (77,8%), y ningún portero de los semifinalistas ha recibido más tiros (63) ni ha hecho más intervenciones (50)
Ninguno de sus colegas ofrece un porcentaje de intervenciones mejor en todo el torneo (77,8%; Alisson, del Liverpool, tiene un 51,8%) y nadie ha estado tan exigido como él. De los cuatro semifinalistas, Courtois es quien más tiros a puerta ha recibido en la competición (63, por los 56 de Rulli -Villarreal-, los 29 de Ederson -City- y los 27 de Alisson) y el que más paradas ha realizado (50; 41 de Rulli, 15 de Ederson y 14 de Alisson).
Del post Kiev al pre París
Desde el debut contra el Inter (0-1), donde cerró la noche con varias atajadas de mérito y su clásico golpe de pecho –”que vean que no es fácil meterme un gol”–, hasta la trilogía de milagros de PSG-Chelsea-City, dos nombres han sido el mínimo común múltiplo de este Madrid: Benzema y Courtois. De octavos a semifinales, el belga ha parado el doble (28) que Alisson en toda la Liga de Campeones, un dato que explica el precipicio por el que ha caminado el conjunto de Ancelotti y la capacidad de réplica de su portero. En Saint Dennis se presenta como el meta hegemónico del momento, aunque con una competencia nada despreciable, sobre todo si se compara con el tembleque de Karius en la final de 2018.
Es el único de los llegados tras 2018 que ha realizado en primera línea todo el trayecto junto a la vieja guardia superviviente
En este viaje de cuatro temporadas del Madrid desde el trauma post Kiev (por las salidas de Cristiano y Zidane) a la épica camino de París, Courtois es el único de todos los llegados a ese vestuario después de las tres Champions seguidas que ha sido protagonista en todo el trayecto junto a la vieja guardia superviviente. Algunos veteranos se cayeron (Marcelo, Isco y Bale), otros se marcharon (Varane y Ramos), los jóvenes hoy pujantes tardaron en florecer (Vinicius, Rodrygo, Valverde y Militão), el fichaje más caro (Hazard) nunca ejerció de tal y otra pieza básica como Alaba no lleva ni un año.
El belga, sin embargo, se ha comido toda la legislatura como plato principal y su rendimiento ha seguido la senda del equipo: titubeante al principio (cuando cohabitó con Keylor Navas) y al alza desde el triunfo de la coronaliga. Intramuros de Valdebebas, pocos jugadores concitan tantos halagos del club. “Lo mejor que ha pasado por este vestuario en años. Amable, dinámico, el futbolista moderno por excelencia”, proclaman fuentes con acceso a la caseta. La gran frecuencia con la que es elegido para ser la primera voz del equipo tras cada partido habla de un peso creciente entre bambalinas.
Fanático de muchos deportes como la NBA, NFL, ciclismo o la Fórmula 1 -en su época del Chelsea llegó a volar un fin de semana a Estados Unidos para asistir a partidos-, nada más eliminar al City se despidió en medio del calentón con una frase tan típica en el Bernabéu como osada: “El Madrid, cuando llega a una final, la gana”. En sus manos está.
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