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Del Potro, de martirio en martirio

Tras operarse cuatro veces de las muñecas, el argentino pasará por cuarta vez en menos de tres años por el quirófano para reparar la rodilla derecha y llegar a los Juegos. No compite desde hace 643 días

Del Potro
Del Potro, durante un entrenamiento en Londres.BEN STANSALL
Alejandro Ciriza

Todavía recuerda y maldice Juan Martín del Potro aquella tarde en Queens, hace dos años, cuando al ir a cazar una volea corta del canadiense Denis Shapovalov sufrió un resbalón, se le fueron los pies y la rodilla derecha le hizo un mal gesto. Es decir, otra vez al quirófano, desgraciadamente un lugar demasiado común para el argentino, que en octubre del curso anterior ya había tenido que someterse a una primera intervención porque se fracturó la rótula estrellándola contra el suelo de Shanghái, y que luego probó fortuna con el bisturí otras dos veces para intentar reparar la articulación. De Barcelona a Miami, y de ahí a Berna antes de que este año llegase la última bifurcación: operarse o no operarse, un cara o cruz para poder estar en los Juegos de Tokio el próximo verano. Y él, la torre, ha decidido apostar fuerte.

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Serán, por tanto, cuatro operaciones en menos de tres años. “Me voy a someter a otra cirugía de rodilla. He probado muchos tratamientos conservadores y alternativos, pero no tuve buenos resultados y creemos que la mejor opción ahora es la cirugía”, expuso a través de un vídeo en las redes sociales en el detalla que esta vez se pondrá en manos del doctor Jorge Chahla, un cirujano ortopédico con el que sopesa y evalúa desde hace meses, para poner de una vez remedio a sus males e intentar cumplir el sueño olímpico, quien sabe si subiéndose al último tren de su carrera puesto que en septiembre cumplirá 33 años y su cuerpo registra no menos de una quincena de lesiones considerables. Martirio en muñecas y rodillas.

“Él sabe de mi deseo de volver a jugar al tenis y de estar en los Juegos. Por eso, hemos decidido hacerlo lo antes posible”, prosigue Delpo, admirado y elogiado allí por donde pisa, siempre envuelto por el clásico: qué hubiera sido de él si… No le falta lustre a su expediente —US Open de 2009, la Copa Davis de 2016, el bronce en Londres 2012 y la plata de 2016, entre otros méritos—, pero hablar de él supone hacerlo de uno de los mejores tenistas de su generación, el que hubiera sido, se dice y se asegura, la némesis real de los Nadal, Federer, Djokovic y Murray, a los que ha ganado no pocas veces y contra los que ha protagonizado un buen puñado de victorias estelares. De sus bocas sale: “Respeto máximo para Del Potro”.

Le ensalzan sus rivales, y hablan las cicatrices. A las cuatro operaciones de la rodilla se unen tres en la muñeca izquierda (2014 y enero y junio de 2015) y otra en la derecha (2010). En total, ocho pasos por el quirófano y un larguísimo listado de sinsabores para un jugador que de alguna manera siempre mereció más. En 2016 deslumbró en Río y luego conquistó la Davis, pero un par de cursos después la suerte le volvió otra vez la cara y desde entonces habita entre las penas deportivas, sin pisar una pista desde 643 días, 21 meses: lo dicho, ese maldito resbalón sobre la hierba de Queens, el 19 de junio de 2019. A partir de ahí, las intervenciones del doctor Ruiz Cotorro, después el doctor Kaplan y más tarde el doctor Biedert, el mismo que intervino a Federer dos veces. Pero el dolor no desaparecía. Probó con las células madre y tratamientos varios, rehabilitación, pero al final ha llegado a la conclusión de Tokio admite un solo camino. Y sin garantías.

“No vienen siendo semanas fáciles. Desde que murió mi papá, todo me cuesta muchísimo, pero un día me levanté y llamé al médico, y le dije: ‘vamos a intentarlo’. Sentí la fuerza que me mandan desde arriba para no bajar los brazos y poder salir adelante con esto, que hace muchos meses me viene trayendo dolores de cabeza”, cuenta en un vídeo a través de Instagram. “Hoy la realidad es esa. Como sentí eso y no quiero dejar de intentarlo, estoy acá [en Chicago]. Mañana toda la fuerza y energía que me manden va a ser bien recibida, y me va a ayudar mucho para pasar por esta nueva piedra en el camino. Se lo agradeceré de corazón”, dedica a sus aficionados.

Se trata, pues, del enésimo desafío para un hombre que se niega a agachar a cabeza. “No sabía que yo era tan fuerte”, reconocía en este periódico en 2018, cuando visitó Madrid y todavía no había sucedido el desafortunado episodio de Shanghái. “Las cosas pasan por algo y de arriba ponen piedras en el camino a las personas que tienen esa fortaleza para saber esquivarlas; desde arriba nunca te van a poner una piedra que no crean que la puedes esquivar. Yo me lo tomo así y lo vivo de esa manera”, decía entonces en las entrañas de la Caja Mágica de Madrid. Ahora, el presente le interpone un nuevo obstáculo, pero él no se resigna: Tokio bien vale otro sacrificio.

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Sobre la firma

Alejandro Ciriza
Cubre la información de tenis desde 2015. Melbourne, París, Londres y Nueva York, su ruta anual. Escala en los Juegos Olímpicos de Tokio. Se incorporó a EL PAÍS en 2007 y previamente trabajó en Localia (deportes), Telecinco (informativos) y As (fútbol). Licenciado en Comunicación Audiovisual por la Universidad de Navarra. Autor de ‘¡Vamos, Rafa!’.

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