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Courtois, a fuego fuerte

El portero del Madrid, que cuenta con un cocinero personal en casa, se acerca a sus mejores cifras gracias a un rendimiento muy regular y actuaciones decisivas como ante el Sevilla

Lorenzo Calonge
Courtois se estira por un balón en el partido contra el Rayo en el Bernabéu.
Courtois se estira por un balón en el partido contra el Rayo en el Bernabéu.EFE

Antes de que Vinicius fulminara al Sevilla, tuvo que aparecer Courtois para evitar males mayores en el Madrid. Y después del relámpago del brasileño, ya en el descuento, también debió surgir el belga para conservar el triunfo de los suyos. Al cabezazo de Delaney en el 93 respondió abajo en una de sus intervenciones favoritas para marcar territorio e hinchar el pecho. Como ha llegado a exclamar sobre este tipo de paradas: “Mido dos metros y no es fácil llegar ahí. Que vean que no es sencillo meterme un gol”.

Del primer Courtois blanco, aturdido, ya se pasó hace mucho a uno efectivo y siempre dispuesto a reivindicarse, a exhibir autoconfianza y, en general, a hablar fuera de los márgenes de la diplomacia. Por ejemplo, a advertir sobre su ausencia entre los finalistas al premio The Best de la FIFA. Según dejó caer, por denunciar que los jugadores no son robots ante un calendario tan abrasivo y que los dirigentes solo se preocupan “por sus bolsillos”.

Su peso en el Madrid, dentro y fuera del campo, se ha multiplicado de forma exponencial en los dos últimos años, ya liberado de la competencia de Keylor Navas, y gracias a la regularidad de su rendimiento. Lo mismo en el equipo contenido de Zidane que en este más fértil en ataque de Ancelotti, la fiabilidad de Courtois, a los 29 años, sigue siendo una constante. El duelo contra el Sevilla fue quizás, junto al choque ante el Inter, cuando más determinante se mostró esta temporada. Este miércoles contra el Athletic (21.00, Movistar LaLiga), volverá a la acción.

Sus números globales esta campaña le sitúan muy cerca de sus registros récord, según la empresa Opta. El porcentaje de paradas en todas las competiciones alcanza el 76%, solo medio punto por debajo de la 19-20, cuando se llevó el trofeo Zamora, y más de tres puntos superior al curso pasado. Unas cifras personales apoyadas, principalmente, en la Champions, donde lidera la tabla con un 86,36% de eficacia.

Este curso, la amenaza es mayor para él, especialmente en la Liga, con casi un tiro más a puerta recibido por partido que en la anterior (4,05-3,15), sin embargo, su respuesta no se ha resentido. El abrazo de Ancelotti en el centro del campo tras derrotar al Sevilla simbolizó la jerarquía del belga. Mientras, en los intestinos del club hace mucho que se le califica como “el mejor portero del Madrid desde el mejor Casillas”, saltando por encima de Navas, titular en las tres Champions ganadas seguidas.

“Antes parecía más introvertido y callado, y ahora es un líder del vestuario. Se ha asentado y tiene más madurez gracias al trabajo y, sobre todo, a la gran confianza en sí mismo”, analiza desde fuera el exguardameta Andrés Palop. La gente que tiene cerca percibe la influencia, sin que él sea muy consciente, que tuvo su breve convivencia en el Chelsea con Petr Cech, “una persona agradable, cuidadosa y metódica”, señalan.

Mejor juego de pies

El belga, todo un políglota con siete idiomas, es especialmente metódico con el descanso y la alimentación, más allá de la licencia permitida de comerse una salchicha frikandel —típica de su país— con patatas fritas cuando la tiene a mano. No toma azúcar y desde hace tiempo cuenta en casa con un cocinero personal, según apuntan en su entorno. Un miembro más de su círculo que, casualmente, se incorporó en octubre de 2019, una semana después de la indisposición estomacal por algo que le sentó mal y que le obligó a retirarse en el descanso del duelo europeo contra el Brujas, con 0-2 y los pitos Bernabéu apuntándole. Venía de una temporada muy mejorable, con el porcentaje de intervenciones más bajo de su carrera (65,96%), y esa tarde tan destemplada y de reprobación terminó actuando de palanca en su trayectoria.

Palop sigue viendo en él sus virtudes de siempre —muy rápido bajo palos pese a su gran envergadura y un buen uno contra uno—, a las que ha añadido en los últimos tiempos, según el exmeta sevillista, el juego con los pies y la lectura de las situaciones cuando su equipo ataca. “Mide bien las distancias con su defensa y sabe atacar los balones en largo. Antes era más estático en la portería y no estaba tan pendiente de interpretar esos pases interiores. Esas acciones le evitan mucho trabajo posterior y es lo que ahora buscan los clubes grandes: que paren, que jueguen con los pies y que sepan prevenir antes que curar”, explica. El único aspecto que podría limar —”puestos a hilar fino”, puntualiza Palop— es que, “a veces, en el uno contra uno, se abre de piernas y se vence un pelín hacia atrás, y el balón le suele superar porque no se mantiene firme”.

Desde que Iker Casillas, su primer ídolo, cayó en desgracia hace una década, no ha habido en el Madrid un portero menos discutido y que haya jugado más que él. Hubo un tiempo en el equipo blanco en que los metas rotaban o al suplente le dejaban foguearse. Andrey Lunin, sin embargo, ha disputado un partido en 15 meses y Ancelotti ya ha avisado, con carácter general, que no va a “rotar por rotar”. Después de un largo periodo de crisis e intrigas internas por la portería blanca, Courtois para como el que más y además reúne todas las bendiciones de dentro y fuera.

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